El núcleo costero de Can Picafort, en el municipio de Santa Margalida, aporta desde ayer su pequeño granito de arena a la oxigenación del planeta con la siembra de 480 árboles pertenecientes a especies autóctonas que llevaron a cabo durante toda la mañana de ayer varias decenas de alumnos del colegio público Voramar en un solar municipal de la localidad turística conocido con el nombre de sector nueve.

La jornada medioambiental fue organizada por la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del centro Voramar, el ayuntamiento de Santa Margalida y la asociación SOS Árboles, entidad que organiza siembras colectivas en diversos puntos de la isla. Los árboles que se sembraron, procedentes del vivero gestionado por el Govern en la finca pública de Menut (Escorca), eran ejemplares de romero, lavanda, aladierno, encina y madroño, especies autóctonas que no precisan de una gran cantidad de agua para subsistir.

La iniciativa tenía el doble objetivo de contribuir a la regeneración medioambiental de la zona verde donde se realizó la siembra y de divulgar entre los escolares que participaron las ventajas que se derivan de la existencia de los árboles y las características de las especies plantadas.

El solar que acogió la jornada está situado en la carretera Alcúdia-Artà, entre hoteles y apartamentos, y ejerce de pulmón verde de la segunda línea de can Picafort. En la parte del solar más cercana a la carretera se sembraron las encinas, mientras que en la zona opuesta los jóvenes alumnos trabajaban con las plantas aromáticas.

Paula Galarza, responsable de la entidad SOS Árboles, explicó que el objetivo de la asociación es el de organizar "reforestaciones masivas" con la ayuda de "gente de todas las edades" y la colaboración de las instituciones tanto públicas como privadas, que deben garantizar que las plantas sembradas "tendrán agua para sobrevivir". En este caso, será el ayuntamiento de Santa Margalida el encargado de mantener la plantación.

En la siembra llevada a cabo ayer, los expertos de la asociación añadieron hongos simbióticos a los árboles plantados porque contribuyen a "repeler las plagas y absorber los minerales de la tierra". El objetivo es que "entre el setenta y el ochenta por ciento de los árboles sembrados sobreviva".