Dicen los cossiers que a Sant Roc se le suele ir la mano a la hora de calentar la mañana del 16 de agosto. Y sea cierta la predicción o sea que el calentón se debe al cansancio de los días de fiesta acumulados, la verdad es que la jornada del patrón que se vivió ayer fue una de las más sofocantes que se recuerdan desde que se recuperó el baile hace 19 años.

Puntuales, a las diez de la mañana salieron a plaza de la Vila los seis cossiers, la dama, el dimoni y sus músicos acompañantes –xeremies, flabiol y tambor– para dar por inaugurado el día de fiesta del patrón del pueblo.

Antes de comenzar, dos miembros del colectivo: Antònia y Joan, repartieron cintas con los colores de los cossiers a todos los presentes. Antònia recuerda como en los primeros años preparaba un centenar de cintas y eran suficientes para todo el público. Este año asegura haber realizado unos 500 juegos y a medio recorrido ya no le quedaba ni uno.

Tras el primer baile, y antes de dirigirse a la calle que porta el nombre del patrón, bailarines y visitantes modificaron la ruta habitual de los últimos años y danzaron en la calle de Sant Vicenç Ferrer en honor a uno de sus componentes.

En cada una de las paradas que realizan ante los domicilios de los actuales o antiguos cossiers, es costumbre que se sirva un refresco y un poco de merienda a todos los presentes.

La ruta llevó a la comitiva por las calles de Jaume Colom –en la que hicieron más de una danza al coincidir con el domicilio de tres cossiers–, Alexandre Rosselló, germans Perelló, Can Cladera, Pere Rosselló i Oliver, Sant Bartomeu, Constitució, Joan Alcover, Bartomeu Guasp y Manyoles.

En esta última calle danzaron frente a la casa del alcalde, Joan Simonet, y también en homenaje de Pere Ferragut, conocido como mestre Perico Gallet, uno de los veteranos cossiers que formaron parte de este colectivo en los años 30. Ferragut falleció en septiembre del año pasado, justo un mes después de haber participado en el que sería su último baile como cossier. Los familiares de mestre Perico quisieron agradecer a los bailarines el cariño demostrado y les obsequiaron con una de las primeras camisetas del colectivo. Fue el momento más emotivo de la mañana.

A la una de la tarde llegaron a la avenida de la Constitución, donde numeroso público esperaba que abrieran el acto de las corregudes de joies. Es tradición que la primera carrera sea la de los cossiers. Y a pesar del calor y del cansancio acumulado, no dudaron en apuntarse al sprint para llevarse la caña y el premio. Con alguna caída de por medio, el cossier ganador fue Pere Reynés. Tras los bailarines, llegó el momento de la carrera de s0nadors, que también fue muy reñida.

La jornada culminó con música, baile y cañas de otro tipo en un bar de la misma avenida. Después llegó el momento de un descanso, porque a las siete y media de la tarde comenzaba la misa, en la que participaron con la danza de l?Oferta y la Processó.