Xelo Huertas tomó posesión el pasado jueves como presidenta del Parlament. La número dos de la lista de Podemos era delegada de la sección sindical de UGT en el ayuntamiento de Marratxí. Antes de ser elegida al frente de la cámara autonómica, envió un mensaje por WhatsApp a los restantes representantes de los trabajadores municipales. En el texto especificaba que "a partir del día 18 estaré de baja como empleada del ayuntamiento, pero permaneceré en el cargo de delegada sindical hasta que los afiliados nombren a otro".
A preguntas de este diario, Huertas confirmó ayer que "no he dimitido, porque estoy pendiente de que nombren a otro". La presidenta del Parlament añadió que el trámite no era sencillo, "porque nadie quiere coger las riendas". Su compromiso con la Junta de Personal del ayuntamiento de Marratxí llegó al punto de comprometerse a asistir a la reunión prevista para el próximo viernes, así como a reencontrarse con sus compañeros en cada ocasión en que se necesite su concurso.
Pese al apoyo explícito a los delegados sindicales del ayuntamiento de Marratxí, Huertas se siente desbordada por su nueva responsabilidad como segunda autoridad de Balears. "Es cierto que les había dicho a los delegados sindicales que quería ir para despedirme, pero no puedo, no dispongo de cinco minutos libres. Tengo muchísimo trabajo aquí". Su experiencia "como funcionaria me ayuda en mi nuevo cargo".
La continuidad incluso provisional de Huertas choca con el código ético de UGT y con el Reglamento de Constitución, Organización y Funcionamiento de Secciones Sindicales. El artículo 13.8 del texto reglamentario establece que "cuando un afiliado de la FSP-UGT sea designado para ocupar un cargo político bien de elección o de designación política, incurrirá en incompatibilidad para cualquier cargo de responsabilidad sindical en la sección sindical".
El código ético de UGT también contempla un apartado de incompatibilidades, donde se especifica que "el sindicato defiende con determinación valores e intereses muy concretos y debe defenderse, a su vez, de intereses antagónicos de segmentos determinados de la sociedad, grupos de presión políticos y económicos".
Huertas desempeñaba la jefatura de la sección de Urbanismo del consistorio de Marratxí cuando sufrió, según sus palabras,. una dura vicisitud con el entonces alcalde y después president de Balears, José Ramón Bauzá. "Estuve 18 meses de baja por depresión. Yo no lo denuncié, pero estuve en tratamiento psiquiátrico y psicológico y mi historial indica que el proceso se debió a causas laborales".
Bauzá acumulaba las responsabilidades de Urbanismo a su cargo de alcalde de Marratxí. En la versión de Huertas, su baja por depresión se produjo cuando el hoy presidente del PP "me dejó en un rincón sin nada que hacer. Era mi jefe, y la gente a la que le gusta trabajar no lleva bien que le dejen siete horas para jugar a los solitarios o leer los periódicos. Fue una muy mala experiencia".
En otra curiosa inversión del destino, Bauzá es hoy uno de los 59 diputados bajo la batuta de Huertas en el Parlament. Según la presidenta de la cámara, "la relación es cero, pero nos saludamos y nos hablamos lo normal". La primera interacción dilatada entre ambos se producirá la semana próxima, si el político popular participa finalmente en la previsible investidura de Francina Armengol al frente del Govern.
Las relaciones de Huertas con la nueva presidenta de Balears no son menos tensas que con su predecesor. Al plantearle la pregunta:
-¿Es usted la mayor enemiga de Armengol?
Se lo piensa varios segundos antes de responder, con palpable frialdad:
-Trato cordial.
Bauzá y Armengol son farmacéuticos. Huertas descarta una alergia corporativa, "porque yo misma estuve a punto de estudiar Farmacia, si mi expediente hubiera llegado a tiempo. Al final cursé ciencias políticas".
