entrevista

Gonzalo Espino: «Lo de los móviles fue chocante, pero lo había mandado un juez»

«No me defino, pero ha supuesto un antes y un después en la regulación del secreto profesional en este país» | «Fuimos pioneros en incluir a la Policía Local en los equipos de la lucha contra la droga»

El exjefe Superior de Policía de Balears, Gonzalo Espino, durante la entrevista. |  GUILLEM BOSCH

El exjefe Superior de Policía de Balears, Gonzalo Espino, durante la entrevista. | GUILLEM BOSCH / Lorenzo Marina

Lorenzo Marina

Después de tres años y medio intensísimos como jefe superior de Policía de Balears, «que equivalen a siete», el comisario Gonzalo Espino (Madrid, 1957) se ha jubilado. En esta nueva etapa, Espino aspira a cumplir un sueño de hace una década y asentarse de forma estable en Mallorca. Después de salir de la academia de Policía Nacional estuvo dos años en Barcelona en el extinto Cuerpo Superior de Policía, la denominada Policía secreta. En los denominados años de plomo, en el ochenta cuando ETA asesinaba casi a diario, Espino estuvo diez años en el País Vascoi en la Brigada Central de Información en Navarra y el País Vasco. «unos años de los más duros». En los noventa estuvo adscrito a la Casa Real en una primera época. En una segunda, de 2001 a 2013, la encaró ya como comisario. Entonces se fue a Italia adjunto a la Consejería de Interior. Al regresar, en 2018, le ofrecieron Palma. «Había sido mi sueño de siempre».

El índice de criminalidad en Balears suele ser excepcionalmente alto. Arrastra un defecto de forma, al no tener en cuenta a la población flotante.

La estadística de delito por habitante que nos mandan, basada en el padrón del año 2012, no contempla el aumento de residentes extranjeros. La cifra sale disparada, pero no es real. Palma tiene una delincuencia normal. Tiene dos o tres barrios marginales importantes, pero la delincuencia no es mucho más alta que en otros muchos sitios. Estamos en la media. Aumenta en verano porque hay un aumento exponencial de la población.

¿Qué delito causa una mayor inquietud?

La violencia de género es un tema muy preocupante todo el año. Hay muchos casos. En la inseguridad subjetiva funciona mucho el boca a boca y, por ejemplo, el robo en el interior de vehículos causa trastorno y transmite inseguridad. La Playa de Palma está vinculada al turismo de excesos. Pero en verano hay un aumento y cuando llegan los cruceros se incrementan los robos de carteras.

Durante su etapa al frente de la Policía Nacional de Balears la lucha contra la droga ha sido una constante. Ha habido cifras récord y una colaboración pionera con la Policía Local ¿Cuál ha sido el secreto de este éxito?

Gran parte de este éxito ha sido gracias al acuerdo, novedoso en toda España, que firmamos con la Policía Local de Palma. Integramos en un grupo de investigación de menudeo de la UDYCO a cinco policías locales. Tuvimos que hacer un ajuste, pero la integración ha sido total. Yo no diferencio quién es de la Policía Local y de la Policía Nacional. Con la información que tenían esos agentes en los barrios y la que teníamos nosotros, hicimos servicios hasta en la pandemia.

¿Esta colaboración va a seguir?

Sí. Ha sido un éxito. En verano del año pasado integramos a policías locales en el programa Turismo Seguro. El resultado fue la detención de más de 60 carteristas. Se demostró que era un grupo organizado. Se les impuso una orden de alejamiento y algunos entraron en prisión.

También colaboró muy estrechamente con la Guardia Civil como con el caso Osmani.

El empresario es el ciudadano, que es el que no paga a todos. Un secretario de la Delegación del Gobierno me decía que son los dos únicos Cuerpos de la Administración que se pegan entre ellos por trabajar.

Hay un problema que va a más es la falta de agentes. Balears se ha convertido en un destino carísimo y los agentes, cuando pueden, se van. Están peleando por un plus de insularidad como el de Canarias, que no acaba de llegar.

Es un problema de toda la Administración General del Estado. La carestía de la vida para los funcionarios que vienen a Balears es muy alta. Ha subido mucho el precio de la vivienda y los que tienen que viajar a casa tienen que coger un avión. Las dos delegadas y un delegado del Gobierno en Balears con los que he coincidido están transmitiendo constantemente este problema a Madrid. Se está tratando de solucionarlo. Otra vía sería incentivar que los ciudadanos de Balears, donde viven ya, ingresen en la Policía. En Palma hay muchos nativos. Es más difícil en Eivissa y Menorca.

Durante su mandato se intervino el teléfono móvil a dos periodistas. Uno un compañero de DIARIO de MALLORCA y a una periodista de Europa Press. El auto del juez se ha traducido en un reproceh del Tribunal Constitucional por vulnerar el secreto profesional.

