Sangre nueva. Quizás más vieja o más joven. Pero, seguro, es sangre nueva. Mientras que en la mayoría de municipios gobernarán caras ya conocidas, muchos rostros de la política municipal han entregado sus varas de mando y han dejado paso a nuevos aires. Los alcaldes salientes fueron escogidos en su día para representar la voluntad popular. Y, ahora que han finalizado su mandato, ¿habrán cumplido con el encargo? Ellos dicen que sí. "Orgulloso", "contento" y "satisfecho" son las tres palabras que más les vienen a la boca al hablar de su trabajo al frente del ayuntamiento.

Diario de Mallorca ha hablado con cinco ciudadanos que han liderado sus consistorios en los últimos años. En aquel momento, todavía eran alcaldes en funciones y ahora ya exalcaldes.

¿Por qué han dejado el primer plano de la política municipal? Unos se van por voluntad propia. A los otros les ha retirado el pueblo soberano. ¿Y cuál es su futuro? Pues también variopinto: a unos les espera la oposición, otros volverán a sus antiguos trabajos, habrá quien se retire y también quien siga creciendo políticamente.

A sus 64 años, Rafel Gili se jubila casi en la alcaldía. Ha ostentado la vara de mando en Artà desde 2007 en las filas de Unió Mallorquina, aunque en la legislatura anterior ya había gobernado la localidad durante año y medio. "En las últimas elecciones mis vecinos me dieron su confianza y me convertí en el alcalde con más votos de la historia del municipio", presume el regionalista.

Gili entiende la política como un juego de intereses en el que "es imposible contentar a todos". Su papel ha sido el de equilibrar la balanza: "Poder gestionar tu pueblo y sacar adelante proyectos que piensas que son necesarios para tu comunidad te llena de orgullo", añade el ahora convergente, quien ha dado paso a su hijo para encabezar la lista del partido en Artà.

¿Y cómo se ha sentido Rafel Gili en el cargo? "Estos años he disfrutado, sobre todo, en el trato diario con los vecinos. Hablar con ellos, conocer sus opiniones, saber cuáles son sus problemas y ayudarles a solucionarlos. Eso me ha llenado de satisfacción", sentencia.

Esa misma política de cercanía es la que ha intentado aplicar Josep Lluís Colom en su mandato. El socialista ha sido alcalde de Sóller durante los dos últimos años de la legislatura y asegura que se va con los deberes hechos.

A pesar de las dificultades que entraña gobernar, Colom no cree que infunda más respeto gracias a la alcaldía, "porque solo es un cargo". "Yo me siento como un ciudadano más de Sóller", asevera y afirma que "el respeto se gana con los hechos". Eso sí, admite que "a uno lo reconocen más por la calle por ser el alcalde".

En su opinión, la política municipal "tendría que ser una etapa previa por la que deberían pasar todos los políticos". "Ha sido una experiencia personal muy positiva porque me ha permitido trabajar para mi ciudad", asevera Colom, quien no duda en animar a la gente "a implicarse en la política para trabajar para su municipio y defender los intereses de sus vecinos".

Pero no es lo mismo hacer política en Palma o en la part forana, ya que la gobernanza en las grandes ciudades es más fría e impersonal. Joan Ferrà lo resume en una simple frase: "De lo que estoy más contento, es de no haber perdido la costumbre de ir al bar".

Recuerda que cuando llegó al gobierno municipal sintió una gran satisfacción, porque, en su opinión, "para alguien que quiere a su pueblo es un inmenso orgullo haber sido su alcalde".

En esta ocasión decidió no repetir en las listas del PSOE de Puigpunyent "porque había cumplido sus proyectos" y porque creía que no tenía que dedicar "toda la vida al pueblo". Y ahora que ha llegado el momento de la retirada dice sentir una "profunda añoranza".

