Sidhmad, exmenor migrante: «Si no se reparte a los menores migrantes, estos nunca se integrarán en la cultura española»

Sidhmad -nombre ficticio- es un ex menor migrante que llegó en patera a Mallorca años atrás. Antonia -nombre ficticio- trabaja en un centro de menores en la isla. Los dos han accedido a hablar con este diario para eliminar de una vez por todas el estigma de delincuencia que acompaña a los mal llamados ‘menas’ en todo el país

Una imagen de las pateras llegadas a Son Tous llenas de inmigrantes. Entre las embarcaciones también había menores.

Una imagen de las pateras llegadas a Son Tous llenas de inmigrantes. Entre las embarcaciones también había menores. / Bernardo Arzayus

«Imagínate que llegas a Argelia siendo un niño, pensando que es el paraíso, huyendo de la miseria o de la guerra, sin absolutamente nada, sin amigos, sin lugar donde dormir, sin saber cómo conseguir recursos, sin hablar el idioma, pensando que el dinero cae de los árboles. ¿Qué es lo que harías tú?».

Con esta reflexión, Sidhmad -nombre ficticio- quiere luchar contra el estigma que acompaña a los menores migrantes no acompañados en toda la nación: «Se habla siempre de los pocos argelinos que cometen delitos, no de los centenares o miles que ayudan a España», señala el joven.

Sidhmad llegó en patera hace años y vivió durante un tiempo en un centro de menores donde le trataron «muy bien» y explica la importancia de estos sitios: «Cuantos más centros de menores mejor, la gente que viene son niños, sin padre ni madre, necesitan a una persona que les indique el buen camino», relata.

Una fotografía de Sidhmad joven mirando a la playa.

Una fotografía de Sidhmad joven mirando a la playa. / Sidhmad

Antonia -nombre ficticio- trabaja en uno de estos centros de menores. «Casi todos los niños son siempre buenos, puede que haya uno o dos malos, que son en los que se enfocan los medios», se lamenta la trabajadora. 

«En cualquier instituto de España hay un porcentaje de gente mala superior que en un centro de menores, pero estos chicos están totalmente estigmatizados», sentencia Antonia.

La trabajadora cuenta que nunca tienen «ninguna queja» por parte de los vecinos. No obstante, explica que bastantes de estos «siempre muestran el rechazo de alguna manera». 

Ante comportamientos normales de adolescentes, como «dar un portazo», los vecinos salen a reclamar por el ruido. «Esto no ayuda a los menores, no se sienten queridos por la sociedad», asegura Antonia.

«Estos niños están acomplejados por la etiqueta de mena, e intentan evitar que la gente los reconozca como tal, no le hacemos ningún bien a un niño si le obligamos a renunciar a su origen», sentencia la trabajadora social.

Un estigma que también acompaña a los trabajadores de los centros de menores, «Siempre me dicen, ¿cómo lo haces?¿Cómo lo puedes aguantar? Como si fuera una tortura este trabajo y no es así», explica la mujer.

«Es nuestra obligación dar ayuda a estos niños», asegura de forma tajante Antonia. 

Reparto de menores

El reparto de los más de 4.000 menores extranjeros no acompañados de las Islas Canarias provocó la ruptura de Vox con el Partido Popular. Esta separación ha afectado a todas las comunidades autónomas donde cogobernaban, incluyendo Balears.

«No vamos a aceptar ningún tipo de reparto, no seremos cómplices de los machetazos y violaciones», defendía el líder del partido de ultraderecha, Santiago Abascal. Tanto Sidhmad como Antonia creen que el reparto es la medida que más beneficia a todos. Tanto a los menores migrantes, como a la nación.

«Si no se reparten a los menores, estos nunca se van a integrar a la cultura española», asegura Sidhmad. Para el argelino, es mejor que los menores «se queden solos o en pequeños grupos», porque si no «nunca avanzarán».

«Si se reparten por todas las ciudades van a conocer nuevos pensamientos, descubrirán nuevas cosas», asegura el joven.

Antonia explica que si los chicos no se distribuyen, estos se «refugian en su colectivo», y que repartirlos es lo mejor para acercar la «cultura española» a los menores.

‘Paguitas’

Tanto Antonia como Sidhmad quieren eliminar la falsa fábula de las ‘paguitas’ que rodea la figura de los menores migrantes 

«Riegan con dinero a quien entra de manera ilegal», decía Fulgencio Coll, líder de Vox Palma, este viernes. 

«No hay ninguna ‘paguita’» asegura Sidhmad entre risas. «¿Caminas por la calle? ¿Crees que la gente que está tirada allí está cobrando alguna ‘paguita’?», explica el joven.

