Entrevista

Rosa Iglesias: “A las mujeres siempre se nos ha exigido más, pero tenemos que buscar el disfrute y no la perfección”

 En sus páginas, la asesora de imagen personal nos anima a salir del paréntesis en el que nos encontramos con respecto a nuestro estilo para volver a ilusionarnos con la ropa que vestimos

Rosa Iglesias.

Rosa Iglesias. / / CEDIDA.

Alba Prada

La coruñesa Rosa Iglesias, afincada en Sevilla, es asesora de imagen personal. Su trabajo consiste en ayudar a las personas a reconectar consigo mismas a través de la ropa, y precisamente con ese objetivo, acaba de lanzar su libro Manual de tu estilo propio (y de nadie más). En sus páginas, Rosa Iglesias nos anima a salir del paréntesis en el que nos encontramos con respecto a nuestro estilo para volver a ilusionarnos con la ropa que vestimos. Pero para hacerlo hay que desprenderse de etiquetas, de complejos, mirarse al espejo y quererse. Sus servicios pueden contratarse en su web (www.estilario.com) y también puede seguirse su trabajo en Instagram (@elestilario).

Estudió Publicidad y Relaciones Públicas, pero se inclinó por el mundo de la moda. ¿En qué consiste exactamente su trabajo?

Me defino siempre como asesora de imagen personal porque no soy estilista. No le digo a la gente lo que debe ponerse para estar guapa, es un trabajo más completo, centrado en escuchar las necesidades del cliente y en enseñarle las herramientas, en este caso la ropa y complementos, que puede usar para conseguir la imagen que quiere proyectar. A través de asesoramientos particulares, presenciales u online, analizando el armario o yéndonos de compras, o con un estudio de proporciones y colores, intento que cada persona se descubra a sí misma de manera exterior para poder conectar con su interior.

¿Se puede decir que su profesión está normalizada?

Empecé en 2009 y en aquel momento era una profesión totalmente desconocida. Ahora es un servicio, no estandarizado, pero casi. No llega al nivel de una peluquería, pero sí existe la necesidad de tener un armario organizado, una ropa que nos represente, de dejar de gastar sin sentido porque no estamos acertando... Es por ello que ya está más popularizado, incluso entre el público masculino.

¿Entonces también asesora a hombres?

Sí, aunque es verdad que el libro está escrito en femenino porque está orientado a las mujeres. Y es que en mi perfil de Instagram un 92% de mis seguidores son mujeres, pero también es cierto que a nivel servicio empieza a haber hombres. Al principio eran maridos de clientas, pero ahora ya empiezo a tener profesionales independientes que buscan solucionar un problema concreto.

Centrándonos ya en el libro. Algo que recalca mucho en sus páginas es que hay que dejar de añorar un pasado en el que supuestamente estábamos mejor y nos veíamos más atractivas con la ropa. ¿Cómo se consigue reconectar con tu imagen actual y volver a ilusionarse a la hora de vestirse?

Cuando se rompe ese cable es complicado porque hay muchos otros factores en juego. Siempre digo que la mejor manera es a través del espejo. Y es cierto que ponerse delante de él a veces cuesta mucho porque te encuentras con una imagen que no es la que tienes en mente porque te has quedado anclada en el pasado. No obstante, siempre recomiendo hacerlo, porque no se puede empezar un cambio si uno no se da la mano. Hay que entender que mi nuevo yo soy este, y no es mejor ni peor, simplemente es el de ahora. Es un proceso lento y la victoria más importante es la de querer empezarlo.

Dice que no importa si eres más alta o más baja, si tienes más peso o menos, que lo importante a la hora de definir tu estilo es la proporción para equilibrar aquellas partes con mayor peso visual. ¿Cómo se consigue ese equilibrio?

Tenemos que detectar las partes de nuestro cuerpo con mayor peso visual respecto a otras. Si uno se analiza y descubre que, por ejemplo, sus hombros o su cadera tienen mayor presencia visual, pues son lo primero que vemos al mirarnos al espejo, ya sabemos que el resto de las partes del cuerpo tienen que acompañar a esa. Es decir, en lugar de ponerme prendas que pongan de manifiesto que esa parte es la más voluminosa, o la más corta o más larga, tengo que hacer que las demás se equilibren. Por ejemplo, si tengo mucha cadera, le daré volumen a la prenda de arriba.

Otro punto en el que se centra mucho es en la importancia de mirarse en el espejo y aceptarse, porque para vestirse bien hay que mirarse. Su libro va dirigido a las mujeres y eso es porque somos las más juzgadas por nuestro aspecto. ¿Es posible acabarse aceptando y vestirse acorde a nuestro cuerpo sin juzgarlo?

