Comprensión fraternal, generosidad y saber ponerse en el lugar del otro. Así define Josep Roca la relación que mantiene con sus hermanos Joan y Jordi, la tríada que sostiene El Celler Can Roca de Girona, uno de los mejores restaurantes del mundo. Dos de los tres vértices de este triángulo, Josep, sumiller, y Jordi, pastelero; estuvieron ayer en el Club Diario de Mallorca para compartir experiencias y filosofía de vida y trabajo.

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De la mano de BBVA y bajo el título de Historias que transforman, Josep y Jordi expusieron cómo se han ido adaptando a un cambio de paradigma en el que la persona se sitúa en el centro. "La revolución hoy es emocional, sensible; hacia las personas", dijo Josep Roca ante un salón de actos lleno a rebosar en el que destacaba un nutrido grupo de estudiantes de hostelería de los IES Juniper Serra y Calvià. Respondiendo a las preguntas de Mercè Marrero, responsable de comunicación de Amadip Esmenty colaboradora de este periódico, tanto Jordi como Josep resaltaron la importancia de escuchar y ser escuchados, de cuidar y ser cuidados, algo que, por supuesto, aplican a su relación con sus clientes, pero también a su equipo humano, al que se refirieron como "clientes internos". "Apostamos por la inteligencia y el talento de cado uno que es diferente al del otro", resumió Josep, quien asumió que el próximo reto al que se enfrentan es la revolución emocional.

Por su parte, Jordi expuso la importancia de dar confianza para que "fluya la comunicación" y se despierte la autoexigencia de cada uno. Admitió también que la expectativa de los clientes que acuden a Can Roca es muy alta y que para ellos es una gran responsablidad: "Queremos que se sientan como en casa y que sepan cómo vivimos nosotros la gastronomía", defendió el menor de los Roca.

Cómodos en ese triángulo formado por los tres hermanos, una figura que hace necesario llegar a un acuerdo, los Roca han sabido combinar todo el bagaje de las generaciones que les han precedido en el oficio con sus nuevas ideas. "Desde pequeños los tres hemos ayudado en el restaurante familiar, hasta que terminamos nuestra formación en la escuela de hostelería de Girona", rememoró Josep, el mediano de los hermanos Roca. Definieron su trabajo como el resultado de un mestizaje de la cocina de su abuela, su madre y la académica y se mostraron convencidos de que la siguiente generación Roca "tiene que hacer algo diferente" sin tener que cargar, necesariamente, con el peso de El Celler de Can Roca. Ambos reconocieron que ponen pasión "desbocada" en todo lo que hacen y que la suya es una búsqueda constante para mantenerse "siempre ignorantes en positivo" y mencionó el trabajo de "creatividad transversal" que llevan a cabo en La Masia, un espacio de generación y retención de talento.

Embajadores del sector primario, los Roca creen que "la cocina tiene sentido si está enraizada en el territorio" y admitieron asumir el reto de ser auténticos. "Hemos hecho de nuestro oficio nuestra vida", resumió Josep.

David Conde, director de la territorial Este de BBVA, puso El Celler de Can Roca como ejemplo de cómo una pyme puede conseguir el éxito aplicando la creatividad, la innovación y la sostenibilidad, unos valores que, dijo, tienen en común Can Roca y BBVA. Por su parte, Pedro Ramírez, director de Pymes Territorial Este de BBVA, resumió cómo la entidad bancaria se ha transformado en los últimos quince años para adaptarse a un entorno cambiante y a las nuevas necesidades de sus clientes, subrayando la importancia de la cercanía. Luis Foix, director de zona Balears de BBVA fue el encargado de clausurar el acto cuyo colofón fue el cóctel servido por Esment.

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