Salvando todas las distancias, el Port de Sóller también puede decir que tiene a su particular Titánic. Su historia se remonta al pasado mes de agosto, cuando una vía de agua provocó el hundimiento de un velero de quince metros de eslora fondeado en el puerto. El agujero en el casco hizo que la embarcación acabara en el fondo del mar y, desde entonces, únicamente se asoman los palos por encima del agua.

Al igual que el mítico transatlántico que se hundió en 1912, la embarcación de Sóller permanece oculta bajo las aguas de la bahía a merced de las corrientes submarinas.

Por suerte, el hundimiento de la embarcación no ocasionó vertidos de carburantes en la bahía de Sóller, evitando situaciones como las vividas en Eivissa tras el hundimiento del Don Pedro. En el momento de zozobrar, el velero tenía vacío el depósito del combustible.

La embarcación está hecha por completo de madera y, finalmente, no fue extraída del fondo de la bahía, una circunstancia que ha incidido de manera profunda en el proceso de degradación hasta el punto de que prácticamente el casco ya es insalvable.

Las fotografías submarinas captadas por Antonio José Sosa muestran el estado en el que se encuentra el pecio, que ahora mismo se ha convertido en las aguas del Port de la localidad en una especie de réplica en pequeña escala del Titánic.

Una vía de agua

Al parecer, el deterioro de la madera del casco provocó una vía de agua que poco a poco fue haciéndose más grande hasta el punto de que el agua que entraba era más de la que se podía sacar.

Inexorablemente, sin posibilidad de salvación, la embarcación tocó fondo.

Desde ese momento, el velero se ha convertido en un improvisado escollo artificial a pocos metros de la costa donde la fauna submarina se mueve con absoluta libertad.

Sin embargo, algunos navegantes han alertado del peligro que supone para la navegación del resto de embarcaciones la existencia de los postes y otros elementos que sobresalen del mar o que están a escasa profundidad.

Otras versiones apuntan a que el peligro durará poco. Los expertos en la materia cuentan que la debilidad de la estructura de madera, dañada por el agua del mar, quedará completamente deshecha como consecuencia de los temporales marítimos que afecten a la costa de Sóller a lo largo de los meses de la temporada baja.

Entonces el problema no radicará en la peligrosidad de un barco hundido a pocos metros de la costa, sino en los restos del velero, que irán aflorando o, sencillamente, aparecerán en la costa como consecuencia del embate de las olas.

Mientras el mar decide qué futuro dar al pecio, las fotografías submarinas captadas por Antoni José Sosa muestran la belleza de un barco hundido en aguas del Port.

Los peces son los únicos visitantes de un barco con aire fantasmagórico y que, poco a poco, es engullido por la arena del fondo marino a la espera de que el mar lo convierta en un vestigio del pasado.