El cuarenta de mayo

María Dolores Vázquez Rovira

Quizá me quité el «sayo» antes de tiempo y aquí está el segundo gran chaparrón de este mes. No descansé de la sección por falta de ideas. No por falta de paraguas. Tampoco me falla de momento la memoria y por eso me atrevo a intentar de nuevo escribir.

   Pendientes las líneas que merece el tenista Carlos Alcaraz y Garfia, reciente Campeón de Tenis en Roland Garros de París.

   Pendiente escribir para que sea atendida esta Carta en caso de publicarse.

   Para ya la lluvia. Recuerdo cuanto pensaba esta mañana rumbo al Castillo de Bellver como casi todos los días. Cosas que decir. Sencillas. Opinables. Dignas de crítica. 

   Del Carlitos campeón a no entender tanto aplauso político de líderes que aturden y se besan.

   De querer cambiar el lenguaje en cierta manera para escribir o decir -de cierta manera- que «este país» se llama España con sus seis letras.

   De preguntar a alguien el porqué de tantos «problemas de salud» de este o aquel personaje no lo son de «enfermedad» a la que debiera uno referirse.

   Terminó mayo con sus cuarenta días y con el chaparrón que refresca el ambiente me voy después de alabar la llegada al aparcamiento de Bellver por segundo año de la amable furgoneta a ruedas que ayuda en abastecer a quienes caminamos por la zona y tenemos, sobre todo, ansia de café o sed.

   Algo se me olvida seguramente pero si esto se publica es casi seguro que volveré a dejar a la vista el previsto aluvión de ideas.