Opinión | Tribuna

Pacte per la Salut. ¿El papel lo aguanta todo?

El Pacto por la Salud presentó las conclusiones.

El Pacto por la Salud presentó las conclusiones. / CAIB

En este caso…ojalá lo plasmado en el papel, aunque sea en una pequeña parte, suponga cambios sustanciales en nuestra Sanidad Pública. Estamos hablando del Pacte per la Salut, un proceso y un documento que ayer presentó la Consellera de Salud a la ciudadanía de Baleares.

Hace siete meses el Govern convocaba a profesionales de la salud, partidos políticos sindicatos, organizaciones sociales y asociaciones de pacientes para proponer «una hoja de ruta para la Sanidad Balear para la próxima década». Nada más y nada menos. Y sobre la mesa, un largo listado de temas: Falta de profesionales, crisis de Atención Primaria, pacientes crónicos, promoción de la salud, listas de espera, salud mental. Todo a tratar en grupos de trabajo cuyo grado de implicación y calendario de trabajo ha sido desigual. Algo esperable dado el dispar perfil de los participantes y de sus legítimos intereses. Las organizaciones sindicales han puesto, lógicamente, el foco en la necesidad de más enfermeras, pero sobre todo más médicos y mejor pagados. Baleares ciertamente está en el grupo de cola en cuanto a número de médicos de familia, y de médicos en general, del estado español. Aunque por otro lado los datos de la mayor solidez, tercamente, nos recuerdan que España es el tercer país de Europa en cuanto a número de médicos por habitante, y el primero del mundo en número de facultades de medicina por habitante. Otra cosa sería analizar cómo están distribuidos, en que los estamos ocupando y como los estamos tratando. Muy especialmente, a los profesionales de la Medicina de Familia, ofertando plazas de formación y trabajo que no se cubren, y a especialistas que en su mayor parte renuncian a ejercer la especialidad que eligieron. Los representantes de partidos políticos trataron de encajar sus programas electorales en temas sanitarios que, con frecuencia, no siempre pusieron en práctica cuando estando en el poder pudieron hacerlo. Y algunas organizaciones, como la Asociación para la Defensa de la Sanidad pública, sin más interés que lo explicitado en su nombre, han tratado, en los distintos grupos, de explicitar los riesgos que se ciernen sobre nuestro sistema sanitario, con creciente derivación de fondos públicos hacia empresas sanitarias privadas y la sangría del gasto sanitario, que consume el 25% de sus recursos en medicamentos con precios muchas veces injustificables y con los que se intenta solucionar problemas sociales cuya solución no se debiera encontrar en las recetas. En definitiva, un documento que no cuestiona en absoluto el modelo de sistema sanitario, basándolo una vez más en la demanda y como satisfacerla con oferta, sin comenzar a plantear a la ciudadanía y a los sanitarios que no toda demanda es económica y sanitariamente razonable, y lo que es peor, que su satisfacción no contribuirá a mejorar la salud de las personas.

El resultado del proceso descrito es el documento que ayer presentó la consellera de Sanidad. En su mayor parte, una sucesión de propuestas genéricas, cargadas de buenas intenciones a las que nadie se opondría. Tan genéricas que a veces parecen redescubrir los diez puntos de la Conferencia de Alma-Ata, publicados hace casi 50 años. Y con pocas medidas concretas y mesurables. Carente de un elemento crucial en cualquier iniciativa política o social: una memoria económica que de algún modo garantice la viabilidad de lo propuesto.

Con la firma conjunta de la Conselleria de Hacienda, con fondos para su implementación, con algún cuestionamiento del sistema actual, y con un riguroso seguimiento por parte de quienes, personas y organizaciones han intervenido en su desarrollo, el Pacto por la Salud sería bastante más creíble. Aun así, si nuestra Administración Sanitaria va en serio con esta iniciativa, si se compromete a llevar a la práctica cuando menos una parte de su contenido, muchas de las organizaciones que hemos trabajado en el documento nos comprometeríamos en su seguimiento. Lo de que «el papel en lo aguanta todo», parece ser la frase que acuño Catalina la Grande, como contraposición con las posibilidades reales, para rechazar las propuestas escritas por Diderot para trasformar el imperio ruso. «De acuerdo, majestad. Pero si lo sabía ¿para qué me hace venir a Rusia, pensar, escribir?». Si por falta de voluntad, de recursos y de seguimiento el ambicioso, pero genérico Pacte por la Salut no pasa del papel a la realidad, supondrá el enésimo brindis al sol, la última frustración, que apenas habrá servido para entretener unos meses a cuantos hemos participado en él. Y como Diderot a la emperatriz le diremos a quienes nos convocaron: Si no era factible llevarlo a cabo ¿para qué nos convocaron?