"Hoy en día, el concepto de derechas y de izquierdas ha quedado desfasado. Ya no existe". Joan Simonet y Jeroni Salom, alcaldes de Alaró y Binissalem, donde el PP ha conseguido mayoría absoluta por primera vez en democracia, justifican de esta forma el fenómeno mediante el que municipios del llamado ´cinturón rojo´ del Raiguer que históricamente habían votado al partido socialista se decantan ahora por el PP de forma mayoritaria. Sólo Lloseta, que sigue en poder del PSOE, resiste la oleada popular que también ha invadido el Raiguer, en mayo o menor medida.

Las elecciones del domingo culminaron un proceso que ya empezó a aflorar tímidamente en 2007, cuando los populares lograron mayorías simples. Cuatro años después, el cambio de rumbo ya es una realidad.

Los dos alcaldes, que disfrutarán de una mayoría plácida durante los próximos cuatro años después de una legislatura "difícil" en minoría, creen que la clave está más en las personas que en las ideologías. "En un pueblo se valora más a las personas, más aún si el alcalde no cambia sus hábitos y se comporta como un vecino más, habla claro y no dice lo que uno quiere oir, sino lo que se siente", explica Jeroni Salom, primer edil de Binissalem. Por su parte, Joan Simonet, alcalde de Alaró, suscribe las palabras de su colega y añade que "la gente es más madura desde el punto de vista democrático y sabe diferenciar el voto autonómico o insular del municipal, y ya no vota por tradición familiar".

Ambos políticos son conscientes del cambio en la intención de voto que han experimentado sus paisanos en los últimos años. "Hace ocho años no nos hubiéramos imaginado ganar con mayoría absoluta, más que nada porque en 2003 el PP retrocedió tanto en Alaró como en Lloseta", coinciden. Sin embargo, no recurren a razones de índole sociológica para explicar el fenómeno.

"Es cierto que Alaró era un pueblo industrial en los años 70, con un movimiento sindical muy fuerte, y que el PSOE ganó las primeras elecciones democráticas, aunque hoy en día las ideologías no son importantes en los pueblos; no se hacen políticas conservadoras o progresistas, simplemente se administra el poco dinero que hay para mantener la calidad de vida", apunta Simonet. En este sentido, Salom añade que "actualmente, se ha perdido el hecho de que un trabajador tenga que ser de izquierdas; lo que quiere la gente es no perder la calidad de vida y a veces hay que aplicar políticas más progresistas y en otras ocasiones más liberales".

También creen que el rumbo hacia la derecha en sus municipios es una situación coyuntural que dentro de unos años podría invertirse. "Ni el de ahora ha sido un voto conservador, ni el que pueda haber dentro de unos años será un voto progresita", dice Salom.

Proximidad y coherencia

Lejos de los viejos clichés entre derechas e izquierdas, estos dos políticos creen que la clave está en la proximidad con el pueblo y en la coherencia a la hora de aplicar las políticas que creen necesarias para sus municipios. "La gente valora mucho el hecho de divergir de las líneas oficiales", señala Simonet, a lo que Salom añade que "en las reuniones del partido (PP) nadie nos ha dicho lo que tenemos que hacer en nuestros municipios, y un ejemplo es el de las votaciones sobre el posible cierre de Televisió de Mallorca; en Binissalem nos abstuvimos y en Alaró votaron en contra del cierre".

En cualquier caso, la legislatura entrante no será fácil para los dos alcaldes, a pesar de la mayoría absoluta. "Durante los dos primeros años tendremos que hacer equilibrios, será una política de contención, después la cosa mejorará", aventura Joan Simonet. El alcalde de Binissalem, por su parte, avanza que el presupuesto de 2011 "bajará entre un 20 y un 25 por ciento porque los ingresos no acompañan". Tampoco confían en las ayudas que puedan llegar de un Govern y un Consell del mismo color político "mientras no se modifique la política de subvenciones". Pero ésta es otra historia.