Un sacerdote mallorquín acusado de abusos admite haber tenido encuentros sexuales “consentidos” con una mujer durante 30 años

El religioso ha reconocido ante la jueza de instrucción de Palma que acarició, besó y abrazó a la denunciante

El abogado de la acusación particular ha solicitado que declare el obispo Sebastià Taltavull como testigo

El sacerdote Julià Cifre Vanrell, acusado de abusos sexuales, entra en los juzgados de Palma.

El sacerdote Julià Cifre Vanrell, acusado de abusos sexuales, entra en los juzgados de Palma. / Manu Mielniezuk

B. Palau

B. Palau

Julià Cifre Vanrell, un sacerdote diocesano que el pasado año fue sancionado por el Vaticano por sus “conductas impropias” con una mujer, ha admitido este jueves en un juzgado de Palma que mantuvo encuentros sexuales “consentidos” con ella durante 30 años, cuando ya era adulta.

El religioso mallorquín, que tiene prohibido celebrar la eucaristía en público durante tres años, ha prestado declaración por la mañana en calidad de investigado por un presunto delito continuado de abusos sexuales ante el juzgado de instrucción número 5 de Palma.

El hombre, de avanzada edad y con dificultades para andar por lo que se ayudaba de dos bastones, solo ha respondido a las preguntas de su abogado defensor, Antoni Vidal.

Cifre ha reconocido ante la magistrada que acarició, besó y abrazó a la denunciante en varias ocasiones. Según su versión, estos encuentros sexuales “siempre” fueron consentidos y cuando la mujer ya era adulta. La perjudicada, que tiene ahora 54 años, padece una discapacidad psíquica debido a un trastorno.

El sacerdote ha negado haber mantenido relaciones sexuales completas con acceso carnal y solo ha admitido tocamientos íntimos. También ha rechazado de plano haber tocado a la víctima cuando era menor. Ambos se conocían cuando la denunciante era muy pequeña porque el capellán tenía una estrecha amistad con su familia.

No está de acuerdo

Julià Cifre, que fue rector de Peguera (Calvià) y de Bunyola tiempo atrás, ha manifestado en el juzgado de instrucción de Palma que no estaba de acuerdo con los hechos que constan en la denuncia de la mujer. Según ha apuntado, no son ciertos. El sacerdote ha subrayado que solo hubo abrazos, caricias y besos consentidos con la perjudicada, una vez ya era adulta, y cuando era menor “nunca”.

El investigado ha alegado que la denuncia de la mujer responde a motivos económicos. Según su versión, ha sido denunciado “por dinero”.

Por último, el sacerdote imputado ha destacado que no ha sido expulsado de la Iglesia. Actualmente, vive en la residencia de sacerdotes de la Catedral de Palma. Cifre ha asegurado que tuvo un procedimiento canónico, por el que fue sancionado por sus conductas impropias por no cumplir el celibato, no por un delito.

Precisamente, el abogado de la acusación particular, Nacho Gutiérrez, en representación de la víctima, ha pedido que declaren como testigos en este procedimiento el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, y el vicario episcopal, Nadal Bernat, para que aporten la sentencia de Roma y aclaren aspectos relativos al procedimiento canónico administrativo penal que se llevó a cabo contra Julià Cifre y que acabó con un decreto sancionador en 2023.

Procedimiento canónico

El Obispado hace un año destacó “la extraordinaria gravedad del comportamiento que ha reconocido haber mantenido durante años el sacerdote encausado”. Según la Iglesia de Mallorca, “con sus conductas impropias ha causado daño físico y psíquico a la víctima”. Por ello, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en Roma, le sancionó con una vida apartada, de retiro, oración y penitencia, sin poder celebrar misa en público y sin poder aproximarse ni contactar con la víctima ni sus familiares. El Obispado de Mallorca condenó de forma rotunda los hechos, así como cualquier tipo de abuso y violencia contra las personas y pidió “perdón” a la perjudicada.

El letrado de la acusación particular también ha solicitado que declare en el juzgado palmesano la víctima, que denunció haber sufrido abusos y violaciones desde hace más de 30 años por parte de tres curas, dos de ellos dos jesuitas de Montesión, Fernando Meseguer y Luis Añorbe, quienes previsiblemente prestarán declaración la semana que viene en calidad de investigados a través de videoconferencia desde la península. Según la perjudicada, se prevalecieron de su vulnerabilidad y uno de ellos abusó de ella cuando aún era menor. La mujer acusó a Cifre de abusar de ella siendo adulta en su casa, en una parroquia y en una clínica de Palma donde estaba ingresada.