Cine

Giancarlo Giannini en Mallorca: «Hay que contar también mentiras, pero las bonitas»

El conocido actor italiano está en Palma para participar en el festival cinematográfico italo-español Estimar. Acumula décadas de carrera, parte de ella en Estados Unidos  

Giancarlo Giannini, en Palma. | B. RAMON

Giancarlo Giannini, en Palma. | B. RAMON

Montse Terrasa

Montse Terrasa

Giancarlo Giannini (La Spezia, 1942) enlaza cigarrillos y anécdotas, vivencias personales en las que también aparecen otras estrellas de la gran pantalla como Marlon Brando, quien le aconsejó que actuara «sin leer el guion», que en eso consistía ser actor. Con décadas de profesión a sus espaldas y tras haber actuado en películas de Luchino Visconti, Mario Monicelli, Lina Wertmüller, Tinto Brass, Francis Ford Coppola y Ridley Scott dice que a su edad «es difícil tener proyectos». Estos días está en Palma, participando en el Festival de cine italo-español Estimar. Durante la conversación, insiste en que la interpretación es «un juego», «magia» y que no hay que tener miedo a equivocarse. «Hay que fallar para poder triunfar», reitera.

En un encuentro con prensa, Giannini explica que la interpretación le ha permitido seguir fantaseando «como un niño». «De grandes, nadie nos cuenta historias, ni siquiera tu marido o tu mujer... Hay que contar también mentiras, porque alimentan la historia de la vida, pero las mentiras bonitas, simpáticas», reflexiona el veterano actor.

Giannini fue nominado al Oscar en 1976 por Siete bellezas y cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, aunque con su peculiar sentido del humor se resiste a considerarse intérprete y se define como «perito electrónico industrial». A lo largo de su carrera ha hecho mucho cine (incluidas dos películas de James Bond) y también teatro. «Hacer de actor es dificilísimo, pero recibes ayuda. Tienes 3.000 ojos que te están mirando, pero están dispuestos a seguirte allá donde vayas. Y no soy yo quien habla, es Shakespeare quien habla por mí. Es ese sentido de magia entre el que cuenta», se explica.

Giannini, este viernes, en el hotel Palma Blanc, una de las sedes del festival Estimar.

Giannini, este viernes, en el hotel Palma Blanc, una de las sedes del festival Estimar. / B. Ramon

Su trabajo con grandes maestros

Al preguntarle por esa lista de grandes cineastas con los que ha trabajado, responde que ha tenido «grandes maestros» y menciona a Visconti, Wertmüller, Coppola y Scott. Como actor, considera que su trabajo es el de «ir ayudando al director para que se cumpla su idea». «Obviamente, si no estoy de acuerdo, voy proponiendo cosas... Pero en el cine, lo más fundamental es el montaje, mientras que en el teatro no», añade.

Giancarlo Giannini se declara defensor de «la simplicidad y la fantasía», algo que «desgraciadamente se ha perdido hoy», lamenta. Para implicarse en un proyecto, este tiene que generarle «curiosidad». «Me tiene que crear la duda de si seré capaz de hacerlo o no. Y cuando piensas que no podrás, lo tienes que hacer. A mis alumnos siempre les digo que tienen que fallar, porque de los errores se aprende», reitera.

Con sus palabras, deja claro que le fascina la naturaleza, que se inspira en ella, como cuando para El mal oscuro, interiormente, se puso en la piel de 104 animales diferentes, comenta riéndose. Su intención era «crear una confusión mental en el espectador» y que en cada escena viera algo diferente. Del mimo francés Jean-Louis Barroult aprendió que «ser actor es incidir con tu ser en el espacio, con tu cuerpo, con tu voz» y para ello, «hay que aprender todos los trucos posibles».

Para Giannini, el «aburrimiento es lo peor» en su profesión y eso se llega a trasmitir al público. Por ello, dice que «no es fácil ser el protagonista, es mejor hacer partes pequeñas». Quizás para evitar ese hastío, el italiano asegura que no «entrena» los personajes. «He hecho Romeo y Julieta durante tres años por toda Europa. Cuando tomo el veneno y estoy un cuarto de hora así [se queda quieto] delante del público ¿qué hago? ¿Cómo entro en la muerte? Finjo ¿no? Finjo por todo. No se trata de ti, es el público el que tiene que creer en tu actuación», concluye este ‘no actor’.

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