"Mi pasión es enseñar y lo que quiero es que los niños encuentren la suya". Jenny Lorden lo tiene claro. Ella cree que es necesario un "cambio revolucionario" en la educación, que en su opinión sigue anclada "en fundamentos de otros siglos". Su objetivo es ambicioso, pero ella y sus colegas del colegio Miquel Duran i Saurina de Inca están dando pasitos para aplicar una educación con una concepción algo diferente de la habitual; una formación que va más allá de leer la lección, hacer los ejercicios del libro de texto e ir poniendo exámenes. Persiguen "la mejor versión de sus alumnos". Esto no implica dar menos contenidos o pasar del currículo. Es buscar otra perspectiva para conseguir ´el objetivo´: "Niños reflexivos y con pensamiento crítico".

Para ello, han elegido la vía menos cómoda. La que implica más trabajo y requiere más coordinación, esfuerzo y horas. Pero no les importa. De hecho, no pueden evitarlo. Es que les encanta. Y no están solos: frente al profesor que sólo se preocupa de ´fichar´, están los miles de docentes que se implican.

Lorden recibió hace tres semanas el premio Acción Magistral 2013 de manos de la reina por su proyecto Fusioart; un plan que impulsó hace tres cursos al ver la necesidades de los niños y fijándose en lo que más les motiva. Para explicar en qué consiste, Lorden menciona en primer lugar a Ken Robinson, referencia mundial en temas educativos y de creatividad, que sostiene que la capacidad de crear no debe asociarse solo a las artes, sino a todas las disciplinas. Lorden busca dar una nueva concepción a la educación artística, aunando la música y la plástica y sin descuidar otros aspectos que a veces quedan relegados a pesar de estar en el currículo, como teatro o expresión corporal.

Todos los alumnos pasan, junto a su tutora, alrededor de dos horas semanales en el espacio de Fusioart: un aula con un escenario, kilos de plastilina y decenas de instrumentos (entre otras cosas), que se organiza en "microespacios" para que cada alumno trabaje en alguna disciplina siguiendo un hilo conductor.

Experimentan, se expresan y también refuerzan los contenidos de otras materias. En vez de usar libros de texto, en el Duran i Saurina trabajan por proyectos cuyos temas consensúan con los niños (a los que implican hasta en la toma de decisiones del colegio como en qué gastar el dinero del premio). Y los proyectos también se trabajan en Fusioart. Lorden pone un ejemplo con la clase de 1º C, que trabajaron sobre el universo.

Empezaron viendo cuadros relacionados y los críos eligieron La noche estrellada sobre el Ródano de Vicent Van Gogh. Hablaron sobre él y lo analizaron relacionándolo con conceptos dados en clase, de Matemáticas a Conocimiento del Medio. Luego eligieron su banda sonora: Claro de Luna, de Chopin, porque "transmite paz, como el cuadro". Después lo escenificaron e incluso crearon su propia composición musical, planteándose cuestiones como "¿a qué suenan las estrellas?". Finalmente lo pintaron. A su manera, pero fijándose en el tipo de pincelada de Van Gogh, en los colores...

Además de redignificar la educación plástica y musical, el proyecto consigue que el niño sea capaz de expresar lo que siente, piensa y cree delante de los otros. Además se hacen preguntas. En definitiva, se forman como personas y aprenden. De otra manera. Tres años después de empezar, los docentes ya notan cambios en la manera de trabajar de los chavales en las otras asignaturas.

La complicidad de los compañeros es vital, ya que deben coordinarse para que todos los chavales pasen por Fusioart (Lorden da clases hasta en el tiempo del patio), algo casi tan importante como el apoyo de las familias. Eso sí, la profesora echa más horas que un reloj: nunca abandona el centro a su supuesta hora de salida y ha de deducar las tardes y buena parte del fin de semana a crear recursos y planear actividades.

