El comedor social que regenta Càritas en Inca, y que es propiedad del Ayuntamiento y de la entidad de beneficencia, está a tope de capacidad en estos momentos y tiene una lista de espera del 90% de su capacidad, según confirmó ayer la trabajadora social responsable, Marta Fernández. El servicio no se puede ampliar con la actual infraestructura porque la cocina ya no puede crecer más.

En la institución se atiende a diario a 100 personas. Todas ellas son derivadas desde el departamento municipal de Servicios Sociales, por lo que no se está hablando de transeúntes sino de situaciones de necesidad personales o familiares contrastadas por los técnicos.

El perfil del usuario ha variado desde hace dos años. Fernández explica que "antes se trataba de personas solas o de ancianos que no podían hacerse la comida por enfermedad o por ser muy mayores. Hoy en día los usurarios mayoritarios son, en primer lugar , familias monoparentales y después familias completas que se han quedado en paro todos sus miembros". La trabajadora social indica que "esas personas tienen muy difícil solicitar la asistencia. Hace sólo tres años eran gente con una vida normalizada. A muchos los veía y saludaba por la calle; ahora los veo aquí".

El comedor social atiende a unas 50 personas que acuden a diario a comer al lugar y a otras tantas que van a buscar su comida y se la llevan a casa. Para atender a los ancianos que no pueden ir al comedor Càritas dispone de unos 120 voluntarios que se turnan en grupos de cuatro para repartir la comida diariamente. En la cocina trabajan seis personas asalariadas.

Magalida Horrach,edil de Servicios Sociales, dice no tener constancia de que "la lista de espera llegue ya a las 90 personas. De todas formas he de precisar que no están desatendidas". La edil asegura que "a los que no pueden acudir al comedor se les entrega comida o vales de compra para que la adquieran en tiendas de Inca.