El municipio de Banyalbufar revivió ayer su pasado más esplendoroso con su segunda edición de la feria gastronómica Eres negre en la que rememoró la antigua tradición del pueblo del cultivo y exportación del tomate de ramillete. La tradición que envuelve el tomate de ramellet se combinó con las tapas elaboradas con este fruto que ofrecieron nueve establecimientos del pueblo que sirvieron junto al vino de malvasía, oriundo de Banyalbufar. Los restaurantes participaron en un concurso para elegir la mejor tapa, mientras que, ya de tarde, la fiesta Eres negre se trasladó a la cala con el festival de música en el que participaron varios grupos de jazz, música negra y funk.

Mientras tanto, en la plaza principal, los mayores de la tercera edad se recrearon con la vieja tradición de engastar los tomates en los típicos ramilletes, una labor hecha a mano, con hilo, aguja y mucha precisión. Tal y como explicó el organizador del evento, Alberto Fernández, Banyalbufar tuvo en los años 30 su mayor apogeo en la producción de tomate de ramillete. Se llegaron a producir 4.500 toneladas que se exportaban principalmente a Barcelona hasta que la Guerra Civil acabó con el negocio. Hoy en día, esta variedad de tomate solo se cultiva para el consumo doméstico. Margarita Picornell recordó sus tiempos mozos cuando ella y su familia se dedicaban a cultivar y engastar en los ramilletes los tomates. "Era otra variedad, tenía una pequeña teta en su parte inferior" y "era riquísima". Durante la temporada del tomate "llegamos a producir hasta 7.000 ramilletes" de la que entonces se conocía como la variedad "vermella" que se caracterizaba "por ser un tomate muy lleno y de un gran sabor". Sebastià, recuerda que esta variedad "se conservaba todo el invierno" lo que permitía cocinar o hacer pa amb oli con tomate fresco.