Lletra menuda

Protesta antiturística en Son Macià, un malestar creciente que puede prender

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Es un símbolo con mensaje válido desde todas las vertientes que confluyen en la protesta vivida ayer en Son Macià con toques de originalidad payesa. Balas de paja utilizaron los manifestantes para cortar el camino de Son Llodrà y dejar en evidencia a una caravana de buggies que, según todos los indicios, se excedía en número de vehículos autorizados por la normativa municipal de Manacor y que, al parecer, tampoco había respetado la prohibición de transitar por caminos sin asfaltar.

Los embalajes de paja son abundantes en julio en fora vila. Su uso y transporte no deja huella, a lo sumo hace volar algunas de sus hebras caprichosas. Pero la paja, especialmente en la plenitud del verano reseco, es fácil de prender y ahí está su principal peligro. Si utilizamos el elemento escogido por «Menys turisme, més vida» al plasmar su acción, para interpretar su significado, vemos que estamos ante una protesta serena, razonada y que deja en evidencia algunos de los puntos débiles de las administraciones en sus normativas incompletas o parciales, pero también, por otro lado, que si el panorama no se normaliza un tanto, el malestar social puede acabar prendiéndose en alguno de sus extremos. Con la paja no se puede jugar ni confiarse en exceso.

La acción de Son Macià se desplegaba casi al mismo tiempo en que en Palma se repetían las protestas vecinales frente a un edificio de alquiler turístico fuera de ordenación y frente a la Catedral se volvía a abogar por el equilibrio entre usos residenciales estables y vacacionales de ocasión. Todo junto deja patente que abunda la paja extendida que hay que saber replegar y guardar como recurso útil para eventuales tiempos de penuria, escasez o simple normalidad. Algo que, por cierto, en Mallorca siempre se ha sabido hacer.

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