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Cables y placas, un año después

Las fachas de Palmase siguen cubriendocon cables.

Las fachas de Palmase siguen cubriendocon cables. / A.F.P.

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Los cables se siguen extendiendo por las fachadas de Palma y van rebozando de color negro y gris sucio nuestro paisaje y nuestras propiedades. La sumisión con que la ciudad se deja pisotear me deja pasmada. Todo el mundo quiere internet y televisión por cable y hay mucha gente y un cable por casa, como mínimo, porque nadie obliga a quitar los obsoletos. El descaro de las poderosas empresas de telefonía se va apropiando de nuestro dinero y de nuestro orgullo.

Hay una ley nacional, la de Telecomunicaciones, que dicen que blinda los destrozos paisajísticos, y si quieren clavar sus clavos y colgar sus artilugios donde les venga en gana, monumentos incluidos, hay que bajar la cerviz. O en todo caso corresponde a la propiedad del monumento en cuestión ofrecer la alternativa para que la autopista de los poderosos se siga extendiendo.

Nada ni nadie hace nada por evitarlo. No se quiere copiar lo que hacen en otras ciudades europeas, en las que se goza de los mayores avances para móviles y ordenadores y tabletas y TV, pero no ves un solo cable en la calle. Sería demasiado trabajo quizás buscar soluciones.

Se abrió de arriba abajo la calle Nuredduna y se enterraron tres millones de euros, pero no se pasó ni un solo cable bajo tierra. Unos particulares compraron un edificio de esa calle y lo rehabilitaron entero. Allí sigue el circuito cableado que perjudica su imagen y que simboliza, no el progreso, sino la sumisión y el desprecio obligado por las leyes.

La otra tarde un operario pertrechado con su escalera y sus centenares de metros de cable añadía el enésimo a las fachadas de Les Cent Cases, edificios de valor patrimonial ahora protegido. Ya no se ven ni los números de los portales. Hace años yo misma les hubiera espetado que si tenían permiso, ahora no serviría para nada. Tienen el permiso que les da la inacción de la Administración.

Quizás algún responsable político se dé cuenta de la equivocación que supuso la permisividad en esa ley nacional de Telecomunicaciones y pese a eso no insta a cambiar nada. ¿Pasará lo mismo con las actuales normas pseudoecologistas que permiten llenar nuestros campos de placas solares? Europa acaba de aprobar un paquete bestial de dinero para facilitarlo; las leyes autonómicas, desdela covid, han puesto alfombras rojas para ello. El Consell de Mallorca, que es quien debería planificar cantidad y ubicación, mira hacia otro lado. Mientras, el dinero se viste de verde y hace negocio con nuestro paisaje, que es nuestra patria. En la Administración aún no hablan de límites. Cuánta energía necesitamos, dónde y cómo la producimos. Corren como pollo sin cabeza, carrera iniciada con el mayor desparpajo por los anteriores responsables, que pretendían salvarnos del cambio climático produciendo energía sin límites de ningún tipo, como si una placa solar o las baterías fuera material inofensivo con cero coste medioambiental.

La ciudadanía se moviliza cuando el hipócrita parque solar se lo quieren plantar al lado, o ni eso, porque es agotador y a veces inútil. Ahora será Puntiró, luego vendrán más acosos a las zonas rústicas de Palma. En el resto de la isla, igual.

Cort puede hacer algo. De entrada, parar y pensar. Qué queremos, cómo y dónde. A eso se le llama planificar. Justo lo que no se ha hecho con los malditos cables que nos inundan.

Ha pasado un año desde que Jaime Martínez recibió la vara de mando del Ayuntamiento de Palma. Lo sé porque mi móvil me lo ha recordado resucitando una foto en la que él sostiene la vara de mando, yo llevo una camiseta de color naranja rojizo y ambos sonreímos. También porque las entrevistas y las valoraciones proliferan en los medios, en este aniversario. Muchos de los temas pendientes en la ciudad y que a mí me interesan no salen. Los dos que cito, por ejemplo, cables y placas. Hay mucho por hacer. Habría que recuperar la voluntad de extender la mano y remar juntos, por el bien general.

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