La vigésimo octava edición de la Fira-Espectacle de ses Salines demostró una vez más el éxito de combinar tradición y artesanía con ocio y atrajo de nuevo a miles de personas de todos los rincones de la isla, que pronto se las vieron y se las desearon simplemente para encontrar aparcamiento cercano. Decenas de miles de personas pudieron disfrutar desde las 8,30 de la mañana de la apertura de más de 300 paradas con toda clase de productos, en un ambiente por momentos caluroso que hacía del paseo un atractivo visual.

Entre las nueve y las diez, fue cuando a la oferta culinaria y textil, se le unieron el mercado artesanal, la exposición de coches y motos antiguas. Además de la posibilidad de subirse a una réplica del globo Montgolfiere, situado en la calle la Pau y que permitía contemplar una panorámica de todo el pueblo desde las alturas.

A las once fue cuando empezaron a llegar las autoridades a la avenida Francesc de Borja Moll, recibidas por la Banda de Música de ses Salines.

Para facilitar la conexión con la Colònia de Sant Jordi (donde el acuario reabría con entrada gratuita), el Ayuntamiento habilitó un bus de 9 a 14 horas.