Ella ha tenido el reconocimiento del galardón de Acción Magistral, pero cree que la mejor recompensa es ver "que los niños necesitan y reclaman venir a Fusioart" y "lo bien que lo han aceptado las familias".

Asunción Gallardo recibió el mismo premio que Lorden el año pasado, por el proyecto El Barri Educa, Eduquem el Barri, en representación de los centros educativos del barrio de Son Gotleu de Palma: Gabriel Vallseca (el que dirige ella), Josep Capó, IES Sureda i Blanes y Es Pont. La idea es convertir al barrio en uno de los principales elementos educadores y también contribuir a su mejora. En los tres años de este plan ya han trabajado la limpieza, la convivencia y ahora fomentan los desayunos saludables: "Nos educamos unos con otros".

24 horas pensando en el centro

Ése es uno de los proyectos que Gallardo ha puesto en marcha en el Gabriel Vallseca; uno más de la lista casi infinita que se trae entre manos esta mujer, que habla con una pasión de su trabajo que da hasta envidia. El colegio ocupa su pensamiento sin descanso (incluso lleva libretitas en el bolso para ir apuntando las ideas que se le van ocurriendo en cualquier lugar) y también acapara la mayor parte de su tiempo libre. Las señoras de la limpieza ya le han sugerido que se ponga un cuartito y que directamente duerma en el colegio, ya que abre sus puertas por las tardes, acoge asambleas de padres los domingos y tiene vida hasta en julio y agosto.

Su oficio es "su hobby" y su vocación: desde que era pequeña siempre supo que sería "maestra", una palabra que por sí sola ya le emociona. "El día que ya no lo sienta me voy a dedicar a otra cosa", asegura, "los niños no se merecen eso". Coincide en este sentido con Lorden, que cree que la vocación debería ser requisito obligatorio para poder plantarse en un aula.

En el caso del Vallseca, con alumnos de más de 34 nacionalidades y solo un 4% de mallorquines, Gallardo cree necesario además tener "un carácter especial" para poder enfrentarse a ese "caos ordenado". Recuerda a una profesora que llegó algo asustada al centro al ver la ´hiperactividad´ del claustro, pero que al cabo de un par de cursos ya aseguraba "estar más ilusionada que los niños".

Las familias y el barrio

¿Qué más hacen en el Vallseca? Este curso tienen un proyecto de huerto urbano en una zona de un parque cercano cedido por el ayuntamiento. Y las familias también ponen su granito, ya que harán turnos para cuidarlo. Para la directora, la implicación de los padres vale oro y cree capital sobre todas las cosas lograr que valoren la importancia de la educación.

El huerto se suma a los proyectos que hacen en cada aula y a otros transversales, como el aprendizaje cooperativo ( para el que han recibido una formación especial); las tertulias dialógicas (una especie de club de lectura); la formación de los chavales en mediación; las clases de alfabetización para madres; las de informática; de repaso... actividades que muchas veces se hacen fuera del horario lectivo y que los profesores emprenden sin ver un duro extra.

El que también suele acabar su jornada a medianoche es Juan José Burgués, maestro, pedagogo, profesor en la facultad de Educación de la Universitat, responsable del área de Economía en el IES Bendinat y prueba viviente de que en los institutos también hay profesionales implicados. Burgués ha escrito un libro para divulgar nociones básicas de Economía entre los alumnos del último ciclo de Primaria y primero de Secundaria.

Todo surgió cuando a su hijo Lluís se le cayó el primer diente. Ante el anuncio de que un ratoncillo le traería dinero, el chavalín preguntó si no le podía traer directamente un juguete. Quería la gratificación ya, no tener que ahorrar. Y eso es economía. Y ahí es cuando a Burgués se le encendió la chispa que acabaría derivando en la redacción de Lluís y las clases de economía del Ratoncito Pérez, que ha conseguido editar gracias a un proyecto de micromecenazgo por internet y que ahora quiere empezar a divulgar por los centros. El proyecto incluye también otras ideas, como talleres de alfabetización económica para adultos.

