La cúpula de los Jesuitas, a los Antiguos Alumnos de Montesión: “No se quieren dar por enterados de lo que pasa, su descaro, falacias y descalificaciones son intolerables”

El sacerdote Abel Toraño rechaza las críticas por el cierre de la comunidad: "Que no me quieran explicar a mí qué es eso, porque me ofende"

El padre Abel Toraño

El padre Abel Toraño / Arzobispado de Valencia

Redacción

La Compañía de Jesús ha respondido a las duras críticas que recibe por parte de la Asociación de Antiguos Alumnos de Montesión ante su polémica decisión de cerrar la comunidad de diez jesuitas mayores en Mallorca y trasladarlos a la península, esgrimiendo razones de edad y salud. En una entrevista concedida a la cadena Cope, el padre Abel Toraño, delegado de la Plataforma Mediterránea de la Compañía, defiende todas y cada una de las medidas adoptadas en Montesión y censura “firme y vehementemente” lo que considera una “avalancha de descalificaciones y falacias”.

“En el momento histórico que vive la Iglesia se hace inevitable tomar decisiones dolorosas, y parece que hay quien no quiere enterarse de eso”, señala el jesuita. Critica a los “colectivos que hacen juicios sumarísimos de cómo se está comportando la Compañía de Jesús”, y se pregunta: “¿Saben algunos los números de los Seminarios, de la vida religiosa, de la vida sacerdotal… o vivimos en una burbuja donde lo único que hacemos es quejarnos?”, insistiendo en que “parece que hay colectivos que no quieren darse por enterados”.

“Me pregunto yo qué harían todas estas personas molestas si tuvieran padres de 90 años con situaciones de salud como las de estos compañeros”, sostiene el jesuita. “Nuestra primera responsabilidad es cuidarles”, asegura sobre los diez jesuitas de Montesión, “pero no dejarnos llevar por estos sentimientos que nos entrampan”, señala sobre las duras críticas recibidas por el entorno de Montesión tras conocerse su traslado forzoso a la península ordenado por el provincial. “Esto no puede ser, no asumimos nuestra edad ni nuestra salud”, remacha.

Vista del colegio histórico y la iglesia de Montesión, que deja de ser la sede del centro educativo. | DM

Vista del colegio histórico y la iglesia de Montesión, que deja de ser la sede del centro educativo. | / DM

Toraño indica que la Compañía dispone de “cinco grandes comunidades con enfermería en España, con una atención que consideramos óptima”. Narra que el jueves “paseaba con un compañero de Mallorca, con el que nos conocemos de la época del colegio, y me decía ‘Abel, si es evidente que la comunidad [de Montesión] tiene que cerrar, es que ya debería haber cerrado’”. En la entrevista con Cope, el sacerdote explica que conoce en primera persona “lo doloroso” de cerrar una comunidad jesuita. “Que no me quieran explicar a mí qué son las cosas, que he vivido en cinco comunidades en Asturias que han tenido que cerrar ¡eh!. Que eso ofende”. Abel Toraño asevera que “no se trata como dicen algunos de expulsar a un compañero, porque aquí todos somos compañeros [en alusión a los diez jesuitas mayores de Montesión]; el lenguaje se puede volver muy grave y muy mentiroso, falaz”.

Toraño carga contra el presidente de la asociación, César García, por el “tono exagerado e irrespetuoso” en sus recientes comunicaciones públicas contra el provincial de los Jesuitas en España, el padre Enric Puiggròs. Critica que “este colectivo se atreva a juzgar severamente las intenciones de la Compañía, llamándonos oscurantistas, especuladores o mentirosos”, por la cesión durante 70 años de toda la manzana del colegio de Montesión al empresario Víctor Madera para transformarlo en una residencia geriátrica. “Esto no es de recibo, no es de recibo. No se puede tolerar y quiero hacerme eco con absoluta claridad”, recalca el jesuita visiblemente enfadado.

Por todo ello, el jesuita Abel Toraño afirma, entre risas: “Me cuesta creer que todos los antiguos alumnos de Palma piensan como su presidente”, y asegura que sabe “que hay otros compañeros exalumnos que discrepan”. Preguntado sobre si es posible tender puentes con los Antiguos Alumnos, Toraño se pregunta en voz alta: “¿Qué más hacer que convocar reuniones a las que no quieren ir?”. El jesuita concluye que “es evidente que lo que queremos hacer [en Montesión] no coincide con sus deseos”, en alusión a la asociación. “Pero -prosigue- ¿por qué nos deslegitiman como autoridad de una obra que es de la Compañía desde sus orígenes?. Hay una tras otras falacias en sus argumentaciones, y cierto descaro humano que no se puede tolerar”.