Las aficiones de Antoni Tugores (Manacor, 1948) son la cocina, la historia, escuchar música, leer y conversar con los amigos. Colabora semanalmente en este periódico y en Ona Mallorca Ràdio. También es un rostro conocido de Televisió de Mallorca. Ha publicado Memòria gastronòmica de Mallorca; La història robada; Memòria de la cuina mallorquina; La guerra a casa, y Cuina econòmica, receptes fàcils per a temps difícils, entre otros libros. Ha recibido distinciones y sigue trabajando en proyectos a medio plazo relacionados con la investigación histórica. Hoy presentará en el teatro de Manacor, a las 20 horas, su nueva obra, Víctimes invisibles. La repressió de la dona durant la Guerra Civil i el franquisme a Mallorca. Intervendrán representantes de la editorial TRIA, la Associació Memòria de Mallorca, la OCB-Manacor, el Col·lectiu Dones de Llevant, el Institut Balear de la Dona, y la abogada Cristina Almeida, emblema del activismo político y feminista.

—¿Cómo define su nueva obra titulada ´Víctimes invisibles´?

—Se trata de doce historias protagonizadas por mujeres, relacionadas con la guerra civil y el franquismo. Es un abanico de historias verídicas, basadas en trabajo de investigación de los expedientes de consejos de guerra, sumarios judiciales, informes carcelarios y testimonios de primera mano. En una historia puede haber una gran cantidad de testimonios. La mayoría de los relatos pertenecen a mujeres de Manacor, pero también las hay de Palma, los casos más emblemáticos del a resistencia, el activismo y de la lucha contra el fascismo, como Aurora Picornell, les Roges del Molinar y Matilde Landa.

—¿Puede ofrecer algunas pinceladas de historias personales?

—En el libro se mezclan conceptos tan alejados como la barbarie y la humanidad o la generosidad sin límites. No me gustaría destacar unas historias sobre las otras. De unos veinte capítulos, de acuerdo con la editora seleccionamos doce, que no son en absoluto los más violentos. Escogimos los que creímos más representativos de la época. La mayoría son mujeres desconocidas, casi anónimas. Hay relatos muy novelescos, que pasan a ser tiernos y monstruosos al mismo tiempo.

—¿Ha novelado las historias?

—En absoluto. No tengo tanta imaginación como la que se necesita para tejer, a modo de ejemplo, un relato como el primero de los doce Una història de barbàrie i tendresa. Es realmente cierto aquello de que la realidad supera a menudo la ficción.

—¿Pretende con ´Víctimes invisibles´ hacer justicia?

—Pretendo sacar del olvido toda una serie de vidas invisibles, antes de que desaparezca completamente su huella. Es, si quieres, un pequeño homenaje a la heroína más o menos anónima que supo hacer frente a la adversidad con una gran dignidad. Mujeres ejemplares, en una gran mayoría.

­—¿Consejos para los lectores?

—Es difícil dar consejos a nadie. Si alguien busca morbo añadido no hallará. Se topará, en todo caso, con el morbo inmaduro e infantil de los represores que destilan las causas judiciales.

—¿Persiste la represión hacia las mujeres hoy en día? ¿Qué falta por hacer y mejorar?

—Los medios llevan a diario muchos episodios de violencia de género por todas partes. ¿Qué falta? Posiblemente educación, cultura, leyes que amparen a los más débiles y jueces que no sean frívolos. Quizás, volver al espíritu inicial de la República y a los valores pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza.

—¿Hace falta un reconocimiento público hacia las mujeres víctimas de la represión, compensaciones económicas, etcétera?

—Son pocas las mujeres que quedan vivas de cuantas padecieron la represión y ahora ya es imposible compensarlas. Nada de todo lo que pasaron se podría compensar con dinero... ni antes ni ahora. Lo que falta es que, además de conocer la historia, se hagan actos públicos de reconocimiento por todo lo que hicieron y por todo lo que sufrieron. Por parte de las instituciones debería haber un reconocimiento unánime a las víctimas porque siempre hay –algunos ya lo niegan todo– que encuentran excusas cuando se trata de las víctimas de la guerra. Prácticamente los mismos que se llenan la boca con las víctimas de ETA. ¿Las del 36 no fueron, mayoritariamente, víctimas del terrorismo? El miedo que existe aún hoy demuestra hasta que punto el terror llegó hasta el moll dels ossos de los mallorquines. Es inaceptable que todavía se mantengan las sentencias injustas y arbitrarias que se produjeron al amparo de la dictadura. Este libro aporta unas cuantas. Limpiar la memoria sería un buen primer paso.

—En Manacor hace unos años se retiraron los monumentos franquistas y se proclamó Hijo Ilustre a Antoni Amer ´Garanya´, alcalde republicano asesinado. Miembros del PP han asistido al acto de Son Coletes y faltaría sustituir las placas con nombres franquistas y bélicos de calles, avenidas y plazas de la ciudad.

—Se ha recorrido un tramo importante de camino, pero faltan dos o tres pasos para alcanzar la normalidad. Eliminar la toponimia de la victoria sería un paso, instalar el mural de hierro de Ramis y Frau sería el segundo, y una declaración institucional de reconocimiento a las víctimas, por parte del Ayuntamiento y la Iglesia manacorina, podría ser el tercero. Serían actos simbólicos de un gran valor. Quiero pensar que todo lo que dices (monumentos, Hijo Ilustre...) no fueron actos aislados sino fruto del convencimiento. Tengo mis dudas sobre si hoy se volverían a realizar.

—¿Y las fosas comunes?

—Se está haciendo un gran trabajo a través de la Associació de Memòria de Mallorca. En Manacor, desafortunadamente, hay poca cosa a hacer porque todo ha sido destruido. Las familias tienen derecho a saber dónde están los desparecidos y recuperar el cuerpo. ¿Es humano negarles esto?