Miquel Puigserver: “La tecnología ha democratizado la cultura, pero también ha creado un caldo de cultivo para mucha mediocridad"

El multiinstrumentista y productor musical, en la escena musical independiente desde 1998, publica su primer trabajo en solitario, 'Two Doves'

Conocido artísticamente como MiQ Puigserver, ha participado en grupos como Post, White Bear y Misery Strings

Miquel Puigserver, músico

Miquel Puigserver, músico

¿Qué significa para Miquel Puigserver ser independiente?

Si hablamos de música, no puedo concebir lo contrario. Prefiero trabajar de peón en una obra a prostituirme musicalmente. Hago lo que me gusta y lo que me llena. Si eso supone llegar a menos gente o no hacer música acorde a los tiempos actuales, me da igual. Claro que me gustaría tener un público mayor, pero la relación que tengo con la música está por encima de opiniones o de dinero. A veces hay gente que, con todo su cariño, me suelta frases del estilo: “Tienes que hacer una canción como esta” o “para triunfar tienes que cantar en tal idioma”. Es una forma bonita de decirte que no encajas.

¿Considera que en la actualidad prima el deseo de llegar al mayor número de gente por encima de la calidad del producto que se ofrece?

Supongo que si quieres vivir de las escuchas en Spotify estás obligado a hacer una propuesta que le guste a mucha gente. Al final es algo que ha pasado siempre. Cada generación busca transgredir sobre la anterior y buscar algo que la diferencie. Me sabe mal por la juventud actual, porque les ha tocado una mala época. La tecnología ha democratizado la cultura, pero también ha creado un caldo de cultivo para mucha mediocridad. Es verdad que después pienso, ¿quien soy yo para juzgar lo que hace otro artista? Quizás soy incapaz de entender al nuevo Bob Dylan del trap, pero otras veces veo claro que la calidad de las propuestas es musicalmente pobre y que en general la gente no presta atención a la música.

¿Qué busca en la música?

Lo mismo que un cristiano en la iglesia. La música me ha salvado en diversas ocasiones y para mí es una forma de vida. En este caso soy predicador y practicante. Me gusta escucharla y crearla. Soy de los que recuerdan los años por la fecha en la que se publicaron los discos que me gustan. Hay un tema instrumental en el disco (Finding Balance) que precisamente trata sobre esta conexión. En un momento dado me encontraba bastante perdido y fue esa frase, la de encontrar el equilibrio, la que me devolvió la cordura. Hay dos pilares, la familia y la música. Todo lo demás puede girar alrededor, pero siempre viene después.

Miquel Puigserver, músico, productor

Miquel Puigserver, músico, productor / .

¿Sobre qué pilares se sustenta un trabajo como ‘Two Doves’, el primero como solista en su carrera?

Me cuesta definir mis intenciones. Pienso que a diferencia de otros proyectos en los que he estado, este busca sobre todo la conexión emocional. Son canciones para escuchar solo, cerrar los ojos y dejarte llevar. No me veo sonando en un festival. Líricamente hay un nexo de unión, pero creo que es lo bastante ambiguo como para que cada persona pueda hacer su propia interpretación. Aunque musicalmente he intentado hacer un disco homogéneo, creo que me ha salido bastante ecléctico. Para empezar, el hecho de componer sin una banda en mente abre un espectro más amplio de posibilidades. Hay canciones muy complejas, como Isolation, y otras más desnudas, como Seventh o End of the road.

¿Qué le ha llevado a emprender el vuelo en solitario?

Es algo que siempre he tenido en mente. He participado en bastantes grupos y aunque pienso que he tenido un rol bastante activo (no puedo evitar sacar el pequeño dictador que llevo dentro), mi papel era casi siempre el de intentar materializar la visión de otra persona. Me sentía bastante cómodo produciendo, siendo el guitarrista o ayudando en la composición, pero también sentía la necesidad de tener mi propia voz. Siempre diferenciaba entre las canciones para el grupo y las que eran para mi proyecto. Sin embargo, no encontraba el momento de centrarme al 100% en él. Fue a partir del hiato con Misery Strings cuando encontré ese espacio. Lamentablemente llegó la pandemia y se retrasó todo un poco. De todos modos, me permitió aprender mucho sobre aspectos técnicos de grabación y mezcla, de manera que estoy bastante satisfecho con cómo he podido presentar las canciones al mundo.

¿Por qué un título como Two Doves?

Two Doves representa la dualidad en la imagen bíblica de la paloma que encuentra tierra firme después del diluvio. Es una de las últimas canciones que compuse para este disco. Supongo que era mi forma de mirar al futuro o de resumir unos años complicados, con enfermedades, la muerte de algunas personas cercanas y afortunadamente, también el nacimiento de otras. Es el momento en el que, habiendo recorrido un camino parecido, te encuentras con alguien a quien quieres y dices, “bien, al final hemos llegado”.

¿Cuál fue el germen de un disco como este?

Justo antes de la pandemia tuve una suerte de revelación, apremiada por la típica crisis de la mediana edad. Me pasaba el día tocando o componiendo, pero sin un objetivo definido. Al analizar las canciones vi que había un hilo conductor muy claro. Sólo necesitaba ordenar la historia y darle forma. Las canciones tratan sobre temas universales, como la pérdida, la esperanza, la superación o el amor. Todo ello bajo el prisma de alguien que vive con sus propias dudas e inseguridades. Quiero pensar que, aunque en mi cabeza haya una vivencia o una musa determinada, he plasmado el mensaje de tal manera que cualquiera sacar algo personal de ahí.

Persephone’, segundo single del disco, es una “metáfora asfixiante de la búsqueda de un objetivo inalcanzable”. ¿Cerrar una canción puede llegar a convertirse en un asfixiante desafío?

Totalmente. Soy un estudioso de los músicos a los que sigo y siento muchísima envidia cuando veo los plazos en los que se crearon sus obras. En mi caso, puedo tardar meses o años en cerrar definitivamente una canción. Algunas canciones del disco han tenido cinco o seis encarnaciones hasta que he llegado al punto en el que la he dado por terminada. Hablando de Persephone, nació como un arpegio de mandolina, después cambió de afinación, modifiqué la letra, añadí el puente, cambié la base rítmica tres veces… Es algo en lo que tengo que mejorar. Para el siguiente disco espero ser más rápido y dejarme ayudar por otras personas.

Logró con la banda Misery String una reseñable notoriedad. ¿Qué define la música de un grupo como Misery?

Para mí Misery Strings, sobre todo en sus inicios, representó la libertad. Hasta ese momento no había participado en un proyecto en el que me dijeran: “haz lo que quieras”. Tomeu Coll es un motivador nato y tiene una visión artística única. Por su estilo y voz, entiendo que es un grupo al que amas o al que odias. Creo que es una pena que con el segundo disco no nos diésemos a conocer más fuera de la isla. Tomeu creó un imaginario basado en las historias del pueblo de Sant Jordi, que se podían trasladar a cualquier lugar del mundo, ya sea un poblado de Texas, de Rusia o de Cerdeña. Hacer algo así no está en manos de todo el mundo.

¿Preparan material nuevo con Tomeu Coll?

Teníamos seis canciones casi terminadas en un disco duro. Durante estos años de parón hemos quedado intermitentemente para componer o simplemente para charlar y tocar. Aunque yo tenía en mi cabeza mis propias canciones y él en la suya sus fotografías, es un grupo al que queremos y que siempre está presente. Últimamente hemos estado preparando algunas cosas nuevas y, sobre todo, retomado buenas sensaciones. A partir de ahí, sería genial sacar nuevo material.  

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