Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Llorenç Riera

Choque entre cargos y sueldos públicos

Afalta de elegir Govern y Consells, con solo los ayuntamientos y el Parlament constituidos, ya hemos observado un tónica fundamental de los comportamientos que fuerzan la convivencia impuesta por las urnas entre PSOE, Podemos y Més: Teorizan y argumentan muy bien. Se les entiende cuando hablan, pero no tanto cuando comienzan a ejecutar y deben poner en práctica lo acordado. En los pocos días transcurridos se han visto demasiadas contradicciones. En buena parte es debido a que el sueldo y el cargo escuecen mucho y a que más de una, es el caso de la presidenta del Parlament, no tienen definido el régimen de incompatibilidades. Ni el público ni el personal.

El PSOE administra con fortuna sus silencios. Esto le permite practicar el contraataque a conveniencia. Podemos paga la novatada al tiempo que va comprobando que el mundo ideal resulta imposible con demasiada frecuencia y que la "casta", no sólo no contamina, sino que también tiene su encanto. A Més le cuesta convencerse de que sentar cátedra no es lo mismo que gobernar, arremangarse y tomar decisiones. Estas formas de ver las cosas son las que explican el comportamiento del tripartito en convivencia. Otra cosa completamente distinta es que puedan justificarlo.

Programa y más programa antes que cualquier otro objetivo. Nada de apetencia a la silla posible y sueldos más acordes con el sentido común y la tónica social. Sin embargo, aún en la fase de precalentamiento, a las tres formaciones políticas que deben regir los destinos de Balears en los próximos cuatro años, ya se les puede aplicar aquello de "dime de qué presumes y te diré de cuánto careces". Al final, salvando algunas excepciones, se han perdido por el cargo y cuando llega la hora de la verdad, se muestran reticentes para poner la nómina a dieta. Este es el caso de la presidenta del Parlament. Xelo Huertas está sumergida en un mar de dudas porque ahora, una vez asumido el cargo, no ve tan claro como antes que su sueldo y el del resto de componentes de la mesa de la Cámara deban limitarse al triple del salario mínimo interprofesional. Tampoco está animada frente a una eventual reducción de los 23 asesores actuales y del vehículo oficial.

Existe todavía un aspecto más llamativo, desconocido hasta ahora y que hoy revela este periódico, en la actitud de Xelo Huertas.

Resulta que la nueva presidenta del Parlament tiene puesto profesional como jefa de la sección de Urbanismo del ayuntamiento de Marratxí. Ha estado de baja por depresión durante 18 meses como consecuencia del "arrinconamiento" a la que le sometió el alcalde Bauzá y ha continuado actuando como delegada de la sección sindical de UGT en la plantilla municipal. Ahora pretende compatibilizar "hasta que nombren a otro" el desempeño de la segunda autoridad de Balears con el de sindicalista. El reglamento y el código ético de UGT no parecen albergar dudas sobre la incompatibilidad de tales funciones pero, por si acaso, resulta lógica la disfunción entre una cosa y otra. Los nuevos modos políticos no pueden consolidarse al coste de masacrar el sentido institucional. Y el común.

Compartir el artículo

stats