El enfado de los vecinos del barrio del Terreno es mayúsculo después de dos meses viviendo junto a los escombros de la demolición de la vivienda siniestrada en el número 7 de la calle Polvorín. El edificio sufrió un derrumbe el pasado 27 de febrero que obligó a desalojar a gran parte de los residentes de las viviendas contiguas. El Ayuntamiento de Palma se hizo cargo de la demolición, que entre una cosa y otra se aplazó hasta finales de abril, y el día 26 de ese mismo mes se comunicó a los propietarios que ya podían volver a sus casas. Nadie se encargó de retirar los escombros de la demolición y los restos de la obra, que continúan allí desde el derribo hasta día de hoy.
La montaña de cascotes, restos de materiales, tierra, residuos y suciedad en general tiene un tamaño considerable y, según los vecinos, la basura se acumula cada vez más. Afecta también a las viviendas de la calle Robert Graves, que se ubica justo detrás del solar, junto a la montaña de basura.
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«Es un riesgo para la salud pública y para el ambiente», lamenta la propietaria de una vivienda cercana. Alega que los escombros generan molestias a los transeúntes y que no están debidamente señalizados ni protegidos, lo que podría llegar a ocasionar desplazamientos o accidentes fatales.
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De hecho, según explican los residentes, en mayo se produjo un movimiento de tierra de los escombros, lo que provocó que cayeran restos sobre la terraza y el patio de la comunidad. Además, como la montaña de basura sobresale de la pared medianera, supone un peligro para las viviendas de la comunidad de la vivienda continua en Robert Graves, según ha dictaminado un perito.
Ante esta situación, los vecinos han intentado ponerse en contacto con el departamento de Urbanismo y el de Seguridad de Edificios del Ayuntamiento de Palma, así como con el área de Residuos del Consell de Mallorca: «O no nos contestan, o no recibimos ninguna respuesta satisfactoria. Las instituciones se pasan la pelota entre ellas, dicen que no es su competencia y la empresa encargada de las obras tampoco se ha responsabilizado de retirar la basura», señala una vecina en palabras a este diario.
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Los residentes calculan que la montaña de basura tiene una altura de unos cuatro metros y ha llegado a provocar desperfectos en algunas viviendas colindantes: «Hay vecinos que no se atreven a salir a la terraza con sus hijos porque puede ser peligroso», apunta la propietaria de una vivienda de los edificios cercanos. Recuerda, además, que en los alrededores del solar no hay un cartel que indique los detalles de la licencia de obra, pese a que es obligatorio.