­El pasado industrial de Sóller se está muriendo. La última fábrica textil que todavía permanece en pie amenaza en convertirse en una ruina debido al mal estado de conservación del edificio y a la falta de cualquier plan para su conservación, así como la preservación de la maquinaria que conserva en su interior, lo que la convierte en una joya de la historia industrial del siglo XX.

La Fàbrica Nova es la última de las catorce industrias que funcionó a pleno rendimiento en Sóller en la fabricación de telas para la confección de ropa y sábanas. El mal estado del edificio ha llevado a sus propietarios a solicitar al ayuntamiento el precinto de un tramo del camino de Cas Jurat por el peligro de derrumbe de una edificación aneja al cuerpo principal de una fábrica que debía convertirse en museo textil.

La viuda de su propietario, Adela Oliver, cedió el 50% del edificio al ayuntamiento para crear el museo. En su testamento le dio un plazo de cinco años para hacerlo, pero el proyecto nunca cuajó. Y eso que recibió el apoyo de la Unión Europea que destinó 600.000 euros para su creación. El dinero finalmente se desvió a la creación del museo modernista de Can Prunera que impulsó la Fundació Tren de l´Art y el ayuntamiento perdió sus derechos sobre el edificio.

La historia de la Fàbrica Nova y, en su conjunto, de la industria textil de Sóller está todavía presente en muchos sollerics que trabajaron en este sector. La fabricación textil de Sóller tuvo su gran apogeo a partir de la Guerra Civil cuando las tropas franquistas bombardearon el cinturón industrial de Barcelona. Por entonces Sóller suplió en buena medida la producción de las fábricas catalanas destruidas por las bombas. La industria del valle llegó a funcionar casi por completo durante las 24 horas del día.

La que es conocida como la Fábrica Nova perteneció a la empresa Textil Mallorquina, S.A., una sociedad que fue impulsada por Damián Mayol, un rico empresario de Sóller que fraguó gran parte de su fortuna en la industria textil isleña. Mayol tuvo varias fábricas repartidas en Sóller y en el Pont d´Inca. Una de las últimas plantas de Textil Mallorquina que dejaron de funcionar fue precisamente la Fàbrica Nova, que produjo sus últimos metros de tela en 1971. La empresa no pudo competir con la renacida industria catalana y tampoco se había acogido a planes de modernización para incrementar la producción. El gobierno pagó una indemnización de 2.000 pesetas por cada telar que se paralizó.

En esta industria llegaron a trabajar más de sesenta operarios en dos turnos de trabajo. En sus telares se fabricaron telas de llistat, para la confección de camisas, y la de retorç, utilizada para la fabricación de pantalones.

En sus dos plantas se distribuían 45 telares, además de los urdidores, las villas, la sección de acabados y la tintorería, donde la ropa cogía su color final. En la Fàbrica Nova se instaló también una máquina para endoblar el hilo de algodón para hacerlo más grueso y resistente. Incluso llegó a tener su propio grupo electrógeno para paliar los cortes de electricidad durante la Posguerra. La electricidad era producida por un motor de gas pobre de la marca Deutz.

Un refugio para las palomas

Desde que se apagaron los motores de la Fábrica Nova su interior se ha convertido en refugio para las palomas. Su oxidada maquinaria está como la dejaron los trabajadores del último turno que cerró el edificio y en sus almacenes todavía se conservan numerosos retales, muestras y bobinas de tela aún por estrenar. En los despachos se amontonan los libros de contabilidad y en una de sus paredes permanece colgado un cuadro con la imagen del general Franco. Parece como si el tiempo se hubiera detenido en su interior.

La industria textil de Sóller desapareció definitivamente en 1990 cuando cerró la última fábrica. Tejidos Mayol, situada en Ca les Ànimes, colocó el punto y final a más de cien años de historia industrial en el valle.