Cuando llegué en 2018 me encontré con el asesinato de Sacramento Roca, que se tradujo en una remodelación de la Unidad de Familia y Mujer (Ufam). Estaba pendiente el caso Cursach y el caso posterior, y hubo la intervención de los móviles. Fue un aterrizaje forzoso. Lo de los móviles me resultó chocante, pero se estaba actuando con un mandamiento judicial. El juez valoraría que en ese momento había que hacerlo. Cuando se hizo, la repercusión fue muy importante. Gracias a eso se está sacando una normativa del secreto profesional.

Está recogido en la Constitución, pero no se desarrolla.

No me defino si me parece bien o mal, pero ha supuesto un antes y un después en el secreto profesional en este país.

Este año se están pulverizando todos los récords de pateras que llegan a Balears. La tensión de las relaciones con Argelia no ayuda a resolver el problema.

Es un problema global y donde más se está trabajando es en origen, que es donde se debería evitar la salida de pateras. La llegada de embarcaciones a Balears ha aumentado mucho, pero no llega a las cifras alarmantes que tienen en Canarias o en la Costa del Sol. Hasta ahora vamos saliendo como podemos del paso. La gran mayoría de migrantes, principalmente argelinos, viene de paso a Balears. De aquí continúan. Sacan un billete y continúan a Francia o a Bélgica, que es donde tienen asentamientos. Únicamente se quedan los menores, a quienes por ley les tenemos que dar acogida, pero no es el destino final. Fue mucho más grave durante la pandemia del covid. Muchos de ellos venían infectados y había que aislar la patera. El límite de detención son 72 horas y algunos se quedaron hasta un mes. Las instituciones se portaron bastante bien. La Autoridad Portuaria, en aquel entonces que no había cruceros, nos dejó las instalaciones del Puerto, en Manacor nos dejaron un chalé, Asuntos Sociales colaboró, la delegada hizo una labor muy importante llamando a todos y reubicando a gente. Ahora mismo, los migrantes que llegan están detenidos un máximo de 48 horas, porque no tienen que pasar las medidas de covid. Si pueden, a la mañana siguiente se van.

¿Se siguen incoando los expedientes de devolución si no hay respuesta en su país?

Se empezaron a hacer cuando no había sitio en los Centros de Internamiento de Extranjeros (Cíes). Nos dieron prioridad a Balears para ocuparlos cuando hubiera un hueco. Ahora se ha ralentizado otra vez la deportación a Argelia y los fiscales ya no piden el internamiento en Cíes porque, al final, no van a poder ser expulsados.

Ahora Argelia ya no reclama a sus ciudadanos...

Se cerró la frontera con el covid con Argelia y Marruecos. Luego la abrieron y había unos cupos en los que podíamos expulsar a unos 50 al día. Ahora se ha ralentizado. Hacemos el expediente de devolución, quedan pendientes, no podemos expulsarlos y quedan en libertad. En teoría, si abrieran la frontera, al identificarlos se les devolvería.

Muchos migrantes tuvieron que dormir en la galería de tiro o en el garaje de Jefatura mientras se tramitan los papeles. Ahora se ha habilitado Son Tous como nuevo emplazamiento.

Era una avalancha que llegó con trescientes personas y tuvimos que utilizar lo que tuvimos a nuestro alcance. La galería de tiro, el garaje, el garaje de la Comisaría Oeste. Cruz Roja nos ayudó y puso camas y extractores de aire. Se intentó que estuvieran lo más dignamente posible, pero no era el sitio adecuado. El cuartel de Son Tous, cedido por Defensa al Govern, ha venido a paliar ese problema. Son unos módulos portátiles que han quedado muy bien instalados.

Durante su mandato ha sido muy significativa la conjunción que ha habido con los sindicatos policiales. Algo no muy habitual, quizás por la pandemia. ¿Qué supuso en el Cuerpo?

La pandemia nos supuso un cambio de actuación policial a todos los niveles. Nos encontramos con una crisis muy importante. No se sabía hasta dónde podíamos llegar. Seguimos con los grupos de pequeño menudeo y haciendo detenciones. Lo fundamental pasó a ser evitar que el ciudadano se contagiara. La Policía no lo había hecho antes. Coincidieron las pateras y los botellones los perseguimos con drones y helicópteros. Todas las semanas nos reuníamos. Había material y nos reinventamos. Descubrimos una ferretería que nos venía monos de pintor. Tuvimos una relación de día a día muy intensa.

Otra gran crisis que afrontó fue el caso de la explotación sexual de menores tuteladas. Era un secreto a voces.

Son centros no vigilados y las menores pueden salir. Perseguimos a los clientes que buscan menores y se ha endurecido el régimen. Los policías han recogido a muchas menores en coches patrullas de madrugada. Es un problema social y necesita más medios y personal. Tuvo mucha trascendencia tras la publicación. y generó mucha alarma social. Actuamos en estrecha colaboración con el IMAS .

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