Unos navegantes localizaron ayer por la tarde en aguas del Port de Sóller un tiburón muerto de unos cuatro metros de longitud. Las causas de su muerte eran desconocidas ayer.

Tras dar el aviso, se desplazaron dotaciones de la Policía Local de Sóller y de la conselleria de Medio Ambiente hasta la playa del Través, donde el animal fue remolcado hasta un varadero que hay en la zona. Luego fue retirado por operarios de Natura Park, que se llevaron el escualo con el fin de identificar la especie y determinar las causas de la muerte.

Según explicaron algunos testigos, el animal era un tiburón dormilón, también denominado cañabota, muy común en aguas del Mediterráneo. Se trata de una especie que vive en las profundidades y que, en ocasiones, queda atrapada en las redes de los pescadores. Una vez en la superficie, suelen devolver estos animales al mar. Algunos, por sus heridas, acaban muriendo.

La cañabota gris (Hexanchus griseus) es un tiburón que habita las aguas profundas, avistado a profundidades próximas a los 2.000 metros, que apenas ha evolucionado de sus ancestros del periodo Jurásico hace unos 190 millones de años. Sus seis aperturas branquiales a cada lado de la cabeza, más próximas entre sí en la zona ventral, indican que se trata de un escualo muy primitivo, ya que las especies de tiburones más evolucionados presentan cinco aperturas branquiales.

La cañabota llega a medir hasta cinco metros de longitud y a pesar 590 kilogramos. Tiene un cuerpo robusto, y la cabeza ancha y aplanada con el rostro corto y redondeado. La boca, ventral y redondeada, tiene los dientes de la mandíbula superior en una fila, y los de la mandíbula inferior, en seis filas, con forma de peine.

No es una especie peligrosa para el ser humano, y los escasos ataques registrados a personas han sido tras provocarlo previamente. Su carne se comercializa fresca o congelada para consumo –aunque se considera semitóxica por sus fuertes efectos laxantes– y también para producción de aceite y alimentación de peces.