Desahucio en Montesión

Luz Casasnovas Susanna

Esta carta es para expresar mi indignación y dolor por el desahucio de los jesuitas de Montesión.

   Soy amiga de dos de los curas que me inspiran respeto, dignidad y fe en la humanidad, tan escasos últimamente. Y hablo de desahucio porque el término es ajustado a lo que pretenden hacer.

   También quiero hablar como profesional de la salud y me preocupan las consecuencias que tiene perder tu hogar en la salud mental, emocional y física de los desahuciados.

   Estos señores han trabajado durante toda su vida con fe y convicción en lo que hacían, lo han hecho bien y se han dejado la vida porque su jubilación les llegó más allá de los setenta. Ahora intentan llegar al final de su vida de la manera más digna, acompañados por sus iguales en el seno de la institución a la que sirvieron incondicionalmente y en la que consideran su casa y han convertido en su hogar. Echarlos como cosas sin valor tiene graves consecuencias para su identidad y su autoestima y a su edad, esto es pernicioso, pero también puede causarles insomnio, dolores de cabeza, hipertensión, dificultades en la digestión, ansiedad o agresividad, entre otras patologías, ninguna deseable a la edad de los hombres de los que estamos hablando. Dada la edad media de estos señores su esperanza de vida no creo que supere los diez años para el más joven, por tanto si las personas que han pergeñado este dislate fueran más consideradas y menos avariciosas se hubieran esperado unos años para destrozar unas vidas que valen mucho para los que los queremos.