Los jesuitas de Montesión abandonan Mallorca tras más de 400 años en la isla

La orden toma la decisión de trasladar a otras provincias a los jesuitas que viven en la comunidad debido a su avanzada edad y estado de salud

Vista del colegio histórico y la iglesia de Montesión, que deja de ser la sede del centro educativo. | DM

Vista del colegio histórico y la iglesia de Montesión, que deja de ser la sede del centro educativo. | DM

Redacción

Tras más de 400 años de presencia en la isla, los jesuitas de Montesión abandonan Mallorca. Así lo ha comunicado ya el Padre Provincial, Enric Puiggròs, a los jesuitas que en la actualidad viven en la comunidad de Montesión. El motivo expuesto es que, por su avanzada edad y el precario estado de salud de varios de ellos, necesitan una atención y cuidados que ahora mismo no pueden recibir aquí. Serán trasladados próximamente a otras casas de la provincia de España. Es una decisión ya "inaplazable", que hace años que estaba sobre la mesa, que no se ha tomado "a la ligera" y que la Compañía entiende que genere "una profunda tristeza".

El anuncio llega medio año después de que los jesuitas cedieran (el pasado enero) el edificio del colegio de Montesión  del centro histórico de Palma ha sido al empresario asturiano Víctor Madera (presidente ejecutivo del Grupo Quirón) durante un periodo en torno al medio siglo para transformarlo en una residencia medicalizada. Los 450 alumnos que aún estudian en el emblemático edificio de Montesión serán reubicados en el centro de Son Rapinya a partir de 2025 (se están realizando obras de ampliación para acogerlos). El pasado sábado el BOIB oficializó a nivel administrativo el fin de la sede histórica del colegio en el corazón de Ciutat con la aprobación del cambio de titularidad de los dos centros privados concertados, el de Palma y el de Son Rapinya, su unificación y el cambio de denominación, que pasa a ser Nuestra Señora de Montesión-Palma.

Según la carta firmada por Abel Toraño SJ (Delegado de la Plataforma Mediterránea de la Compañía de Jesús) esta decisión es "inaplazable". Toraño recuerda que la comunidad de jesuitas en Mallorca es la de mayor edad: "Van a estar mejor atendidos y cuidados en las comunidades que la Compañía tiene preparadas para ello". Se planteó la opción de buscar otra localización para la comunidad, pero eso no resolvía el problema de la atención a los jesuitas más mayores ya que ni existe la opción de mandar jesuitas más jóvenes a Mallorca ni convertir la comunidad en una enfermería (ya hay enfermerías en Loyola, Alcalá de Henares, Salamanca, Barcelona y Valencia). Con todo, el traslado era "la única posibilidad real".

En el escrito, Toraño señala que ya hace años que la atención pastoral a las instituciones, especialmente el colegio de Montesión, se están llevando a cabo por "un equipo de laicos muy comprometido y alineado con la misión de la Compañía", y son apoyados por jesuitas de la Plataforma Apostólica Mediterránea, algo que continuará igual. El delegado quiere subrayar en su escrito que aunque la comunidad no siga viviendo en Mallorca "la Compañía de Jesús no abandona su misión en la isla", sino que seguirá "comprometida y trabajando en red para llevar adelante su proyecto apostólico en Palma". Toraño admite la tristeza del momento, pensando en esos jesuitas "que han pasado largos años y consagrado su vida a una misión en un lugar" y también en quienes, "confiando y apoyando siempre la misión SJ", se preguntan ahora "cómo va a ser ahora la presencia jesuita en la isla". El pesar también viene porque el traslado supondrá "un punto y aparte" en una historia "valiosa", indica el texto.

Los llegaron a Mallorca y fundaron el colegio de Nuestra Señora de Montesión en 1561, cinco años después del fallecimiento de Ignacio de Loyola. El hermano San Alonso Rodríguez, recuerda la carta, "dejó su huella en la Compañía, en San Pedro Claver, y en la isla". Desde entonces la comunidad ha estado presente en Mallorca (sin contar los "años de la supresión", entre 1767 y 1814, y después sucesivas expulsiones de España). Con todo, concluye Abel Toreño, la labor de la Compañía de Jesús "ha sido fecunda y ha dejado una huella enorme en la ciudad" durante más de cuatro siglos.