Ferran Cano (Caracas, 1940) es nieto de Emili Darder, el alcalde de Palma fusilado. Nacido en el exilio, se licencia en Derecho y hace cuarenta años funda la legendaria galería artística Els 4 Gats, que hoy lleva el nombre del galerista y está abierta en Palma y Barcelona. Fue la primera persona que compró una obra a Miquel Barceló.

–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Qué mira?"

–Miro de subsistir, que ya es bastante. Podría dar un máster de crisis, porque siempre he vivido en ella, pero o ésta es diferente, o yo me he hecho mayor.

–¿Por qué se ha sentado con la espalda contra la pared?

–Ernest Lluch siempre se sentaba en el Camp Nou contra una columna de hormigón. Me decía que "llevo muchos años dando clase, por lo que siempre podría atacarme un alumno. Creo tanto en el diálogo que, si lo veo venir de frente, estoy seguro de desarmarlo con la palabra". Sus asesinos no le dieron esa oportunidad.

–¿Galerista viene de condenar a los artistas a galeras?

–Es un camino compartido. Andy Warhol pronunció su pesimista "el arte es el mercado", cuando el galerista Leo Castelli seleccionó las piezas que le interesaban y se dio cuenta de que ni como artista podía elegir su obra. Yo prefiero que elija el artista, y así me va.

–El galerista debiera imponer su criterio.

–Bruno Bischofberger, que representa a Miquel Barceló, me dijo un día que "siempre serás un pésimo galerista, porque prefieres la obra de un artista al dinero que te proporciona". Sinceramente, creo que ni él es así.

–En Mallorca, pocas pelas y muchas peleas.

–No nos llevamos tan mal, no mantengo enemistad absoluta con ningún galerista. Ocurre que se ha cerrado la última carbonería de Palma, y también las galerías caminan hacia su extinción. El arte es el mercado.

–¿Cuántas personas fueron la primera en descubrir a Miquel Barceló?

–Yo lo plantearía por pasiva, se había de ser muy malo para no descubrir a Miquel Barceló. Sólo fui la primera persona que le compró un cuadro. Tenía quince años y parecía más joven, era un niño guapo. Me lo recomendó Joan Manresa –que sería su descubridor–, el artista me enseñó sus dibujos y le dije que me gustaban tanto "que éste me lo quedo yo". Me respondió que "nadie me ha querido comprar uno, ¿qué precio tiene?" Le corregí que la cantidad tenía que ponerla él. Todavía conservo aquel escarabajo sobre una partitura.

–¿Qué futuro le auguró a su descubrimiento?

–Formaba parte de un grupo en el que podrían haber triunfado otros, como Tomeu Cabot o los hermanos Terrades. Sin embargo, Miquel tenía un talento especial y un sorprendente nivel intelectual, que forma parte de su impacto. Era pluridimensional, Castelli me aseguró que "Barceló triunfará porque lleva el éxito dentro".

–¿Barceló aplastó a todos los artistas mallorquines subsiguientes?

–Hubo un trauma Barceló, que afectó a los artistas y sobre todo a los padres de artista, que se te acercaban para preguntarte, "¿crees que mi hijo podría ser un nuevo Barceló?" La profesión de los parias perdió su estigma.

–¿Miró amaba Mallorca porque no era mallorquín?

–La amaba porque aquí podía trabajar con tranquilidad, pero le veía todos los defectos. Miró se quejaba de que "en Mallorca no me quieren y me ignoran", cuando veía que el alcalde barcelonés Narcís Serra, la BBC o la TF1 francesa se desplazaban a la isla para grabarle en su domicilio. Yo le replicaba que era un problema de formación, y me añadía que "una cosa es la cultura y otra, la educación".

–Miró, genio sin palabras.

–Era un surrealista a veces, pero le he visto muy empreñado. Era más rápido con la imagen que con la palabra. Le pregunté cómo sería su escultura para el Parc de la Mar, y me la dibujó en la esquina de un Diario de Mallorca que conservo. No se hizo nunca, porque Miró se negó a estrechar la mano del gobernador franquista Carlos de Meer.

–Si un constructor paga más, se lleva el cuadro del artista comprometido.

–Es la mayor contradicción. Un verano tenía la galería cerrada, y la abrí porque la esposa de un hijo del dictador dominicano Trujillo quería ver obra. Me compró una paloma de la paz. Menudo trabajo tengo.

–¿Cómo se le dice a un joven ilusionado que no sirve para esto?

–Es lo más difícil del mundo, porque abundan los precedentes de equivocaciones. Procuro ser más generoso con el principiante que con el artista consagrado, aunque suele hacerse al revés. También a Joan Miró le dijeron que no servía para esto, y le salvó de la depresión una galería minúscula en el Diario de Barcelona.

–¿Alguien ha visto alguna vez el vídeo íntegro de un vídeoartista?

–Es una injusticia que el vídeo llegara antes que el cine a las galerías y museos, ahora hay una marcha atrás.

–Matas y Munar compraban arte.

–Matas sólo venía a hacerse la foto a Arco, y tampoco Munar me ha comprado personalmente. A mí me tocaron las migajas de las instituciones. A precio reducido, y sólo para que me callara y me portara bien.