A las 7,30 horas caían gotas de lluvia sobre Selva para disgusto de expositores y organizadores de la XIV edición de la Fira de les Herbes. Sin embargo, era sólo un tímido espejismo de lo que resultaría la jornada, pues a las nueve de la mañana se abrieron enormes claros en el cielo y el sol comenzó a caldear.

La plaza de Selva y las calles de acceso acogieron numerosos puestos de venta, generalmente de artesanos, que ofrecían una gran cantidad de productos. Destacó especialmente la venta de plantas y flores, como no puede ser menos en primavera.

No obstante, el gran alambique instalado en la plaza atesoró ayer el protagonismo pues desde muy pronto la gente se agolpó a su alrededor a la espera de la destilación del agua de mirto (aigua de murta, en catalán). A las nueve de la mañana llegaron los carros que provenían de la comuna. Un grupo de voluntarios, capitaneados per Carles Amengual, médico de Selva, y Antoni Torrens, farmacéutico de sa Pobla, se encargó de cortar el mirto y trasladarlo al pueblo.

Tras montar el alambique y sellarlo se procedió a encender la caldera. Dos horas después brotaba la esperada esencia.

Entre tanto los cabezudos de s´Estol de ses herbes, ejecutaron sus danzas ante el numeroso público congregado. Cada uno de los cabezudos portaba una hierba diferente que además aparece en alguna de las rondalles.