Salud Mental en Mallorca

Los guardianes del campus contra el suicidio

Casi un 15% de los estudiantes universitarios españoles ha tenido ideas suicidas y por eso las universidades españoles comienzan a incorporar planes de prevención. En la UIB, gracias al programa GUÍAS, 61 alumnos y 15 docentes se han formado para detectar señales de riesgo y saber cómo actuar  

Paula Nadal, alumna de Enfermería, este curso se ha formado para detectar señales de riesgo de suicidio entre sus compañeros

Paula Nadal, alumna de Enfermería, este curso se ha formado para detectar señales de riesgo de suicidio entre sus compañeros / Guillem Bosch

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Ella lo vivió en el instituto. Una persona cercana tenía ideas suicidas. Sufría y no quería seguir sufriendo. Pero Paula Nadal no lo detectó, no vio las señales (y de haberlas visto seguramente no hubiera sabido qué decir, qué hacer, qué no decir y qué no hacer). Hoy, años después, Paula explica que aunque le queda mucho por aprender se siente mucho más preparada para abordar una situación así.

Y es que Paula Nadal, estudiante de Enfermería de la Universitat, este año ha completado la formación del programa GUÍAS: Gestores Universitarios en Intervención y Ayuda a la prevención del Suicidio.

Las sesiones recibidas y los ejercicios hechos, incluyendo una simulación con una actriz, le han ayudado a identificar posibles signos de riesgo, le han brindado información verificada sobre el suicidio (alejada de falsas creencias) y también la han armado con pautas sobre cómo actuar ante señales de alerta.

Paula se ha convertido en una guardiana del campus contra el suicidio, igual que otros 60 estudiantes de la UIB y una quincena de profesores que han participado en el programa piloto desarrollado este curso, que parte de la idea de que toda la comunidad universitaria (no solo los expertos en salud mental) puede sumar en la prevención contra la conducta suicida.

En un contexto de crisis de salud mental y siendo el suicidio la primera causa de muerte no natural en nuestro país (también entre los jóvenes menores de 29 años, franja que comprende al grueso de los universitarios), las universidades españolas están empezando poco a poco a instaurar estrategias para proteger a su alumnado, que no está exento de riesgo.

Patricia García, psicóloga y profesora de la facultad de Enfermería y una de las promotoras del programa GUIAS de la UIB, señala que aún faltan datos precisos y unificados sobre ideación suicida entre la población universitaria, según se ha puesto de relieve en el reciente encuentro de los servicios psicológicos de universidades españolas, al que ha asistido el psicólogo de la Universitat, Joan Miquel Gelabert.

Patricia García y Elena Gervilla, promotoras del programa de prevención del suicidio en la UIB.  | G.BOSCH

Patricia García y Elena Gervilla, promotoras del programa de prevención del suicidio en la UIB. | G.BOSCH / mar ferragut

Según un estudio publicado en 2023 por la Universidad de Málaga (otra de las instituciones académicas pionera en implantar planes de prevención ante el suicidio) tres de cada diez universitarios ha tenido deseos de muerte en los últimos seis meses; un 15% ha manifestado ideación suicida y un 0,5% ha intentado quitarse la vida.

La Universitat Autònoma de Barcelona difundió una investigación el pasado abril que alertaba: el riesgo de suicidio entre universitarios catalanes se ha duplicado en tres años y un tercio de los alumnos de las universidades catalanas se lo han planteado en los últimos doce meses. Dentro de poco se espera la publicación de otro trabajo impulsado desde la Complutense.

Mientras crece la literatura científica, un número del Instituto Nacional de Estadística estremece: en 2022 murieron por suicidio en España 4.227 personas y 341 eran menores de 29 años.

El primer paso del programa, promovido por García y Elena Gervilla, profesora de la facultad de Psicología, fue identificar qué sabía la comunidad universitaria sobre el tema (y qué no). Hicieron un encuesta a 703 personas. La mayoría, un 80%, reconocía la gravedad del problema, pero solo el 15 % dijo haber recibido formación.

García llama la atención sobre un hecho de primeras sorprendente: el suicidio, que supone un problema de salud pública de primer orden, no forma parte del contenido curricular en ningún estudio de la universidad.

