El gallinero

Caviar, ‘intermezzo’ y expectativas

‘Scroll’, de Unaiuna.

‘Scroll’, de Unaiuna.

Rafel Gallego

Rafel Gallego

Son Laura Lliteras y Marina Fullana (Unaiuna) de lo más sugerente -quizá junto a Mucha Muchacha- que he descubierto en los últimos años. All inclusive, Galejar, Hacemos como que bailamos… tan distintas entre sí y tan reveladoras, y ahora Scroll. Todas convincentes, trabajadas en la forma, las coreografías y el relato. Danza contemporánea que pone el mensaje en el centro; reflexión, dialéctica con el público. En esta ocasión la pieza sirvió para cerrar, junto a la espléndida Jo, Travesti, la temporada (ese momento que siempre llega demasiado pronto) de un Teatre Principal de Palma que se prepara para la etapa Martorell. Lliteras y Fullana dirigen y coreografían, pero por primera vez no se plantan en el escenario (eso lo dejan para Joan Ferrer, Ioar Labat, Joan Vila y Javier de la Asunción). Desde el arranque la pieza hipnotiza: los intérpretes se abren paso entre los focos, situados a pie de tablas, que parecen dispuestos a empezar a hablar, como los coches del final de Holy Motors. Mundo virtual que se confunde con el real (¿acaso sabemos aún distinguirlos?), bucles, interacciones entre cuerpos y cerebros, sucesión de pantallas a través de las que nos relacionamos. Alegorías y metáforas que vienen a recordarnos que hemos vendido el alma al algoritmo, sin dramas, es así.

Antes del caviar de Unaiuna, y si nos ceñimos al último semestre, reímos en el Teatre del Mar con el Spoiler de Xavi Castillo. Nos conmocionamos en ese ataúd-iglesia-casa de Bernarda Alba, la de Lorca, la de Alfredo Sanzol. Disfrutamos de la evocación de Goldoni con Coralina, la serventa amorosa, en la versión de Broggi. Nos quedamos con ganas de más Cap d’Hornos, de Neus Canyelles, con dramaturgia de Agnès Llobet, dirección de Sergio Baos y Joan Miquel Artigues, Marga López y Sara Sánchez en el escenario.

Nos asombraron Los Perros (más danza contemporánea) de Marcos Morau, de La Veronal y la compañía Led Silhouette. Sufrimos y salimos transformados del Teatre Principal de Inca con la adaptación de Els dies bons, novela autorreferencial de Aina Fullana sobre familia y adicciones. Caterina Alorda, Àlvar Triay, Lulú Cormican, Lluís Marquès y Neus Cortès, dirigidos por Joan Fullana.

Hubo una nueva edición del Teatre de Barra donde triunfaron El mal germà (Pep Ramon Cerdà) y Na Catalina de ses gerres, de Joan Bennàssar; y tuvimos que salir de Mallorca para disfrutar del último texto de Alberto Conejero (En mitad de tanto fuego), de la presencia del mismísimo Madji Mouawad en su Mère (un obrón sobre el exilio, la ausencia y una familia que querría haber sido ‘normal’) o de la adaptación de Jordi Prat de Els criminals, de Bruckner, para el TNC.

Y mientras llega septiembre, pasaos por el Grec de Barcelona si podéis, todo un oasis estival.

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