Antonio Gómez ha sido el primer edil de Escorca, el municipio más pequeño de Balears, durante los últimos veinte años. Para el decano de los alcaldes del archipiélago, llegar al poder tuvo un valor añadido. "Yo no nací en el pueblo, sino que llegué allí en el año 81 para trabajar como técnico forestal. En el 84 ya vivía allí y en el 91 me presenté a las elecciones y conseguí la mayoría absoluta", rememora el popular.

La cercanía es su máxima, porque "en la política municipal no hay filtros ni intermediarios". "En Escorca te llaman por teléfono, van al ayuntamiento o vienen a verte a tu casa. Así es como considero que se hace la verdadera política: relacionándote directamente con tus vecinos", manifiesta Gómez.

Martí Torres, ex alcalde popular de Santa Margalida, considera que "lo más importante del cargo es ayudar a los ciudadanos en los problemas del día a día". Asevera que se ha encontrado "muy bien" en el trabajo, agradece "el respeto que los vecinos han mostrado hacia él" y pide disculpas "a los que se hayan podido enfadar por alguna de sus decisiones". Al fin y al cabo, "no se puede tener contento a todo el mundo", recuerda Gómez.

Anécdotas para el recuerdo

Aunque se hayan llevado algún que otro disgusto, su participación en política también les ha reportado grandes momentos que evocan con simpatía. Por ejemplo, el ya ex alcalde de Escorca ha tenido que ejercer de mediador en alguna ocasión para resolver disputas ciudadanas. "Una vez me llamaron a las 2:30 de la mañana para decirme que una oveja del vecino le había saltado al jardín y le había comido las plantas. Estaba muy enfadado y amenazaba con denunciarle. Al día siguiente tuve que llamar al dueño de la oveja para pedirle que la vigilara y calmar el enfado del propietario del jardín", explica Gómez mientras esboza una sonrisa.

Para Rafel Gili, la anécdota que le ha marcado se produjo a finales de 2005, "cuando se tenía que realizar el cambio de alcaldía, fruto del acuerdo de gobierno con PSOE y EU". Pese al pacto, Julen Adrián, de Esquerra Unida, no quiso votar al socialista Pep Silva, así que Gili tuvo que cesar a Adrián y para que luego el nuevo alcalde le devolviera su concejalía.

El recuerdo destacado de Joan Ferrà no es ni agradable ni gracioso. "Sucedió durante los episodios de inundaciones que sufrimos en Puigpunyent. A principios de la legislatura murió una turista joven. Ese día estaba en Menorca y tuve que adelantar el vuelo de vuelta. Lo pasé muy mal y solo tenía ganas de llorar", afirma emocionado. "Si no hubiese sido alcalde no lo habría vivido con aquella intensidad", asegura.

No todos dejan la política

Ayer se celebraron los plenos en que se nombraron los nuevos alcaldes. Estos cinco ciudadanos cambiarán a partir de ahora el rumbo de sus vidas y les esperan a todos ellos futuros diferentes.

El popular Martí Torres seguirá como regidor en la oposición del consistorio de Santa Margalida, aunque se está planteando volver a su trabajo como funcionario de la Agencia Tributaria de Balears.

Quién también mantendrá su acta de concejal será el socialista solleric Josep Lluís Colom, pero desarrollará sus tareas políticas a tiempo parcial. Recuperará su trabajo como maestro de escuela, la profesión desde la cual dio el salto a la política, igual que Joan Ferrà. Además, de impartir clases a los jóvenes de sexto de Primaria el ex alcalde de Puigpunyent será conseller insular de Mallorca en el grupo socialista, también en la oposición.

Antonio Gómez será el único que se mantendrá en política con dedicación exclusiva. Además de sus tareas en el Partido Popular –es uno de los hombres de confianza de José Ramón Bauzá–, será diputado en el Parlament balear.

En cambio, el artanenc Rafel Gili devolverá a su familia "el tiempo que le ha quitado estos años". Dice que la política quedará en segundo plano para disfrutar de los suyos y de sus aficiones, como el tenis, el piano o el baile de salón.

¿Y cómo será a partir de ahora la relación de todos ellos con los vecinos? Gómez y Colom lo tienen claro: "Naturalidad".