A petición de las facultades, ellas han empezado este año a impartir formaciones sobre prevención del suicidio a los alumnos de varios títulos, como Enfermería, Psicología, Trabajo Social, Educación, Derecho u Hostelería. Las docentes quieren que se vaya incluyendo en las guías docentes como parte del temario.

Muchos de los estudiantes participantes, como Paula Nadal, vienen de estudios sanitarios y sociales, pero no sólo, desvela García, que menciona en concreto el interés de varios profesores y alumnos de Turismo.

El Programa de capacitación en prevención de la conducta suicida y gestión emocional elaborado por García y Gervilla junto a Margalida Miró, Antònia Pades, Jordi Llabrés y Antònia Mesquida prevé inicialmente formaciones de alfabetización, manejo inicial y recursos de ayuda. Se aborda la epidemiología, se desmontan mitos y se describen los factores de riesgo y los protectores, así como las señales de alarma (como posibles ‘frases de despedida’).

Después, los GUÍAS reciben más sesiones para que se vean capaces de ayudar y acompañar a personas en situación de crisis emocional y para que sepan cómo modificar patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales. La gestión emocional supone todo un bloque e incluye también información enfocada al duelo y a los supervivientes.

Se ofrece contenido redactado por expertos a nivel nacional y las promotoras colaboran con entidades como la asociación Papageno, el Observatorio Autonómico del Suicidio o la asociación AFASIB, de familiares y amigos supervivientes por suicidio de Balears.

«Es fundamental romper mitos e insistimos por ejemplo en el hecho de que el suicidio es multicausal: hay que ir alerta con caer en el simplismo, puede haber un factor desencadenante, pero hay varias causas», subraya García, que remarca algo que la sociedad ya va interiorizando: «La persona con ideación suicida no quiere dejar de vivir, quiere dejar de sufrir».

El hecho de que sea «un igual», otro estudiante, el que se acerque al alumno que sufre puede facilitar las cosas. Con todo, Gervilla y García señalan algo importante a los futuros GUÍAS: «Ellos no son los responsables, les enseñamos eso y a mostrar interés, a acompañar, a escuchar sin juzgar [un punto clave: validar lo que siente el otro sin hacer juicios] y no tratar de resolver el problema ni relativizarlo: es acompañar y escuchar el desahogo».

Esta parte suena a obviedad, pero en una sociedad individualizada, estresada y muy competitiva, a veces se nos olvida la importancia de dedicar tiempo y atención a alguien. «Tenemos mucha gente al lado nuestro con ideas suicidas, y ni nos damos cuenta ni sabemos qué hacer», apunta Paula Nadal, « y sí, hay muchas personas que no piensan más allá de ellas mismas, cuando un simple gesto puede ayudar mucho».

La joven, que además de haber hecho la formación está vinculada al proyecto como alumna colaboradora, concluye: «Lo que viví en el instituto ahora lo hubiera afrontado de otra manera, la básico es saber escuchar y ofrecer los recursos que hay: yo no puedo ofrecer una ayuda para solucionar el tema, pero le puedo ofrecer recursos».

La encuesta con la que arrancó el proyecto mostraba desconocimiento sobre cómo actuar y a qué puertas llamar. Un 68% identificó los teléfonos de atención disponibles en un momento de crisis (el 112 y el 061), pero solo el 20% conocía los mecanismos de atención de la UIB y solo la mitad sabía que la ideación suicida es un motivo para ir a Urgencias. Un 3% sí conocía los recursos por haber tenido cerca algún caso de suicidio. Una de las alumnas GUÍAS que se han formado este año ha perdido a tres personas por esta causa.

Concluida la experiencia piloto (impulsada gracias a un premio DE por los Servicios Culturales de la UIB), ahora toca evaluar el programa y buscar cómo mantenerlo. El proyecto es una de las líneas estratégicas del I Plan de Prevención del suicidio de la UIB, que despunta como universidad pionera en España en abordar este tema. Además, a raíz de GUÍAS, valora García, muchos alumnos están presentando trabajos de final de máster relacionados con el tema.

Investigar, hablar y formarse para saber actuar: los campus asumen que ante el suicidio el silencio no cabe y no se puede mirar para otro lado.

Suscríbete para seguir leyendo