Opinión

Un desastre llamado Yolanda Díaz

Las elecciones europeas han evidenciado el colapso estratégico de Sumar, que solo ha servido para dinamitar a Podemos

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / EP

No es lo más espectacular, pero probablemente sí sea lo más trascendente a largo plazo. Bajo el plebiscito fallido de Núñez Feijóo y la resistencia proverbial de Sánchez, las elecciones europeas han hecho aflorar definitivamente la guerra civil desatada a la izquierda del PSOE. Pedro Sánchez convertido en el Cid campeador contra el fascismo y la ultraderecha, combinado con su audacia a favor de Palestina, ha tenido un efecto devastador a su izquierda, que no encuentra la manera de frenar su opa hostil. Pero si ya de por sí la situación de Sumar era crítica, las europeas han hecho supurar la vieja herida por la izquierda jamás resuelta de Podemos. Porque lo cierto es que mientras Sumar, a pesar de tener la palanca del Gobierno, no ha podido lograr más que tres pobres escaños, Irene Montero ha sido capaz desde el extrarradio mediático y político conseguir dos escaños muy meritorios, además de la espectacular victoria moral de ganar en Catalunya a Comuns. En realidad, lo que estos resultados han puesto encima de la mesa es que Yolanda Díaz no solo cerró en falso la crisis con Podemos, sino que ha sido incapaz de aglutinar a su alrededor a toda la izquierda del PSOE.

Yolanda se llegó a creer que, bajo el sol del poder, lograría hacer desaparecer sin ningún coste de la faz de la tierra a Pablo Iglesias y a Irene Montero y que con el tiempo el carisma de estos dos grandes iconos de la izquierda se evaporaría de manera natural, incapaz de entender la profunda conexión que han conservado los dos con las clases populares. Yolanda ha sido incapaz de construir una izquierda combativa de verdad y con personalidad propia, y ha preferido ser blandengue con el PSOE y dócil con los poderosos, pero salvaje con Podemos.

La consecuencia es que ha dejado un espacio enorme a su propia izquierda, pensándose que bastaba con sacar a sus enemigos podemitas del sistema. Pero el efecto ha sido exactamente el contrario: fuera del poder y de sus privilegios, el áurea de Irene Montero, lejos de desaparecer, se ha ampliado y ha sabido salvaguardar su espacio. Lo cierto es que tras el batacazo de este domingo, Yolanda ha entrado en tal fase de debilidad política que empieza a ser un grave problema para el propio Pedro Sánchez, que con su despiadado canibalismo corre el riesgo de hacerla desaparecer y quedarse sin socios. Yolanda Díaz es ahora mismo un zombi político que tiene la suerte de que el verdugo que podría ejecutarla ha perdido el interés en hacerlo.

Cuando pudo ser generosa y seducir a su alrededor a toda la izquierda de verdad, Yolanda Díaz prefirió optar por un sectarismo tan gratuito como poco inteligente y optó por el método clásico de eliminar a los disidentes. Ahora que los necesita, ya es demasiado tarde para convencerlos. Este es el resumen del desastre perpetrado por Yolanda, que a su vez es una metáfora de la eterna división de la izquierda.

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