A las mujeres siempre se nos ha exigido más. Tenemos siempre colgado ese peso del cuidado extremo en la imagen personal, pero hay que cambiar esa percepción porque más que buscar la perfección de la imagen, tenemos que buscar el disfrute de la imagen. Por eso insisto tanto en ponerse delante del espejo para encontrar lo que somos de verdad en este momento, y disfrutarlo, resaltarlo, pero nunca intentar ocultarlo o cambiarlo. La única forma de aceptar algo es conseguir que el cerebro se familiarice con ello, y por eso si uno se mira todos los días al espejo, sucede.

Que te encante, no significa que te quede bien. Es otro punto que recalca. ¿Cómo resistirse a comprar?

Para resistirse, no hay nada como el autoconocimiento. Si tienes tu imagen siempre refrescada y actualizada, el ojo ya no va a ir a determinadas prendas que sabe que por color o por corte no funcionan.

Otro apartado lo merecen las prendas oversize. Comenta que no siempre van a tapar una parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, sino que a veces añaden volumen visual. ¿Cómo se lleva bien una prenda de estas características?

Siempre recomiendo que para evitar el efecto saco y que nos añada más volumen o que nos reduzca centímetros de estatura, lo mejor es marcar el hombro. Toda aquella prenda con una costura que lo ciña, siempre va a acentuar esa proporción. También hay que evitar que quede muy cerrada en el cuello, porque si está cerrada y encima queda caída en el hombro, entonces estamos generando un rectángulo horizontal en lugar de vertical, y se rompen las proporciones.

Dice que no hay que disimular con ropa las partes de nuestro cuerpo que no nos gustan, sino potenciar las que nos agradan...

Sí, porque además cuando estamos acostumbrados a enfocarnos en las partes que no nos gustan, acabamos dándoles protagonismo sin pretenderlo, ya que desconocemos el resto de partes de nuestro cuerpo. Conociendo el total es más fácil analizar las prendas que pueden potenciar las partes que nos gustan. Se trata de resaltar, de desviar las miradas a donde tú quieres.

Un aspecto a tener en cuenta a la hora de crear nuestro propio estilo es la colorimetría. ¿Cómo descubrimos los colores que más nos favorecen?

Yo tengo un curso muy sencillo para intentar orientar a la gente, de manera particular, para que puedan conocer los colores que les quedan bien. Solo con la colorimetría podemos ver si pertenecemos a una determinada estación o no, y aunque no tengamos un completo abanico de todos los colores que nos favorecen, sí sabremos al menos cuáles van a resaltar la luminosidad de la cara o cuáles la apagan, por ejemplo.

Y una cosa que me parece curiosa es que afirma que aunque todo vuelve, vuelve renovado, y que esa no es excusa para mantener ropa pasada de moda en el armario...

Sí, de hecho ahora están volviendo los 2000: los pantalones de campana, los cinturones de cadenas, los collares de bolas... Pero si ahora sacamos un pantalón de campana al puro estilo Cristina Aguilera en el 2003, pues se va a notar. Los clásicos nunca fallan, pero la tendencia vuelve renovada.

Ahora se compra mucho por internet. ¿Cree que se pueden comprar prendas que sienten bien online, sin probar ni verlas físicamente?

Se puede comprar cualquier cosa online siempre que tengamos nuestra imagen actual muy actualizada y dominemos bien nuestras proporciones. Al ver la foto de la modelo y ampliar para examinar el estilo de tejido, tenemos la información suficiente para decidir si eso podría encajar o no en nuestro cuerpo. Luego hay cosas con las que es más complicado acertar, como un traje de baño, un sombrero o gafas de sol.

También apunta en su libro la importancia de esa tercera prenda que puede darle vida a un look sencillo. ¿Qué tipo de prenda puede ser?

La tercera prenda es fundamental porque es ese elemento que acoplado a lo que tienes puesto de lienzo, le da un toque más especial. Si nos pusiésemos en fila cinco o seis personas vestidas iguales, pero les fuésemos cambiando esa tercera prenda a cada una, el estilo sería totalmente distinto.

Recalca que no todo lo que le quede bien a una determinada influencer te va a sentar bien a ti. ¿Nos hacen mucho daño las redes en este sentido?

Sí, porque es curioso que por mucho que se luche y se comuniquen los mensajes de “no te compares con nadie, tú eres especial por el hecho de ser tú misma, tu vida es especial por el hecho de ser la tuya...”, al final tendemos a quedarnos con la parte que nos frustra. Acabamos comparando nuestra vida con las ajenas en vez de simplemente ver a las influencers como inspiración. En ese sentido creo que las redes sociales aumentan el nivel de frustración, aunque curiosamente es el mismo canal por el que se nos dice que seamos felices y disfrutemos de lo que tenemos.

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