Miles de personas abarrotaron Sóller ayer por la tarde para participar en las batallas de moros y cristianos. Sóller revivió el simulacro del Firó, la fiesta por excelencia de cuantas se celebran en el valle en la que se conmemora la invasión sarracena que ocurrió el 11 de mayo de 1561.

Pero la de ayer fue una fiesta un tanto diferente a la de años anteriores. Las fuerzas de seguridad tomaron la ciudad en un despliegue sin precedentes con el fin de asegurar que todo transcurriera según el guión en todos los escenarios por donde se desarrollo el simulacro. Se movilizaron un total de 130 efectivos entre agentes de la Guardia Civil (40 uniformados), Policía Local (27), Protección Civil de varios municipios (40), servicios sanitarios del 061 y Cruz Roja (15) y Bomberos (8). Todo ello, con el fin de evitar incidentes y asegurar un aforo en el centro de Sóller que no rebasase las 8.000 personas. Esta cifra se estableció para garantizar la seguridad del público y los participantes de acuerdo a las dimensiones de la plaza. Las fuerzas de seguridad tenían previsto cerrar el acceso al centro de Sóller si se superaba el aforo máximo, una medida que finalmente no tuvo que aplicarse.

Los colectivos que organizan el Firó (payeses, moros y payesas) establecieron dos zonas habilitadas para el público y un espacio acotado para las batallas. Estas medidas se encuadraban en el amplio dispositivo en el que habían trabajado los colectivos y las fuerzas de seguridad tras el Firó de 2013 en el que el centro de Sóller quedó colapsado de gente. El temor a una avalancha humana estuvo presente desde que se empezó a organizar la fiesta que se celebró ayer.

Misa en Can Tamany

El simulacro del Firó arrancó oficialmente con la ofrenda de coronas al monumento al Once de Mayo y la posterior misa en Can Tamany a la que asistieron las autoridades, Valentes Dones y todo el séquito de personajes históricos. Fue el inicio de una larga jornada que continuó a partir de las 3 de la tarde cuando el capità Angelats convocó a las tropas cristianas después de recibir el aviso de que unos piratas sarracenos habían sido divisados cerca del Port con intención de saquear la villa. Tras encomendarse a la Mare de Déu pronunció su tradicional arenga con la que los soldados a sus órdenes se disponían a defender el valle del ataque moro.

El siguiente escenario se trasladó al Port. A las 5 de la tarde se produjo el desembarco en la playa de Can Generós y la primera de las batallas que culminó con victoria cristiana. Posteriormente el enfrentamiento entre tropas moras y payesas se trasladó a la playa de Can Repic donde los sarracenos consiguieron su objetivo.

No fue una hora más tarde cuando ya en Sóller se produjo la batalla del Pont de Barona, el preludio de la madre de todas las batallas que se avecinaba en la plaza de la Constitución.

A las 20.30 horas las tropas sarracenas tomaron la plaza para saquear sus casas y la iglesia. Treinta minutos después hacían su llegada las payesas encabezadas por el capità Angelats para defender la villa hasta que se produjo su victoria final. Llegó el momento del éxtasis en la plaza de Sóller con el discurso de la victoria del capità Angelats en el que, como manda la tradición, aseguró ante miles de personas que "mentre el món sigui món, es llegirà dins la història que els sollerics, aquest dia, alçaren honor i glòria".