Miles de personas llenaron durante toda la noche de ayer la zona peatonal del centro de Manacor. El carnaval engancha y las ganas de fiesta aún más. Ni una climatología invernal ni las amenazas de lluvia que parecía se cernían sobre la ciudad a media tarde pudieron con la amalgama de comparsas que a las 20.00 horas se concentraban frente a la escuela infantil de Sa Graduada, en el paseo de Na Camel·la.

Políticos corruptos, críticos con la crisis, futbolistas mediáticos y los personajes de los dibujos animados de moda por poco le ganan la partida a los más ´tradicionales´: Animales selváticos, toreros, dráculas, caballeros medievales y hombres travestidos. Desde ahí y siguiendo con la norma de los últimos años, la comitiva festiva se encaminó con algo de retraso y en forma de desfile multitudinario hacia la plaza del Palau, encabezada por los ritmos pegadizos de las batucadas. Más de una hora de pasacalles que no decepcionó y que confirmó que la movilización depende de las ganas. Familias, jóvenes y sobre todo grupos de amigos iban ensayando las coreografías que más tarde perfeccionarían frente a los escenarios.

Por el camino (de aproximadamente un kilómetro), familiares, vecinos, amigos y curiosos también ataviados o sin disfrazar, conformaron un nutrido pasillo de ánimo y admiración que superó también el millar de personas. Flashes, poses e inhibición en la noche más alocada y ruidosa del centro.

Ya dentro del meollo, el ayuntamiento de Manacor condimentó la celebración con una serie de conciertos en vivo en tres plazas y una de las calles colindantes. Además de los cuatro grupos (Espais Verds, Gran Orquestra Oasis, La Locomotora y La Vereda) en tandas de dos horas y tres dj´s localizados, por el centro histórico fueron pasando hasta seis espectáculos itinerantes: Batukada Terraroja, Dimonis de Hiachat, Renovers de Sa Pedrera, Batucada Manafoc, Mariatucada y las Màscares de Neo Rural.

Además de todo ello, no faltaron como es ya habitual la paradas estudiantiles de comida y refrescos, en busca de una subvención popular para poder emprender el próximo viaje de fin de curso. De la misma manera que los restaurante de la zona hicieron su particular agosto.

La Rua 2011 recordó vivamente las multitudinarias concentraciones nocturnas que se vivieron en Manacor en la década de los ochenta y principios de los noventa, cuando Na Camel·la se quedaba pequeña para albergar todo el colorido. Curiosamente la música todavía retrocedió una o dos décadas más para centrarse en temas clásicos de la discografía española, que siempre funcionan bien al aire libre.