Miles de personas aprovechan el día casi primaveral para visitar la tercera feria de Inca, dedicada a la sostenibilidad y al mercado de época. La ciudad entra a partir de ahora en la cuenta atrás de la feria de ferias que se celebrará el día 13

Miles de personas se bajaron ayer a la última estación antes de la llegada a la terminal del Dijous Bo. La tercera feria de Inca, dedicada a la sostenibilidad y al mercado de época, resultó un ensayo más que efectivo de cara a la celebración de la feria más grande, el próximo 13 de noviembre. De los tres eventos comerciales previos al Dijous Bo, el de ayer fue, de largo, el más multitudinario.

Y es que todo lo relacionado con el medio ambiente y la gastronomía es un éxito seguro entre el público mallorquín, que se desplazó a lo largo de todo el día de una plaza a otra para disfrutar de un programa ferial diseñado para gustar a gente de todas las edades y condiciones.

Las calle Major y Miquel Duran concentraron la llamada feria de la sostenibilidad, en la que se ofrecían numerosos productos naturales y artesanales, además de las flores y plantas que siempre llaman la atención del público. La plaza de Santa Maria la Major era la que tenía un sabor más autóctono y donde se pudieron degustar los típicos embutidos mallorquines, entre los que la sobrasada reinaba por encima de todos. Una agrupación de ´ball de bot´ amenizó la jornada con sus boleros y fandangos.

El llamado mercado de época estuvo instalado en las calles Comerç, Bisbe Llompart, General Luque y las plazas de la Llibertat y Antoni Fluxà. En esta zona delimitada de la ciudad el espíritu del medievo impregnaba todos los puestos de venta. Las charangas y los grupos de animación contribuían a incrementar el buen ambiente. La muestra de aparatos de tortura que llenaba la Plaça d´Espanya también llamó la atención del público, y los más pequeños alucinaron con un dragón gigante sobre el palco.

La calle de Sant Francesc fue el lugar de animación infantil por excelencia, ya que se organizaron diferentes talleres de joyería y cerámica para los más pequeños.

Por su parte, el claustro de Sant Domingo estuvo dedicado a la primera edición de ´Món de noces´, una muestra en la que todos los aspectos relacionados con las bodas y ceremonias tuvieron cabida.