Fundación Impulsa: la productividad en el foco

Desde inicios de de siglo, Baleares pierde posiciones en el ranking europeo de renta per cápita y productividad. La Fundación reivindica un cambio de chip para resituarnos entre las comunidades emergentes

Baleares tiene un nivel de productividad sistemáticamente inferior a la media europea

Baleares tiene un nivel de productividad sistemáticamente inferior a la media europea / DM

El pasado 22 de abril el Patronato de la Fundación Impulsa presentó su ‘Declaración para el impulso de la productividad en Baleares’. Vio la luz con el objetivo fijado en provocar un punto de inflexión que sitúe la productividad en el centro de lestrategia competitiva de la Comunidady se incorpore de un modo definitivo a la agenda de todos los actores, por cuanto -argumentan- es la única vía para cumplir con las aspiraciones de progreso y bienestar de la sociedad. 

Antoni Riera, director técnico de la Fundación, habla en esta entrevista del informe en cuestión y de su relevancia para Baleares, para resposicionarnos como una de las regiones más próperas de Europa.

¿Por qué se publica en estos momentos la Declaración para el impulso de la productividad en Baleares? 

Tras el embate de la pandemia, la mayor parte de actores regionales se centraron en recuperar los niveles de actividad del año 2019. Hoy esto ya está conseguido. De hecho, se consiguió a finales del año 2023 y, por lo tanto, ahora lo que toca ya no es recuperar niveles de actividad, sino los niveles de bienestar. Y no tanto el nivel de bienestar del año 2019, sino el que tenía Baleares en 2001, justo en el arranque del del siglo XXI, porque no se puede ignorar que Baleares ocupaba entonces una destacada posición en el ranking europeo de renta per cápita, entre las 50 regiones más ricas de Europa, y hoy se encuentra en la posición 110. De hecho, la renta per cápita ha caído en Baleares un 10,2% en términos reales durante estos 22 años, circunstancia que no se ha producido ni en España (+15,6%) ni en la UE-27 (+28,9%).

Afirman desde Fundación Impulsa que “es posible resituar a Baleares entre las regiones más prósperas de Europa”, en materia económica, social y medioambiental. ¿Cómo se puede lograr? ¿No es una visión muy optimista?

Es un escenario totalmente posible. En el pasado, Baleares -a diferencia de otras regiones españolas-, ha ocupado posiciones de liderazgo en el ranking de renta per cápita. Si hemos estado allí, deberíamos poder volver a ese estadio de desarrollo alto. En segundo lugar, estamos totalmente convencidos de que esto es posible fundamentalmente porque Baleares sigue disponiendo de un gran capital natural heredado y de un elevado capital físico, humano y tecnológico que se ha ido acumulando con mucho esfuerzo durante más de 40 años de desarrollismo. Sería una pena no aprovechar todo este capital para reposicionar a Baleares. ¿Por lo tanto, qué es lo que más le falta? A mi modo de ver, consensuar el enfoque; y, posteriormente, fijar objetivos y metas específicas. De esta manera, muchos de los problemas que están en la prensa últimamente (acceso a la vivienda, desigualdades crecientes o turismofobia) se resolverían, pues todos ellos encuentran su razón de ser precisamente en la baja productividad. 

Sostienen también que “Baleares juega en una liga de desarrollo en que el progreso y el bienestar sólo se ganan en base a productividad”.

Así es. Hoy la productividad es el mejor aliado del bienestar, especialmente en países y regiones que, como Baleares, han alcanzado, como decía antes, un elevado estadio de desarrollo. Y si quieren mantenerlo, incluso mejorarlo, lo que tienen que hacer es anclar las rentas precisamente al impulso de la productividad. Es lo que están haciendo todos los países de la zona euro, tanto individual como colectivamente. Tienen interés en mejorar la productividad porque, como digo, es garantía de prosperidad. Además, que los distintos países europeos estén en el impulso de la productividad es un juego de suma positiva. Quiero decir que todas las regiones europeas nos beneficiamos de los esfuerzos que las otras están haciendo precisamente en el impulso de productividad. Por lo tanto, siendo también solidarios y europeos, Baleares debería también participar de esta liga que abre las puertas al desarrollo y al progreso. 

¿Hasta qué punto ese aumento de productividad se verá reflejado, por ejemplo, en un aumento de los salarios? ¿Y cómo puede contribuir a la lucha contra el cambio climático?

Es un tema recurrente. A la mayoría de consejos de productividad que operan en muchos países del mundo, a menudo se les pide que expliquen los beneficios de la productividad, y un ejemplo de ello es el último informe de la Comisión de Productividad de Australia, que afirma, precisamente, que hay beneficios muy tangibles del crecimiento de la productividad, que se manifiestan fundamentalmente en forma de salarios más elevados a largo plazo. Esto es importante, lo del largo plazo, puesto que significa que los salarios no aumentan por razones de coyuntura, sino que lo hacen de forma estructural y sostenible. Al mismo tiempo, mejoran también las condiciones laborales. En esta misma línea, son muy interesantes los informes de la propia Organización para el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que ponen de manifiesto la relación positiva entre productividad y salarios.

