Arte / Inauguración de un espacio cultural recuperado

Can Boni une arte y patrimonio en la antigua galería Ferran Cano

Una de las salas expositivas de mayor prestigio que hubo en Palma inicia a partir de este viernes una nueva vida de la mano de inversores privados que han preservado elementos históricos

Montse Terrasa

Montse Terrasa

Cuatro años de proyectos, obras y muy pensadas restauraciones de elementos patrimoniales con siglos de historia culminarán esta tarde con la inauguración del nuevo espacio de la Gallery Can Boni, que se amplía en lo que fue la sala que durante 40 años gestionó el galerista Ferran Cano en la calle Forn de la Glòria. Las cerámicas y pinturas del felanitxer Pere Bennàssar Obrador son las primeras que se exponen aquí, bajo el título Entropía de Eco, Psique y Pandora, pero tienen un serio competidor: el lugar que las acoge.

Can Boni es un deseo cumplido de toda una familia apasionada por el arte y con el propósito de ayudar a artistas locales. Las caras visibles y quienes han estado implicados en las obras de restauración del espacio que este viernes (19 horas) se presenta por todo lo alto, con alfombra roja incluida, es la pareja formada por los también artistas Kate Korotkina y Toni Caimari, ‘Nino’. Desde Alemania, la madre de ella, Elena Schulgina, mecenas y coleccionista de arte, y el padre, Grigorij Korotkin, ambos al frente de una empresa especializada en cuidados geriátricos, han estado apoyando en todo momento y financiando el proyecto.

Desde un principio, los empresarios de origen ruso y afincados en Alemania tuvieron claro que la antigua galería Ferran Cano, cerrada desde 2013, debía seguir ligada al arte y que no podía acabar siendo una tienda franquicia o un restaurante y la compraron. «Ahí se demuestra su sensibilidad y amor al arte», destaca Caimari sobre la iniciativa de Elena Schulgina.

En 2018 ya habían abierto Can Boni, en el número 8 de la misma calle Forn de la Glòria, y tras la pandemia impulsaron con mayor fuerza las exposiciones colectivas de artistas de la isla. «En el mundo del arte y la cultura parece que todos tienen que ser entendidos, haber estudiado y leer muchísimo, hablar con términos artísticos. Y la realidad es que aquí entra todo el mundo, gente que entiende muchísimo de arte y otra que ha visto una obra y le emociona. El arte no hay que entenderlo, hay que sentirlo», explica Kate Korotkina.

Y mientras dirigían Can Boni, donde cuentan con la ayuda de Tatiana Caimari, comenzaron con la rehabilitación de la antigua Ferran Cano, que ahora se convertirá en la joya de la corona de su galería. Allí, el aljibe es uno de los puntos esenciales, «es una maravilla», se admira Caimari señalando los sillares. La escalera de piedra, medieval, que lleva hasta él se ha protegido con una estructura de vidrio, que permite acceder de forma segura y, al mismo tiempo, contemplar la estructura original.

El antiquísimo horno que dio nombre a la calle y que ya aparecía en el Llibre del Repartiment de Jaume I, un molí de sang, un pozo, arcos de piedra y vigas de madera son algunos valiosos elementos patrimoniales preservados.

Con Pere Bennàssar se cierra un círculo. Él fue uno de los artistas que exponía con Ferran Cano y ahora regresa a este espacio restaurado para inaugurarlo. Joan Carles Gomis es el encargado de redactar el catálogo de la exposición, que se presentará más adelante.

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