­"Yo no me quiero arriesgar a llenar un espacio con 200 personas y que la estructura no aguante y se venga abajo", explica Joan Ribot, alcalde de Ariany, refiriéndose al teatro municipal, pendiente de reforma desde hace años y ahora aparcado hasta que no pueda hacerse una estructura nueva de manera paralela o bien sea demolido y construido de nuevo.

Construido en los años sesenta en un ala del edificio parroquial donde se encuentra la tercera edad o el centro juvenil, la suya fue una edificación paulatina y altruista, basada en el trabajo voluntario de los obreros del pueblo, sin prisas pero sin pausas. "Lo malo es que ni las técnicas ni los materiales son los que tenemos ahora. Está situado en la primera planta, con lo cual el peso de los espectadores descansaría en pilares y una base endebles. Así como está, rehabilitarlo para eventos culturales es imposible".

Los técnicos del Consell de Mallorca consultados tampoco son partidarios. Durante doce años de inactividad y hasta que no se arreglaron las goteras, el agua se fue filtrando y la humedad ha terminado también por dañar la estructura. Demasiado para un diagnóstico conservador.

Fue entonces, en 2008, cuando el ayuntamiento de Ariany decidió intervenir pidiendo la cesión del edificio al Bisbat de Mallorca, que mediante un convenio de uso municipal por 30 años se aseguraba a cambio la reforma de la plaza de la iglesia de Nostra Senyora d´Atocha, escasos metros más allá.

Pero, ¿cuál serían las soluciones al problema? La primera se basaría en emprender una nueva estructura paralela a la ya existente que permitiera que, sin demoler el edificio, se pudiera rehacer desde dentro derribando después los pilares antiguos. La otra y más sencilla, pasaría por tirar toda el ala del teatro para volver a armarla desde cero. "Creo que esta sería la opción más recomendable e incluso la más barata", señala Ribot, "pero en estos momentos no podemos hacer frente en solitario al proyecto, es imposible".

Abandonado a mediados de la década de los ochenta, el Ayuntamiento intentó en reiteradas ocasiones emprender una reforma integral con la ayuda de Cooperación Local del Consell para que redactara el proyecto y dirigiera la obra. Ariany todavía espera.

Sí que sobre la mesa hay una cifra aproximada de lo que podría valer la intervención: 200.000 euros, a mil euros la butaca. Eso para un municipio que apenas llega a los mil habitantes es demasiado desembolso. "Es el momento de nadar y guardar la ropa, como se dice. Lo primero es pagar las facturas y a los proveedores, que ya lo estamos haciendo a 30 días. Lo demás ya vendrá".

Actualmente, del espacio escénico arianyer queda el esqueleto. Se distinguen perfectamente el patio de butacas y el escenario, aunque ya no hay asientos, el techo es metálico y las paredes son de marés sin finalizar. Y así seguirá por el momento.