Análisis

Casa de la Bonanova

Ellis Jacobson y Antonio Fernández Molina, dos ilustres moradores de «Son Vich», la casa castillo de la Bonanova

Imagen de la finca Son Vich.

Imagen de la finca Son Vich. / Google Maps

Elena Fernández-Molina

Llega a Zaragoza, a través de Ángel Pascual, pintor afincado hace muchos años en la Isla, una nota donde se refiere a la reforma de la casa, por parte del Queen's College -su actual propietario-, donde había vivido Antonio Fernández Molina, crítico de arte y escritor, que conoció en Barcelona y con el que estableció posteriormente una buena amistad. Por ello no he podido por menos que hacer aquí un pequeño homenaje, no solo a él, sino a otro ilustre morador del edificio, como fue el pintor Ellis Jacobson y recordar de paso algunas entrañables anécdotas que allí acontecieron.

La casa, que tiene unos siglos de antigüedad, está catalogada. Y las últimas etapas de cuando estaba habitada y los 40 años de abandono la dejaron en una completa ruina. Ahora se está recuperando gracias a un proyecto en el que han trabajado una arqueóloga y dos historiadores. Un año y medio de proceso. Según la documentación elaborada por estos profesionales, la casa había perdido casi tdo el valor histórico por las transformaciones sufridas. La propiedad ha sido obligada por la Comissió de Centre Històric a eliminar muchos añadidos, como los elementos que imitaban un castillo.

Así, el edificio tenía en la parte superior de la fachada unas almenas que le proporcionaban un aire peculiar. Separando el edificio de la carretera, había un enorme patio con pinos, un cenador y mucho sitio para corretear. Casi podría decirse que «las niñas» que es así como llamaban a las hijas de A. F. Molina, vivíamos allí, máxime cuando alguien (tal vez Ellis Jacobson) puso en el patio una enorme caja de madera que se convirtió en nuestro hábitat habitual.

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson / Antonio Fernández Molina/Ellis Jacobson

En el frontal del edificio se encontraba la entrada a nuestra casa donde vivía Antonio Fernández Molina, poeta, escritor y por entonces secretario de la revista Papeles de Son Armadans y que recibiría el Premio Ciudad de Palma de Novela en 1969 con su libro Un caracol en la cocina, con su mujer Josefa, sus 6 hijas y Marijose, una sobrina que había venido a ayudar con toda la intendencia del hogar.

Un poco más allá, un enorme portalón daba a un patio interior en el que, a la derecha, había unas escaleras por las que se accedía al piso superior, donde vivía la familia Jacobson: Ellis Jacobson con su mujer Nam y su hijo Elliot.

En el fondo había una estancia que, si en principio sirvió para poner la lavadora, más tarde este cuarto serviría para algo mucho más importante: para albergar a Pere Gimferrer, ilustre miembro de la Real Academia Española de la Lengua, que durmió allí durante el tiempo en que estuvo haciendo el servicio militar en la ciudad.

Ellis Jacobson fue un afamado pintor estadounidense que desarrolló su obra y vivió durante la mayor parte de su vida en Palma. Teniendo un perfecto dominio del dibujo, como se pone de manifiesto en sus impresionantes retratos, trabajó también la abstracción, habiendo realizado una obra sutil, llena de matices y veladuras, propias de un pintor que manejaba las técnicas y los secretos del pincel. Respecto a su trayectoria artística, no tendríamos espacio para enumerar sus varios centenares de exposiciones, que llevaron su obra por diversos rincones de Europa y América.

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson / Antonio Fernández Molina/Ellis Jacobson

Por la casa de los Jacobson pasaron personajes de alto nivel: actores como Edward G. Robinson, Charles Boyer o Faye Emerson. Escritores de la categoría de Robert Graves o James Hudson visitaron el inmueble y, cómo no, importantísimos pintores como Jim Bird, Steve Afif o Rirch Miller, que tuvieron un gran impacto en el devenir de las artes plásticas en Mallorca.

Éramos dos tipos de familias distintas, pero nos llevábamos muy bien.

Recuerdo a Nam (que por desgracia murió prematuramente y cuya foto mi madre conservó toda su vida) como una mujer encantadora, sentía una gran admiración por mi madre y toda su prole, y siempre que podían, nos ayudaban. Recuerdo una ocasión en que nos trajo de un viaje a su país, unas camisas de flores para todas, con el mismo estampado y distinto color. Y también cómo me llevó en uno de mis cumpleaños, a una tienda para gente joven y me animó a coger una prenda que mis padres no estaban en condiciones de comprar.

Por otra parte en la casa de Antonio Fernández Molina desfilaban con asiduidad escritores, pintores, poetas, galeristas… Recuerdo al pintor Mateos, a Mompó, al poeta Mario Ángel Marrodan, al escritor-pintor Antonio Beneyto, al pintor valenciano Vicente Cortina, a poetas como Fernando Millán que estaba en la cima de la poesía visual madrileña, al pintor Juan Zúñiga, al escritor venezolano Argenis Rodríguez… mi débil memoria actual me impide recordar el nombre de otros muchos personajes que nos visitaron.

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson

Foto de los archivos familiares de Antonio Fernández Molina y de Ellis Jacobson / Antonio Fernández Molina/Ellis Jacobson

Recuerdo a mi madre y a mi prima haciendo tortillas de patatas, para saciar el apetito de los invitados, y como con frecuencia salíamos a recoger palos y piñas por el bosque que quedaba detrás de la casa para alimentar el fogón. Por supuesto, cómo no, mantenía contactos con la mayoría de los artistas mallorquines o afincados en la isla, como Rivera Bagur, Rafael Jaume, Miguel Moret, Llorens Artigas, Rafael Amengual, Longino… con los que gustaba departir en animadas tertulias.

A. F. Molina ha sido un escritor polifacético, con más de cien libros publicados en los que abarcó los más diversos géneros: novela, poesía, relatos breves, monografías de pintores, algún guion teatral e incluso cinematográfico. Publicó cientos de artículos en diversos periódicos y revistas, tanto de España como de Hispanoamérica, al final comprendió que el arte y la literatura eran una misma cosa y compaginó ambas actividades, obteniendo importantes éxitos, como el haber expuesto junto a Günter Grass en la Galería Schöen de Berlín, habiendo realizado un buen número de exposiciones individuales, como la realizada en la Galería Juana Mordó en 1979, en el Museo municipal de Alcázar de San Juan, la Galería Matisse de Barcelona, la Galería 4 Gats de Palma.

Recuerdo, cómo no, a nuestros ilustres vecinos, como a Joan Miró paseando del brazo de su mujer Pilar por el barrio, o como Charo Conde venía en ocasiones a recoger a las niñas para llevarnos a la playa. Viene a mi memoria la casa atestada de libros y cuadros. Y por supuesto a todas mis hermanas jugueteando despreocupadas por el patio.

Fueron tiempos felices.

Como puede verse, la casa castillo de la Bonanova ha sido un punto de encuentro artístico por haber estado habitada durante muchos años por dos excelentes artistas llenos de personalidad.

Todo esto bien vale un recuerdo.