La productividad balear -subraya el informe- tiene tres tipos de déficit en la actualidad. ¿Cuáles son y cómo se pueden paliar?

Desde su constitución, hace diez años, Fundación Impulsa viene monitorizando la productividad, del mismo modo que están haciendo otras instituciones europeas. Y los resultados de los últimos 22 años (del año 2001 al 2022) ponen de manifiesto que el nivel de productividad en Baleares es sistemáticamente inferior a la media europea; que su crecimiento medio anual durante estos 22 años ha sido también más bajo (0,5% versus 1%). Además, un hecho curioso de este crecimiento es que tiene un perfil contra cíclico. Esto significa que la productividad evoluciona al revés del ciclo económico: cuando hay expansiones económicas, la productividad cae; y cuando hay recesiones, la productividad aumenta. Esto es malo, y no sucede en Europa. Refleja que la economía no tiene resiliencia frente a choques externos (me refiero a una pandemia o a una guerra, por ejemplo). Por último, en nuestra Comunidad la productividad apenas contribuye a la progresión de la renta per cápita. Éste es un comportamiento que explica precisamente la caída de posiciones que comentaba anteriormente. A decir verdad, la contribución de la productividad al crecimiento del PIB per cápita en Baleares es aproximadamente del 5%, cuando en Europa este porcentaje supera el 50%. 

¿Cómo se explica la aparente paradoja del perfil contracíclico. 

Tiene mucho que ver con el patrón de crecimiento que está utilizando Baleares para competir. El patrón de crecimiento descansa fundamentalmente en el uso intensivo de recursos: recursos naturales y, principalmente, recursos laborales. Así, en épocas de recesión, lo que ocurre es que, con la caída de la actividad, también cae el número de trabajadores. Este hecho crea un ‘efecto espejismo’, pues la productividad aumenta porque los trabajadores se van al paro. En Europa, esto no ocurre. Es decir, en Europa la productividad crece cuando las cosas van bien, y la economía se esfuerza en innovar y en ser más eficiente, y cuando las cosas van mal, como anteriormente han hecho ese esfuerzo, el impacto de la crisis es mucho menor. 

¿En qué posición se encuentra Baleares en términos de productividad tanto en Europa como en España? 

 Actualmente estamos en la posición 129 de 234 regiones europeas y estamos en la sexta de 17 comunidades autónomas. Hemos estado en la décima posición. Estamos en la sexta, porque estamos saliendo de una fase de pandemia y ese perfil contracíclico hace que Baleares haya tenido mejor comportamiento en este sentido.

La productividad es el mejor aliado del bienestar en regiones y países con elevado estado de desarrollo»

Falta consensuar el enfoque para resituar a Baleares entre las regiones más prósperas de Europa»

¿En la mejora de la productividad, ¿qué actor juega un papel más relevante el sector público o el sector privado? ¿Por qué?

Los grandes sectores de la estructura económica de Baleares son agricultura, industria, construcción y servicios. Pero también podemos dividir la estructura en secciones e incluso en ramas de actividad. Pues bien, actualmente de las 11 secciones de actividad (y se incluye también secciones públicas) que tiene la economía de Baleares, sólo en tres tenemos una mayor productividad que en el conjunto de España, cuando a principios de siglo teníamos una productividad más alta en siete secciones. Por tanto, diría que la mejora de la productividad afecta tanto al sector público como al privado. Hablamos de una cuestión generalizada que debería comprometer a ambos por igual. 

¿Dispone Baleares de suficientes instrumentos de colaboración público-privada?

Me consta que los instrumentos de que dispone Baleares para hacer esta gobernanza público-privada son semejantes al del resto de regiones europeas. Pero no es menos cierto que Baleares en estos momentos se enfrenta a un problema muy complejo que involucra a muchos actores (cada uno de los cuales con sus propios intereses). Me refiero a que estamos propugnando un cambio de chip competitivo, un punto de inflexión, algo muy ambicioso que requiere, sin duda, reforzar los instrumentos de gobernanza público-privadas.

Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa Balears, en la sede del Parc Bit

Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa Balears, en la sede del Parc Bit / DM

¿Cómo se concreta ese cambio de chip del que habla? 

Como comentaba, a diferencia de otras regiones europeas, Baleares lleva demasiado tiempo insistiendo en una estrategia competitiva que sitúa en el centro el volumen (es decir, las dotaciones de infraestructuras, de maquinaria, de equipamientos, de efectivos laborales…) y lo que intenta año tras año, para competir, es engordar estas dotaciones, en lugar de hacer un uso óptimo de las mismas. Este comportamiento en estos momentos está comprometiendo ya los resultados en forma de rentas: nos estamos empobreciendo y también está provocando tensiones en el terreno social y ambiental. Por lo tanto, creo que ha llegado el momento de actuar y provocar el referido cambio de chip o punto de inflexión, para pasar de la acumulación de factores (de tener más trabajadores, más capital, más recursos naturales) a un patrón de crecimiento mucho más centrado en el aprovechamiento. Sobran las razones para dar este paso, no solo por razones económicas (garantizar el crecimiento a largo plazo), sino también físicas (para combatir la escasez de recursos), sociales (para mejorar la calidad de vida de las personas) y sobre todo ambientales, porque es necesario desacoplar el crecimiento económico del crecimiento material. 

