Abusos sexuales en la Iglesia

Otro sacerdote reconoce encuentros sexuales con una mujer en Palma

El jesuita Luis Añorbe niega ante la jueza que forzara a la denunciante y alega que no recuerda si mantuvo relaciones completas con ella

El jesuita Luis Añorbe. |

El jesuita Luis Añorbe. | / AYUNTAMIENTO DE HUESCA

B. Palau

B. Palau

Otro sacerdote reconoció ayer en su declaración ante la jueza de instrucción de Palma haber mantenido encuentros sexuales con una mujer en Mallorca. Se trata del segundo religioso en menos de una semana que admite haber tenido contactos sexuales con la misma denunciante, una ciudadana mallorquina con un trastorno psicológico que denunció a tres curas por abusos y violaciones durante 30 años. El pasado jueves, el sacerdote diocesano Julià Cifre Vanrell reconoció ante la magistrada diversos episodios de caricias, besos y abrazos con la perjudicada. Y ayer fue el jesuita Luis Añorbe Sábada quien admitió contactos sexuales sin acceso carnal con la denunciante.

Añorbe declaró en calidad de investigado por un presunto delito continuado de abusos sexuales a través de videoconferencia desde Salamanca a raíz de la denuncia que interpuso una mujer hace un año. El religioso, de avanzada edad, contestó a todas las preguntas formuladas tanto por su defensa, como por la magistrada y el abogado de la acusación particular, Nacho Gutiérrez Nadal.

El jesuita investigado fue profesor de Religión, Física y Química, Matemáticas e Informática en Montesión desde 1976 hasta 1988. Además, también fue Delegado de Pastoral de Educación Primaria en el centro desde 1990 hasta el 2003. Ayer, Luis Añorbe reconoció ante la jueza diversos episodios de caricias y besos con la denunciante. Según su versión, fueron encuentros sexuales esporádicos. Añorbe negó en rotundo haber forzado a la mujer, así como haber abusado de ella y alegó no recordar si mantuvo relaciones sexuales completas con ella. «Ha pasado mucho tiempo, no lo recuerdo», indicó. También dijo que no recordaba si ambos se habían desvestido porque habían pasado muchos años.

El sacerdote, que abandonó Mallorca en 2003 y fue destinado a Gandía, se autodefinió como un asesor espiritual y rechazó de plano haberse prevalecido de un cargo de superioridad sobre la afectada. Según detalló, conoció a la mujer cuando ella ya era adulta. Por tanto, estos hechos ocurrieron cuando ya era mayor de edad, según su versión. Añorbe explicó ayer en su declaración judicial que los encuentros sexuales sin acceso carnal como caricias, besos y abrazos tuvieron lugar en su despacho en el colegio de los Jesuitas en Son Moix. La víctima acudía al colegio de Montesión todas las semanas a unas actividades de formación juvenil cristiana, a la Congregación Mariana. Allí coincidió con los jesuitas que presuntamente abusaron de ella.

Luis Añorbe negó que la joven ofreciera algún tipo de resistencia. Según subrayó, «no me decía que no, no me decía que parara». El jesuita investigado también recalcó que desde que la denunciante tuvo un novio con el que luego se casó ya no tuvo ningún tipo de contacto sexual con ella. El religioso insistió en que los últimos hechos habrían ocurrido hace unos 20 años, ya que desde que se casó, ya no contactó con ella. Añorbe sí que recordó que él mismo ofició la boda de la mujer con este novio y también admitió que, posteriormente, estuvo en su casa con su familia y sus hijos.

El sacerdote, que ahora reside en Salamanca, rechazó también haber contactado con la perjudicada hace pocos años para pedirle fotografías y vídeos de carácter sexual.

Añorbe fue investigado por el Vaticano. Durante el proceso canónico, reconoció que en Mallorca mantuvo conductas impropias con otra mujer. Por ese otro caso en el que tuvo un comportamiento íntimo con otra ciudadana tuvo que abandonar la isla, ya que el marido le acusó, según admitió el religioso. Antes de llegar a Mallorca, le expulsaron del colegio del Salvador, de los Jesuitas de Zaragoza, por conductas impropias, según se desprende de la investigación de Roma.

En el verano de 2023, cuando el caso fue destapado, los Jesuitas admitieron que dos de sus sacerdotes, Añorbe y Fernando Meseguer, habían abusado sexualmente de una mujer mallorquina durante tres décadas. De esta forma, el entonces superior de Montesión, Javier Monserrat, donde se produjeron los hechos, expresó la «rotunda condena por los abusos cometidos en el pasado por miembros de la orden cuya labor precisamente debería haber sido proteger a una persona vulnerable». La Compañía de Jesús pidió perdón a la víctima, «no solo por el grave sufrimiento personal y psíquico ocasionado por los religiosos sino también por no haber sabido proteger a una joven vinculada a nuestra pastoral».

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