Opinión

La última sargantana de es Jonquet

Una sargantana del barrio de es Jonquet

Una sargantana del barrio de es Jonquet / Miguel Viens

El antiguo barrio marinero de es Jonquet o lo que queda de él, cuya fachada marítima se convirtió en postal turística de la Palma de los setenta, está a punto de transformarse en una urbanización de lujo exclusivísima, con cuatro nuevos edificios que albergarán 57 viviendas y que ya se venden sobre planos a precios de hasta 3,6 millones de euros, con jardines y piscinas privadas, gimnasio, cine, bodega y zona de relax, sea lo que sea eso. Es decir, no son viviendas para jóvenes de 39 años con sueños tardíos de emancipación, ni tampoco pisos para nuestra empobrecida clase media, sino segundas residencias para los adinerados vecinos del norte. 

No estamos hablando de toda la barriada de es Jonquet, que camina lentamente hacia la segura extinción de sus molinos en ruinas y su peculiar trama urbana de pequeños edificios blancos, adornados con grafitis, sino de su último espacio libre, los 8.675 metros cuadrados del solar del Mar y Tierra, un balcón sobre el Paseo Marítimo con vistas que abrazan desde la Catedral al castillo de Bellver

Recreación del aspecto final de la nueva promoción de lujo

Recreación del aspecto final de la nueva promoción de lujo de es Jonquet / Engel & Völkers

Lo irónico del caso es que es Jonquet es un barrio que ‘goza’ del máximo grado de protección patrimonial , aunque no se note. Y que el regalo municipal hubiera podido ser mucho peor: a las viviendas se les habría podido añadir un centro comercial y un aparcamiento subterráneo con salida en la plaza Santo Domingo de la Calzada, previa perforación de una salida a través d el talud. Así que todavía hay que darle las gracias al Ayuntamiento de Palma por alumbrar un Melrose Place en es Jonquet.. 

Nos queda una pequeña venganza nativa que la inmobiliaria no menciona a los futuros inquilinos que en 2027 estrenarán sus deslumbrantes viviendas. La colonia de sargantanes autóctonas que cada primavera abandonan por centenares las inmensas enredaderas que cuelgan del talud, donde viven y crían, y recorren el barrio en busca de un poco de sol que caliente su sangre, reptando en movimientos eléctricos por todo el barrio. Disfruten ahora si pueden de la zona de relax.

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