¿Se refieren también a una “clara estrategia de tránsito hacia un sistema turístico circular”. ¿Cómo se puede articular? 

La estrategia de transitar hacia un sistema turístico circular está muy relacionada con el cambio de chip competitivo del que he hablado. El diálogo y el tiempo de intercambio de opiniones con los distintos actores regionales nos han llevado a la conclusión de que es necesario desarrollar un sistema de gobernanza multinivel para que todos esos actores puedan avanzar en la construcción de una visión compartida. Lo que hemos hecho nosotros ha sido poner sobre la mesa una visión, la visión 2050, que apunta a un futuro regenerativo, y la apuesta que creemos va a permitir materializar esta visión: no es sino la de transitar hacia una economía circular. Creemos que la mejor forma de conseguir este cambio de chip competitivo es tener una visión de sistema turístico (no de sector ni de mercado) y al mismo tiempo conseguir que ese propio sistema turístico (que implica a muchísimos actores, prácticamente a todos los del archipiélago) sea capaz de cambiar sus patrones de consumo y producción lineales por unos patrones mucho más circulares. Eso daría ganancias no sólo en términos de productividad, sino también en materia de innovación y de sostenibilidad, que son palancas clave para el aumento de la competitividad. 

¿En qué plazos es posible materializarlo?

Hemos fijado una visión al año 2050, lo cual no significa que se pueda materializar antes de esa fecha; lo importante es tener una visión y un horizonte de futuro que sea positivo, inclusivo, sostenible y regenerador, para que los actores tengan esa ilusión de trabajar en favor de esa visión. Desde la Fundación Impulsa les daremos todas las herramientas posibles para que puedan hacer este tránsito, lo más rápido posible, pero también con el menor de los costes posibles, porque no hay que ignorar que romper inercias y hacer cambios comporta costes. No se trata sólo de llegar, sino de que lleguemos todos juntos. 

¿Hay referentes (espejos) en Europa a los que mirar como casos de éxito? ¿Y en España?

Sí, en estos momentos dos de cada tres regiones europeas están consiguiendo, desde ganancias de productividad, mejorar su posición en materia de renta per cápita y, por lo tanto, el abanico de regiones a las que podemos mirar es muy amplio, aunque no haya recetas trasladables de una región a otra. En España, sin duda, el referente en este aspecto es el País Vasco; su nivel de productividad laboral prácticamente duplica la media balear. 

¿Cuál sería el diagnóstico (DAFO) resumido de la economía balear? 

La principal debilidad es el bajo desempeño en materia de productividad. La principal amenaza, ligada a esta debilidad, es la pérdida de competitividad y de cohesión social. Entre las fortalezas, el disponer del capital natural heredado y del capital físico, humano y tecnológico acumulado (otras regiones no lo tienen) para dar un salto adelante. Y la oportunidad, situar la productividad en el centro y volver a traducir crecimiento en bienestar.  

Antoni Riera lidera un equipo de trabajo formado por ocho profesionales, con sus distintas competencias

Antoni Riera lidera un equipo de trabajo formado por ocho profesionales, con sus distintas competencias / Fundación Impulsa

El balance de los diez años de Fundación Impulsa

La Fundación Impulsa se constituyó en 2014, con lo cual este año celebra sus diez años, su primera década al servicio de Baleares a través de sus análisis y estudios. Desde el minuto cero, su cara visible ha sido el director técnico, Antoni Riera.

“¿Balance? Estoy satisfecho . En estos diez años, hemos dado pasos muy interesantes. El trabajo de la Fundación es acompañar un proceso largo de transformación. Por lo tanto, la reciprocidad, el reconocimiento y el intercambio de conocimiento es algo tenemos que seguir construyendo. Es muy importante proteger este tipo de proyectos de los ciclos políticos. Para mí esto es esencial para su correcto desarrollo y también lo estamos consiguiendo”, razona Riera. 

El propio director técnico de Impulsa explica su razón ser. “El trabajo de la Fundación no es otro que el de facilitar procesos de transformación y de transición. Lo hacemos desde el conocimiento que generamos, directamente aplicable a toma de decisiones, y también a partir de los espacios de colaboración que nosotros mismos construimos. Nuestra labor consiste en combinar las capacidades y los conocimientos de los actores regionales aportando nuestro conocimiento y ayudando a conceptualizar; es decir, a poner nombre a las cosas. Creemos que, a través de esta conceptualización, se crea un diálogo mucho más rico y se facilita el trabajo y el compromiso de los actores. Así, afirmaciones como que ‘hay que crecer por valor y no por volumen’ nacen de la Fundación y están claramente aceptadas. Lo mismo ocurre con la palabra ‘productividad’, que no ha tenido buena prensa y va asociada a muchos tópicos; pretendemos ahora que recupere su espacio estratégico”.

Actualmente, el equipo técnico de la Unidad de Inteligencia de Impulsa está formado por cuatro economistas, una informática, una responsable de comunicación y una secretaria técnica. 

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