Opinión

Montesión, memoria mutilada

Colegio e iglesia de Montesión

Colegio e iglesia de Montesión / Miguel Vicens

Los últimos jesuitas se van de Montesión y de Mallorca. El colegio histórico y la iglesia barroca entregarán las llaves a su flamante nuevo propietario en septiembre de 2025. Y hasta las reliquias de San Alonso están hoy amenazadas de desahucio. 

Quizá porque siempre dimos por sentado que Montesión seguiría igual y en el mismo lugar cuando hubiéramos desaparecido, la constatación de su triste final en una fría operación inmobiliaria ha mutilado también una parte de nuestra memoria, en este caso compartida y con grandes variantes generacionales, pero con una raíz más o menos común ligada a la infancia, la juventud y los primeros años de formación, que esta semana se ha convertido en inevitable tema de conversación por la precipitación de los acontecimientos y las incertidumbres que ni los propios responsables de la Compañía de Jesús han sabido convertir en certezas.

Iglesia de Montesión

Iglesia de Montesión / Miguel Vicens

El futuro del edificio histórico tras la cesión a Víctor Madera, presidente ejecutivo del Grupo Quirón, que prevé convertirlo en una residencia de corte sanitario , está escrito en condicional , especialmente en lo que hace referencia a dedicar una parte del colegio a museo, a la posibilidad de que pueda servir de sede institucional en determinados actos colegiales y en el mantenimiento del culto de la iglesia, levantada sobre la sinagoga mayor de Palma y monumento de primer orden. Pero a cada nueva explicación de la operación queda más claro que lo que llega será otra cosa que nada tendrá que ver con el pasado, como los hoteles que ahora lucen en cada calle del barrio o como los apartamentos de lujo que han transformado las antiguas casas señoriales. Y por otra parte, sin estudiantes, sin profesores, la pervivencia de los recuerdos de un colegio como puro ejercicio nostálgico tampoco tiene demasiado sentido más allá de la salvaguarda de su patrimonio artístico y arquitectónico. Aunque no por ello duela menos su pérdida. 

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