España ha consagrado a José Tomás como leyenda viva del toreo. Más de una década después de que tomase en 1995 la alternativa en la plaza de México D.F. y a punto de cumplirse un año de su regreso a los ruedos tras una ausencia de cinco años, periódicos, televisiones y radios alabaron ayer la faena del diestro en la tarde del jueves en la madrileña Plaza de Las Ventas.

Seis años después de haber pisado por última vez el coso de la capital española, Tomás, de 32 años, cortó cuatro orejas, condujo al público a la apoteosis colectiva, salió a hombros por la Puerta de Madrid, reservada a los más grandes, y, según destacaba ayer la prensa, "subió a los cielos", ante la presencia del Rey y la infanta Elena, grandes aficionados a los toros.

Todos los rotativos nacionales de información general -con excepción de Público, de izquierdas y antitaurino- llevaron ayer el triunfo de Tomás a primera página. La prensa deportiva y hasta la económica dedicaron espacio al diestro. Y es que hacía cuatro décadas que ningún torero cortaba cuatro orejas en Las Ventas en una misma tarde. Tomás lo hizo pocos días antes de que el 17 de junio se cumpla un año de aquella tarde en la que, en la Monumental de Barcelona, volvió a enfrentarse al toro tras una larga ausencia.

"Vivir sin torear no es vivir", aseguraba pocos días antes de ese regreso, cuando The Wall Street Journal convirtió en noticia de portada a este hombre que, como no podía ser de otra manera, a quien más admira es al mítico Manolete, el mayor torero, junto a Belmonte, que tuvo España.

Madrileño de Galapagar, en la sierra, Tomás estaba considerado uno de los matadores con mayor estilo y coraje de los últimos tiempos ya antes de desaparecer de los ruedos en 2002, tras una mala temporada, críticas y una fuerte presión.