La inminente Ley Wert reducirá el papel de la Economía a mera optativa en el Bachillerato, cuando según Burgués ahora ya es insuficiente su presencia en el horario: "Se debería ahondar mucho más en la economía en la etapa escolar por su carácter globalizador y humanista", defiende, creyente convencido de que la economía "es todo" ya que cada día adultos y niños nos enfrentamos a decisiones económicas y de que cuanto más sepamos sobre el tema más "críticos" seremos para tomar decisiones y enfrentarnos al sistema capitalista "con más libertad". El contexto actual de crisis parece darle la razón.

Menciona dos nombres: Guillem Cifre, que decía que el capitalismo "no puede darse sin educación"; y José Luis Sampedro, que en el prólogo de la Introducción a la Economía Moderna de Pauls Samuelson, ya advertía de que es posible que un joven acabe sus estudios sabiendo qué es la calcopirita pero no qué es un banco. Era 1968. "Y eso aún pasa", se alarma.

"Esto es mi vida", asegura hablando de su trabajo, "no la podría concebir de otra manera". Rehúye sin embargo de la palabra ´vocación´: para él es simplemente una cuestión de "profesionalidad". Se define como "aprendiz de todo y maestro de nada" y cree firmemente en el poder del colectivo docente: "Nunca nos podrán derrotar ya que tenemos la capacidad de transformar a las personas".

Las ideas de los ´profes´ hacen vivir experiencias inolvidables a los niños. Aún hoy, Maria Cabot, profesora del Mestre Colom de Bunyola, sigue recibiendo mensajes de sus alumnos de hace dos años, que aún recuerdan el gran proyecto que llevaron a cabo entre la profesora y otros compañeros, los niños y los padres: un submarino. Sí, un submarino. Y este año todo apunta a que lo convertirán en una nave espacial.

Uno de los alumnos visitó con sus padres un submarino, lo contó a sus compañeros y el entusiasmo generalizado llevó a Cabot a iniciar un proyecto que nunca pensó que acabaría cobrando esas dimensiones.

´Yellow Submarine´ en Bunyola

Lo diseñaron y lo construyeron (con la inestimable ayuda del artesano Pere Muñoz y de las familias los fines de semana), leyeron a Julio Verne, dibujaron peces, hicieron ejercicios de matemáticas ("¿si tengo un rape, tres atunes y dos caproigs, cuántos peces tengo?"), escribieron cuentos sobre el mar, hicieron recetas marinas, descubrieron cómo funciona un periscopio y aprendieron a cantar Yellow Submarine, entre mil cosas más, como una visita a un submarino holandés, cuya tripulación no dudó en acercarse a Bunyola para conocer la réplica de los niños.

El submarino se convirtió en el eje de la formación de unos niños hipermotivados y también en un nexo con los padres. Al año siguiente, la iniciativa recibió el premio Baldiri Reixach. Y hoy, dos años más tarde, los profesores de aquel grupo cercioran que gracias a Verne esos chavales son "unos lectores brutales".

"Mi objetivo es que los niños vengan motivados a la escuela, sin motivación no hay aprendizaje", insiste Cabot, que para conseguir ese interés hace "todo lo imaginable y más". No necesita "que le den cuerda" y cree sin fisuras en un aprendizaje multisensorial, en la enseñanza vivencial: "Más compleja para el profesor, pero que más satistactoria también".

Cabot cree que con iniciativas como las explicadas en estas páginas se puede hacer callar a los que tildan de vagos al profesorado y solo se fijan en su vacaciones de verano. Gallardo por su parte invita a estas voces críticas a pasar una semana con ella, a ver si aguantan.

Como los protagonistas de este reportaje, en la isla hay muchos profesores motivados que, desde el anonimato y con trabajo de hormiguita, impulsan proyectos innovadores; docentes que quizás no reciban premios, pero que sienten gratificados con la sonrisa de los chavales, el aplauso de los padres y la mejora de los resultados.