Lletra menuda

El descuido de la naturaleza frágil

La Albufera de Alcúdia

La Albufera de Alcúdia / R.S.

Llorenç Riera

Llorenç Riera

En una época, ya dilatada en el tiempo, en la que llueve poco y mal, no se necesitan demasiados argumentos para explicar que el humedal más importante de Mallorca, aprisionado entre la muralla hotelera inmediata y el abandono agrícola colindante, está ya en un serio peligro que avanza hacia lo irreversible. El deterioro de s’Albufera, triste y sedienta, ha acabado apoderándose del paisaje que enlaza los arenales de la playa de Muro con la marjal de Sa Pobla. Pero lo que se evidencia a simple vista y duele en el alma a quienes están sensibilizados con la importancia de los ecosistemas singulares no alcanza a motivar reacciones en los despachos de las administraciones (in)competentes.

S’Albufera no puede fiarse solo al esfuerzo profesional de guardas y técnicos. Su estado actual y las previsiones climáticas obligan a intervenciones urgentes más profundas. De proseguir el abandono, Mallorca se empobrecerá, todavía más, en valores medioambientales, pero también lo hará una red europea de humedales naturales de la que s’Albufera es estación muy importante.

Le ha correspondido de nuevo al GOB actualizar los lamentos y mantener una alarma necesaria. Los ecologistas destacan a día de hoy dos cuestiones irrenunciables, una, garantizar el caudal ecológico básico que necesita el humedal y otra, vigilar y controlar al máximo la desmesurada extracción de agua dulce de la cuenca que nutre el gran espacio.

Desde otra óptica, el aspecto turístico tiene anverso y reverso. S’Alfubera padece los efectos de la alta presión de las abundantes explotaciones turísticas vecinas y, por otro lado, constituye un indiscutible valor y atractivo turístico en sí misma. De no equilibrarse ambos apartados, la industria del ocio también verá resecados algunos de sus canales más exclusivos.

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