«La gente que habla de paguitas es gente que no trabaja. Los que trabajan, no tienen tiempo para pensar en estas tonterías», sentencia.

¿Crees que la gente que está tirada por la calle está cobrando alguna ‘paguita’?»

Sidhmad

A Sidhmad le apenan estas acusaciones, ya que se solidariza con los inmigrantes. «Los argelinos piensan que en Europa el dinero cae de los árboles, se creen que será mucho más fácil encontrar trabajo. No saben que en España la gente también lo pasa mal», explica angustiado.

El migrante asegura que siempre le intenta explicar a los recién llegados que las cosas «no son tan fáciles». «Siempre les digo que si no saben el idioma solo podrán trabajar en el campo o en la obra», relata. 

Sidhmad cuenta la historia de un amigo suyo que era contable en Argelia y que en Mallorca «tiene que trabajar en la obra».

Antonia explica que el tema ‘paguitas’ es «totalmente mentira». «Todo el tema de los menores es una inversión para España. Todo el dinero sale de los fondos europeos. España no paga nada, solo se beneficia».

La trabajadora explica que lo que existe es un «programa de emancipación» para cuando el chico sale del centro de menores. 

«El programa consiste en darle un piso compartido al menor cuando cumple 18 años y una paga de unos 600 euros al mes. Durante este tiempo, se le ponen los papeles en reglas al migrante», explica Antonia. 

El camino para entrar dentro del programa no es de color de rosas. «El que reclama el programa tiene que estar formándose o estudiando alguna cosa», explica Antonia. Además, si el migrante encuentra trabajo, la paga «se termina». Y aunque no lo encuentre, esta solo puede durar «un año».

Asimismo, Antonia explica que en los pisos «no hay segunda oportunidad», ya que si, por ejemplo, se encuentran a un chaval «fumando un porro», este se irá a la calle de forma irreversible. 

Para más inri, a este programa «solo entran el 10 o 15% de los menores migrantes de Mallorca», asegura Antonia. Los cuales tienen que tener una «trayectoria ejemplar» para poder entrar.

«Si los chicos no consiguen entrar en el programa y no les podemos conseguir un albergue, acaban en la calle sin alternativa», se lamenta Antonia. «Y allí fuera, les espera la mafia».

Sidhmad cree que se debe actuar «de forma dura» contra los delincuentes de las calles: «Estos maleantes pueden ser una mala influencia para todos los demás», asegura. Sidhmad cree que la policía tendría que ir «a por los cabecillas», para que así «los chicos nuevos no se crucen con ellos». 

«Si en una caja de tomates, metes a dos tomates podridos, se pudren todos», ejemplifica Sidhmad.

Aun así, el exmena cree que el mayor problema es «la droga», la cual está destrozando«el futuro» de sus «hermanos».

«Consumen pastillas Lyricia, que afectan al cerebro y quitan la vergüenza, y también toman otras drogas que les ponen agresivos», explica Sidhmad. «Pueden acuchillar a su hermano y no se darían ni cuenta», asegura.

«Estos mismos chavales trabajaban en Argelia, pero aquí se juntan con los delincuentes, se drogan y se vuelven malos», se lamenta Sidhmad. «Si estos chicos se quedan en Mallorca, por culpa de esta droga, se van a ir por el mal camino», sentencia.

Sidhmad pide que se detenga este tráfico de estupefacientes: «A muchos ‘yonquis’ les recetan este medicamento para estar más relajados y luego lo venden a los argelinos», asegura Sidhmad. 

Un medicamento que también le han ofrecido a él. Sidhmad cree que se deberían hacer «más análisis» para poder «recetar la droga».

Una labor «extraordinaria»

«La labor que hacemos en un centro de menores es extraordinaria», asegura Antonia. La trabajadora lamenta la mala imagen que tienen estos centros: «No somos una fábrica de delincuencia, somos una fábrica de cumplir sueños».

«No somos una fábrica de delincuencia, somos una fábrica de cumplir sueños»

Antonia

La estigmatización de esta figura no parece concordar con la realidad, «la mayoría de niños son maravillosos, yo cuido a menores que cualquier padre mataría por tener», explica Antonia.

Para la trabajadora esta estigmatización responde a motivos políticos: «Le dan la culpa a los menas para liberarse ellos de la suya, pero los chicos no tienen la culpa de la subida del alquiler», asegura la trabajadora.

Sidhmad y Antonia coinciden en que no se debe atacar a una persona por el lugar donde ha nacido, sino por las acciones que estas cometen: «Las malas personas existen en cualquier cultura», sentencian los dos. 

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