A los 83 años

Muere el académico y escritor Francisco Rico

Era una de las máximas autoridades en el 'Quijote' y en literatura renacentista.

El filólogo Francisco Rico

El filólogo Francisco Rico / / ANGEL TOMAS PASCUAL

Jacobo de Arce

Era uno de nuestros grandes eruditos, un sabio arisco y vacilón que se reconocía vanidoso y seguro de su conocimiento, aunque en la distancia corta asomaran la ternura, el buen humor y la feliz disposición del conversador incansable siempre velado por el humo de un cigarro. Francisco Rico (Barcelona, 1942), último (o quizá penúltimo) de una gran saga de estudiosos que encarrilaron la historia de nuestra literatura, en su caso con un ojo siempre puesto en Italia y en el infinito legado de su Renacimiento, ha fallecido este sábado en Barcelona a los 83 años, después de llevar 10 días ingresado de urgencia en el Hospital de Barcelona, según ha comunicado el diario El País.  

El académico de la lengua y filólogo se desempeñó sobre todo como historiador. Era la máxima autoridad en El Quijote y en la literatura medieval y del Siglo de Oro español y uno de los grandes expertos internacionales en humanismo renacentista, y en particular en Petrarca, al que dedicó su último libro publicado hace solo unos meses. Suya es también una canónica Historia y crítica de la literatura española en nueve volúmenes que editó y dirigió en los primeros 2000s.

Las reacciones en el mundo de la cultura y la política no se han hecho esperar. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, decía en la red social X: "Sabiduría y brillantez hicieron de Francisco Rico un gran maestro de la filología y la historiografía literaria en España. Tendremos siempre una deuda con su trabajo, su pensamiento y el exhaustivo conocimiento que nos legó del 'Quijote'. Descanse en paz". El escritor y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, escribía en la misma red: "Tristeza por el fallecimiento de Francisco Rico, maestro y amigo", y recordaba que hace unos días participó en la lectura de su PetrarcaMaruja Torres expresaba también su pena por la desaparición del académico, y el escritor y crítico literario Gonzalo Torné aprovechaba para destacar una de sus obras: "menudo libro", decía de La novela picaresca y el punto de vista

Entre Petrarca y Cervantes

Discípulo de José Manuel Blecua y Martín de Riquer, Rico inició su carrera académica en los años 60, aportando nuevas perspectivas enriquecidas por sus estancias fuera y su conexión con las universidades extranjeras al estudio de aquella literatura española que alumbró clásicos universales y eternos. Actualmente era Catedrático emérito de Literaturas Hispánicas Medievales en la Universidad Autónoma de Barcelona, institución a la que hace unos años donó su biblioteca personal, dando lugar a la muestra Los Quijotes de la Autónoma. En su juventud había sido profesor visitante en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, y a lo largo de su carrera se le reconoció con diversos doctorados honoris causa, como los de las universidades de Burdeos, Nápoles, Valladolid y Bolonia.

Era miembro de la RAE desde 1987, donde ingresó con el discurso Lázaro de Tormes y el lugar de la novela. También estaba ligado a la italiana Accademia Nazionale dei Lincei y a la British Academy. En 2016 el gobierno le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Otros de los reconocimientos que obtuvo son el Premio Internacional Menéndez Pelayo (1998), el Premio Nacional de Investigación Ramón Menéndez Pidal (2004), el Premio Alfonso Reyes (2013) o el Premio De Sanctis. 

La última y más respetada de las ediciones de El Quijote, supervisada por él, se publicó en 2015. Rico formó parte de la delegación académica que entregó sus dos volúmenes al papa Francisco en el Vaticano. Como contaba al periodista Juan Cruz en una entrevista reciente con este diario, al clásico universal de Cervantes se había acercado por primera vez "muy pronto, antes de poder apreciarlo de verdad. No sé, tendría 14 o 15 años y me lo regaló una amiga. Y no me llamó mucho la atención. Pero fue una lectura que hice íntegra. De eso sí me acuerdo". Más tarde, y ya desde una perspectiva académica, fue Martín de Riquer quien le condujo a trabajar sobre ese texto casi sagrado. "Quizá me encargó algún trabajo y me habló del Quijote", recordaba entre dudas.

Su primera obra académica fue La novela picaresca y el punto de vista, publicada por Seix Barral en 1970. Tiene escribió libros dedicados al Lazarillo, a Alfonso X el Sabio o a Nebrija. Antes de su última obra sobre Petrarca ya había dedicado varios títulos en diversos idiomas al pensador italiano. Fundamental es El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, publicado en 2014, donde ofrecía una panorámica global de aquel movimiento intelectual decisivo que llegó a alumbrar una nueva civilización basándose en la herencia de la Antigüedad y con la ambición de construir un conocimiento aglutinador de los diferentes saberes y emancipador de la humanidad.

En ese duelo entre italianos y españoles, entre eruditos y pícaros o perdedores, Rico contaba que, de todos los personajes sobre los que había escrito, no le gustaría parecerse a Petrarca, sino más bien a Cervantes. "Veía las cosas con una extraordinaria claridad y no se descomponía. No se desvelaba por nada", decía en la citada entrevista.

Siempre inmerso en debates relativos a su materia de estudio y más allá, y afilado polemista, desde su sillón 'p' de la Real Academia Española sostuvo célebres duelos dialécticos con otros escritores y académicos, como el que le enfrentó en 2016 con Arturo Pérez-Reverte cuando este acusó a sus compañeros de dejarse amedrentar “por el matonismo ultrafeminista radical", a lo que Rico respondió defendiendo la neutralidad de la RAE en temas políticos. Pero sí que se posicionaba en temas de actualidad a título personal: su postura en contra del independentismo catalán quedó clara en artículos de opinión en prensa y en el libro Paradojas del independentismo (Visor).

Aunque decía no leer demasiadas novelas contemporáneas, a Rico le debemos la recuperación para el mercado español de cierta literatura centroeuropea del siglo XX, con autores como Joseph Roth o Stefan Zweig, que él fue rescatando en los años 80 como director de una colección para la editorial Sirmio, antecedente de la posterior Acantilado en la que también tiene publicadas algunas de sus obras.

Íntimo del escritor Javier Marías, apareció como personaje en algunas de sus novelas, aunque él decía, quien sabe si en serio, que no había leído las obras del escritor madrileño. También fue amigo de Juan Benet y de Jaime Gil de Biedma, tótems de una generacion de escritores españoles ya prácticamente desaparecida, y entre los actuales le unían afectos especiales a Eduardo Mendoza o a Javier Cercas, aunque a todos ellos era capaz de lanzarles algún dardo literario.

Francisco Rico estaba casado con la filósofa y catedrática emérita de la Universidad de Barcelona Victoria Camps.