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Jesús Marchamalo, Premio Nacional de Periodismo Cultural 2023: «Es una pena que un joven periodista no pueda vivir de su trabajo»

«Con las series de televisión y con las películas, uno también está leyendo, aprendiendo», afirma este colaborador de espacios culturales

Jesús Marchamalo, ayer en Palma,  a donde ha viajado con cuatro libros para un día.

Jesús Marchamalo, ayer en Palma, a donde ha viajado con cuatro libros para un día. / B. Ramon

Montse Terrasa

Montse Terrasa

A Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) siempre le ha gustado la cultura y afirma que en el territorio de los libros se mueve con comodidad. Recuerda que el primer libro del que no entendió «absolutamente nada» fue Rayuela, de Cortázar. Pero por eso mismo, afirma que los mejores libros, esos que te cambian la vida, son los que no acabas de entender.

¿Es usted un entusiasta de la cultura? Así lo ha reconocido el jurado del Premio Nacional de Periodismo Cultural.

Me encantó que en el acta se mencionara la pasión y el entusiasmo, porque es verdad que vivimos en una sociedad en la que hay un vértigo permanente, pero hay una especie de contención social, un control de las emociones que a mí me supera. Me encantó, cuando me comunicaron el premio, ponerme nervioso, decir incongruencias, seguramente, emocionarme.

¿Cuál es la situación del periodismo cultural en esta era digital y de los clickbaits?

Recuerdo que con mi primer contrato en el año 92, en Radio 3, pude irme de casa de mi madre, alquilarme un piso, pequeño, y no creo que eso sea posible para un joven periodista. En general para un joven, pero para un joven periodista, definitivamente, no. Se está cobrando cantidades ridículas por un artículo, cantidades ridículas por colaboraciones y es una pena que un joven periodista no pueda vivir de su trabajo y no pueda realizar el trabajo con el tiempo que requiere porque tiene la obligación de hacer decenas de cosas para poder seguir adelante. Hay una frase que digo con mucha rotundidad y es que la gratuidad puede acabar con la cultura. No ser consciente de que los creadores, en el más amplio sentido de la palabra, tienen que cobrar por su trabajo, puede conllevar que se tenga que dejar de crear ante la imposibilidad de vivir del cine, de la literatura, del periodismo cultural…

¿Está suficientemente valorado el periodismo cultural?

No sé muy bien en qué escala del prestigio está, lo que sí sé es que si pienso en la cantidad de gente interesante a quien he leído, he escuchado, a quienes admiras profundamente, la cantidad de conversaciones apasionantes a las que he asistido, es un privilegio poder estar cerca de estos creadores, cineastas, escritores, literatos, gente del mundo de la música, porque es muy enriquecedor.

En la inauguración del curso de la UNED ha hablado de las palabras. ¿Tiene una favorita?

Tengo muchas. En este momento en que está el mundo, concordia, paz, entendimiento, conversación creo que son palabras que mencionamos casi a diario. Hay muchas palabras que me gustan. ¿Cuántos idiomas somos capaces de hablar? Hablamos el idioma de los profesores, el idioma de los padres, el de los hijos, con los colegas hablamos el idioma de los amigos, de modo que cada día nos vestimos con las palabras adecuadas al sitio al que vamos. De repente, vibrátil, me parece una palabra tan bonita, que al pronunciarla se queda casi flotando en el aire hasta que finalmente cae, aunque no lo escuchemos.

Ha recordado que fue un niño lector de clásicos, de tebeos… Los niños de hoy recordarán una serie de Netflix…

Pues no soy nada talibán con la lectura. Creo que hay que ser generosos con la lectura, hay muchas maneras de leer. No sé si hemos perdido ese valor que se daba a la lectura porque creo que ahora mismo leemos como nunca. Veo todo el tiempo a la gente con los móviles, en el metro, en los autobuses y no sabes qué están leyendo. Con las series de televisión y con las películas, uno también está leyendo, también uno está aprendiendo.

¿Qué biblioteca de escritores es la que más le ha sorprendido?

He visitado como 60, yo creo que he visitado todas menos la de Javier Cercas y Eduardo Mendoza. Estuve en la de Javier Marías, Pérez Reverte, Clara Janés, Clara Sánchez, Marta Sanz, Emilio Lledó… Lledó, por ejemplo, no sé que número de libros puede tener, pero tiene toda la casa llena de libros, me gustó mucho. Y me gustó mucho la de Bernardo Atxaga, es una biblioteca preciosa, la ha hecho en un desván de una casa del siglo XVII, en un pueblo y es como una bodega de barco del XIX…

¿Qué libro es el que espera leer en algún momento?

Ahora mismo me he traído el último de Fosse, el premio Nobel de este año.

¿Había leído algo de él?

No, no lo conozco, bueno, en general, yo nunca conozco a los Nobel, solo excepcionalmente. Paso una noche aquí [en Palma] y me he traído cuatro libros, nunca se sabe qué va a poder pasar, qué necesidades vamos a tener y siempre es bueno tener lectura de sobra.

Es verdad que es un entusiasta...

Hay que ser un entusiasta siempre, hay que hacer una reivindicación del entusiasmo, nos educan para ser muy comedidos, muy contenidos, muy europeos y me rebelo contra la contención. Hay veces que no vivimos las cosas con entusiasmo porque da un poco de apuro, hay algo un poco infantil en el entusiasmo y, definitivamente, es algo que deberíamos recuperar.

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