El derrumbe de parte de la carretera que conduce al pequeño santuario de Consolació (s´Alqueria Blanca, Santanyí), el 24 de agosto de 2007, podría al fin hallar una solución. La propiedad de la Gravera sa Creu (cuya actividad pegada a la vía en cuestión fue precintada y clausurada desde el mismo desprendimiento) mantiene contactos con el Bisbat para que el actual camino alternativo, de grava y tierra, de acceso al santuario sea acondicionado y bien adaptado como camino definitivo. En el tramo de carretera desplomada la Gravera sa Creu procedería a restaurar la zona para evitar peligros y también crearía un espacio tipo zona verde-merendero. Y la gravera, rellenada. El único obstáculo que tendría esta iniciativa es que el actual camino alternativo de grava y tierra figura en Área Natural de Especial Interés (ANEI), y su acondicionamiento como carretera definitiva debería disponer del pertinente permiso de la conselleria de Medio Ambiente del Govern balear.

Biel Vidal, hijo del titular de Gravera sa Creu (Tomeu Vidal), y líder de Convergència (antes de UM) en la oposición del ayuntamiento de Santanyí, afirma: "Si hay buena voluntad política de los que gobiernan el problema es fácil de resolver, pero si se sigue con la misma tendencia esto puede durar así muchos años más".

El Consistorio retorna dinero

Cabe recordar que tras el derrumbe el ayuntamiento de Santanyí impuso tres sanciones con máxima cuantía de 60.000 euros a la sociedad Sa Creu, a Tomeu Vidal (propietario de la finca) y al ingeniero de minas pagado por la empresa (director de la explotación). El motivo, el hecho de que la gravera careciese de la licencia de actividad municipal. Pese a que el Consistorio desde el desplome en varias ocasiones ha advertido que la actividad era "clandestina", múltiples veces le compró grava con dinero público.

De esta vía judicial sobre la falta de licencia de actividad solo se ha resuelto definitivamente lo de Tomeu Vidal. Éste recurrió y el Ayuntamiento, en lugar de esperar nueva resolución judicial, tramitó el caso vía ejecutiva con un 20% de recargo contra Vidal, lo que incrementó el montante hasta 72.000 euros. El titular de la gravera tuvo que abonar esta cantidad a la Agencia Tributaria. Un primer fallo judicial sentenció que Vidal debía pagar cero euros, luego el Ayuntamiento recurrió y el juez estableció finalmente una multa de un máximo de 17.500 euros. En consecuencia, el Consistorio, dirigido por el alcalde Miquel Vidal (PP), ya ha tenido que devolverle unos 50.000 euros, y seguramente tendrá que retornarle unos 5.000 más al solicitar el dueño los intereses de estos 50.000 euros durante tres años, por lo que en último término la sanción a pagar por Vidal no llegaría a 15.000.

Todo hace indicar que los casos del ingeniero y la sociedad Sa Creu correrán similar suerte.

La Gravera sa Creu, impulsada por Miquel Rigo, fue dada de alta por Minas en 1966. A mediados de los años 80 cogieron las riendas Tomeu Vidal y otros socios.