Tribunales

Una víctima de la gran estafa inmobiliaria que se gestó en el barrio de Son Gotleu: «Milagros entraba allí y parecía la dueña del banco, te daba confianza»

Varias víctimas señalan que la principal acusada de la gran estafa inmobiliaria de Son Gotleu tenía muy buenos contactos en entidades bancarias de Palma

Milagros H. H., la principal acusada, junto a su esposo, durante el juicio en la Audiencia Provincial.

Milagros H. H., la principal acusada, junto a su esposo, durante el juicio en la Audiencia Provincial. / B. Ramon

B. Palau

B. Palau

«Milagros entraba en la oficina bancaria y parecía la dueña del banco. Entraba al despacho del director y te daba confianza». Una víctima de la gran estafa inmobiliaria que se gestó en el barrio de Son Gotleu entre 2019 y 2022 aseguró ayer en la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Palma que la principal sospechosa, Milagros H.H., tenía buenos contactos en las sucursales bancarias de la ciudad.

Otros perjudicados coincidieron en esta cuestión. «Ella tenía muchos contactos en entidades bancarias, tenía trato con los directores de los bancos y sabía todo eso de inmobiliarias y pisos», detalló una mujer vecina de Son Gotleu a la que presuntamente le estafó unos 12.000 euros. «Milagros me decía que el dinero era para reservar las casas. Todo el dinero que ella me pedía yo se lo daba», agregó la afectada. Como la mayoría de la quincena de víctimas, muchas de ellas trabajadoras con escasos recursos y de colectivos vulnerables, se quedaron sin las viviendas y sin el dinero.

«Milagros nos llevó a unos cuantos bancos. Nos sentó con los directores. Entregó papeles. Esta mujer ayudaba a conseguir hipotecas a gente que lo tenía un poco difícil», reconoció otro afectado.

«Milagros conseguía hipotecas imposibles. Conocía a todo el mundo en el banco», detalló una mujer que logró reunir 150.000 euros de su familia para entregárselo a la principal encausada para comprar una casa.

«Ahora nos hemos quedado sin el dinero de toda la familia», se lamentó la testigo, sin poder reprimir las lágrimas. Sus sueños e ilusiones se quebraron. «Nos hicimos una foto en la puerta de la inmobiliaria con las llaves», recordó apenada.

Impertérrita

Mientras tanto, la principal sospechosa, Milagros H. H., escuchaba impasible sentada en el banquillo de los acusados. La fiscalía reclama para ella una pena de ocho años de prisión por un delito continuado de estafa agravada por presuntamente defraudar más de 600.000 euros a una quincena de vecinos de Palma con operaciones inmobiliarias fallidas.

Su esposo y su hija también se enfrentan a la misma petición de condena. Ayer al mediodía, el presidente del tribunal de la sección primera tuvo que separar al matrimonio porque no dejaba de cuchichear en mitad de la vista oral. El día anterior, también les llamó la atención y les pidió que guardaran silencio. La pareja permanece encarcelada desde hace dos años, cuando la Policía Nacional practicó las detenciones en la provincia de Cádiz, adonde habían huido de forma precipitada.

«Milagros entraba en el banco como si fuera de la familia», subrayó otra perjudicada, que pagó 60.000 euros para subrogarse a una hipoteca de una vivienda. «Nos ha dejado a todos en la estacada, sin dinero y en la calle», se quejó. «Ella tiene un don para convencer a la gente y no darte ningún tipo de papel», añadió.

Otra vecina de Palma explicó que hizo una transferencia a Milagros de 40.000 euros por una vivienda en la zona de Pere Garau. «Me enseñó la casa ella, junto con una mujer de una agencia. Nos gustó a mi hija y a mí. Valía 100.000 euros nos dijo. Le dije que sí. Yo soy analfabeta y no entiendo de esto», reconoció la afectada. «Cuando le dimos el dinero, Milagros desapareció, nunca la vimos más. La llamábamos por teléfono y no nos contestaba. Nunca nos devolvió el dinero, nunca», insistió la mujer.

Los perjudicados coincidieron al señalar que le entregaban dinero en mano y también por transferencia, siguiendo sus indicaciones y confiando plenamente en ella. Cuando se percataron del engaño, ya era tarde. Milagros ya había huido y no contestaba las llamadas. A varios afectados les dio un bono o un cheque pero sin fondos, por lo que no pudieron recuperar su dinero. «Que Dios se encargue de ella», dijo una de las víctimas contrariadas al salir de la vista.